COMPRAR DÓLARES, UNA TAREA QUE EL CENTRAL HABÍA OLVIDADO
Dentro y fuera del Gobierno existe la impresión de que ahora y en el corto plazo hay dólares de sobra.
La idea se basa en que los compradores del exterior que tenían pesos ya se fueron y se llevaron las divisas y que los compradores locales, que sí tienen pesos, no se sienten tentados en estas semanas a dolarizarse. El Banco Central informó en la semana que el proceso de dolarización de los argentinos bajó en el último trimestre hasta ubicarse en US$13 millones diarios y fuentes de Economía apuestan a que las compras por motivo de atesoramiento puedan reducirse en el futuro
cercano.
Esta nueva mirada tiene fundamentos en la estabilidad cambiaria de los últimos dos meses y en el convencimiento de que en pocos días más el Central estaría en
condiciones de comprar dólares ya que la divisa podría quebrar el piso de la banda cambiaria.
En los pasillos del Central destacan que la tranquilidad cambiaria se acentuó, además, en los últimos días por el “efecto Bolsonaro”, refiriéndose a que la asunción del nuevo presidente del Brasil y sus definiciones a favor de liberar la economía se tradujeron en una revaluación del real que, de rebote, contribuye a la estabilidad de la moneda argentina, que ya se devaluó más de 50% en un año. Creen, también, que los mercados “exageraron” el clima de desconfianza sobre la deuda argentina en el último mes y que una tasa de riesgo país superior a 800 puntos (bajó hasta 740 el jueves) marcó un pico de desconfianza que ya fue superado.
La recuperación de los últimos días de los bonos argentinos valuados en dólares parecen avalar esa idea pero el posible cambio de clima financiero es todavía muy incipiente.
Sin decirlo abiertamente, en el Central se muestran satisfechos por el resultado de la política de contracción monetaria surgida del acuerdo con el Fondo Monetario y aseguran que, aunque tengan que comprar dólares, no habrá una expansión excesiva.
Cada compra de divisas por parte del Central implica la emisión de pesos pero, sostienen, nunca superará el equivalente a un 2% de expansión de la base monetaria. En otras palabras, ratifican que serán muy prudentes, como lo señaló el comunicado oficial del BCRA de la semana, en bajar las tasas de interés. Otra señal que indica que el principal objetivo económico del Gobierno es que baje algo la inflación.
Todos los datos de actividad económica muestran un 2018 muy malo y, en eso, el golpe de las tasas altas tuvo parte de la responsabilidad.
Sólo a modo comparativo basta repasar que mientras el Relevamiento de Expectativas del Mercado (el promedio de las consultoras) prevé una inflación de 28,7% para este año, la tasa de las letras de liquidez está en 59,6% anual y las de un descubierto en cuenta corriente para una empresa supera el 63% anual.
Con una fuertísima caída de los préstamos para capital de trabajo de las empresas y el costo del crédito que duplica la inflación prevista, resulta difícil apostar a una recuperación del consumo en el corto plazo.
Pero la calma cambiaria y los dólares de las exportaciones de trigo, maíz y soja ayudarán a mejorar el ánimo del primer trimestre siempre y cuando no aparezca algún “cisne negro”.
A favor de un cambio de clima, los analistas siguen de cerca el mercado internacional que en los últimos días cambió su foco de atención: el mundo que aparecía muy preocupado por la posible suba de la tasa de interés de Estados Unidos está más pendiente ahora del menor crecimiento de China que ralentizaría a la economía mundial.
Nadie puede estar contento con que el mundo crezca menos pero sí con que la suba de la tasa norteamericana sea más moderada
El “vuelo a la calidad” de los capitales que salieron de los países emergentes para refugiarse en los bonos del Tesoro de los Estados Unidos acentuaron las dudas sobre las posibilidades de refinanciación de la deudas de los endeudados y la Argentina encabezó ese ranking de desconfianza.
En el Gobierno también creen en un cambio en ese aspecto de la mano de lo que representa el acuerdo con el FMI por US$57.100 millones. “El mercado parece no entender que el programa con el Fondo no es a 3 años sino que es para empezar a refinanciarse en tres años”, sostuvo un encumbrado funcionario del área económica.
Tanto en Economía como en el Banco Central aparecen envalentonados frente a lo que consideran una nueva era en materia cambiaria. El dólar quieto vuelve a hacer de las suyas y, especialmente, en un año electoral.
Las consultoras prevén que la inflación de este año se ubique en 28,7% y el costo de un descubierto en cuenta corriente para una empresa supera el 60% anual.