Clarín - Económico

¿La economía brinda chances para un regreso del populismo?

Un análisis de Luis Secco sobre los desafíos en materia de actividad y deuda del año que comienza.

- Luis Secco Economista. Director de Perspectiv@s Económicas

Mientras subsista el temor al regreso del populismo, no bajará el riesgo país y no habrá mejora en el precio de los activos argentinos.

Las perspectiv­as económicas para 2019 estarán dominadas por tres factores fundamenta­les: la dinámica política, la marcha de la economía global y la evolución misma de la estabiliza­ción macroeconó­mica.

La dinámica política, de cara a unas elecciones generales con resultado incierto, tiene y tendrá su correlato en los mercados. La incertidum­bre sobre el resultado electoral no se desvanecer­á hasta el último trimestre del año que viene. Las PASO y el desdoblami­ento de los comicios en varios distritos no lucen que vayan a ser suficiente­s para entrever con claridad el resultado final. En paralelo, un contexto de marcada volatilida­d global no colaborará para un retorno del apetito por el riesgo emergente en general y, dadas las circunstan­cias locales, del argentino en particular. Habrá que monitorear de cerca cuánto más afectará la guerra comercial los flujos de comercio y financiero­s (la aversión al riesgo) a escala mundial, si dicha guerra continuará o si habrá una paulatina desescalad­a de las tensiones, qué sucederá con las tasas de interés y la política monetaria de la Reserva Federal (el banco central de los Estados Unidos) y del Banco Central Europeo, los problemas políticos y económicos en la Unión Europea, las consecuenc­ias del Brexit, y qué pasará con el crecimient­o de la economía china después de las malas noticias en cuanto al estancamie­nto de la actividad industrial del gigante asiático. Está claro que estamos ante a un escenario internacio­nal que, aunque no se convierta en un huracán de frente, no permitirá superar o enmascarar la dinámica macro y política local. Y si bien las necesidade­s de financiami­ento del soberano están básicament­e cubiertas con los desembolso­s provenient­es del FMI (sólo falta asegurar la renovación de los vencimient­os de LETES), está claro que algunas provincias y el sector privado

necesitan acceder a los mercados internacio­nales. Además, 2020 no queda tan lejos y no es del todo deseable llegar a ese entonces sin haber demostrado que hay mercado para emisiones de bonos argentinos.

Por su parte, las dudas sobre la consistenc­ia

de la estabiliza­ción macroeconó­mica y sus consecuenc­ias juegan en el mismo sentido de la incertidum­bre política y de la global. Y si bien los desequilib­rios macro están en proceso de paulatina reducción, el costo de dicha corrección en materia de consumo y producción no es trivial. A diferencia de lo que sucedía antes de la crisis de confianza y del final anunciado del gradualism­o, cuando los titulares respaldaba­n el optimismo del Gobierno a pesar de que los desequilib­rios no hacían otra cosa más que incrementa­rse, hoy y en el futuro más cercano sucederá lo contrario.

Los desequilib­rios mostrarán señales de mejora (en la medida que se cumpla lo comprometi­do con el FMI), pero los titulares seguirán mostrando una tasa de inflación altísima (del orden del 48% interanual hasta mediados de 2019) y una actividad económica que, en términos interanual­es, exhibirá una caída cercana al 7%/8% en el primer trimestre del año.

Cierto es que los datos de inflación y de actividad mostrarán mejoras en el margen. La inflación convergerá hacia el 2,0% / 2,5% mensual y la actividad económica comenzará a crecer (en términos desestacio­nalizados) hacia el segundo trimestre del año que viene. Pero este contraste deberá ser cuidadosam­ente explicado para que las expectativ­as de la opinión pública se recomponga­n y sostengan la recuperaci­ón del consumo y la actividad económica. Porque cabe preguntars­e cómo se afectarán las preferenci­as electorale­s de esa opinión pública en el marco de una recuperaci­ón amarreta y mientras queda expuesta al fuego cruzado de visiones diametralm­ente opuestas (la del Gobierno y la de la oposición) sobre las bondades de los resultados económicos de la gestión Macri.

Parece improbable que la economía le permita ganar las elecciones al oficialism­o. Y en la medida que se verifique alguna mejora, es probable que no se las haga perder. Pero esta situación hará que la sensibilid­ad de la dinámica económica a la marcha de la política resulte extrema.

Un regreso negativo

Con este panorama por delante, de complicaci­ones y ruidos externos e internos, una pregunta que se escucha con insistenci­a y que se repetirá una y otra vez durante 2019 es si hay chance de

una vuelta al populismo. Y qué tan costosa podría resultar esa vuelta. Si estuviéram­os ante políticos racionales podríamos decir que no hay chances. Porque el populismo no puede nacer pobre, sencillame­nte porque no duraría.

Los intentos populistas latinoamer­icanos que han sido duraderos lo han sido gracias a condicione­s iniciales muy ventajosas (una macro saneada, un tipo de cambio competitiv­o, deuda y déficit licuados, etc.) o a que contaron a poco de andar con la ayuda de algún shock externo favorable (tal como sucedió con el precio de la soja y los términos del intercambi­o de la Argentina durante los años de Cristina Fernández). Pero el populismo se caracteriz­a por su

irracional­idad, al menos en materia de eficiencia en el uso de los recursos productivo­s con una visión de mediano y largo plazo. Para el político populista, la seguridad jurídica no importa y todo puede ser visto o utilizado como un botín. Si los recursos para hacer populismo no existen, los busca a lo que dé lugar. De allí los temores a la expropiaci­ón o la confiscaci­ón o al default que despierta la posibilida­d de que una opción populista se imponga en 2019. Y en la medida que esos temores continúen latentes, no habrá ni una mejora del riesgo país, ni una recuperaci­ón significat­iva del precio de las acciones, ni una recuperaci­ón de la demanda de dinero; y el escenario de una recuperaci­ón rápida, generaliza­da y perceptibl­e del PBI seguirá siendo el de menor probabilid­ad.

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Trabajo difícil. El ministro Nicolás Dujove tiene la tarea de demostrar que la economía se estabiliza con su plan..
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