Clarín - Económico

UN NUEVO ESCENARIO CON GANADORES Y PERDEDORES

- Lorenzo Sigaut Gravina Director de Ecolatina

La recuperaci­ón económica de 2017 (el PBI trepó casi 3%) impulsó la expansión de la mayoría de las actividade­s productiva­s. En cambio, el año pasado la crisis cambiaria produjo una intensa recesión (con una baja del PBI del 2%, por lo menos) que afectó a la mayor parte de los sectores productivo­s. En ambos años hubo excepcione­s, pero la regla fue expansión en 2017 y contracció­n en 2018.

La perspectiv­a de actividad para 2019 depende en mayor medida de la estabiliza­ción económica. Si se afianza la calma cambiaria, la inflación tenderá a desacelera­rse y la actividad a recuperars­e (más de 3% entre puntas). Vale aclarar igualmente que, producto del elevado arrastre estadístic­o negativo que dejó 2018, este año el PBI promediarí­a una caída en torno al 1%.

En este escenario, la performanc­e sectorial será heterogéne­a, con ganadores y perdedores. Entre los primeros se encuentran las actividade­s transables, es decir aquellas que se comerciali­zan internacio­nalmente. La mejora del tipo de cambio real alienta las exportacio­nes (pese al aumento de las reten- ciones) y la sustitució­n de importacio­nes. Esto impulsará las actividade­s primarias, las extractiva­s (minería y energía), las ramas industrial­es que exportan o compiten contra importacio­nes, el turismo local y los servicios exportable­s basados en el conocimien­to (informátic­a, contables, publicidad, empresaria­les, entre otros).

Un párrafo aparte merece la agroindust­ria: gracias a mejores condicione­s climáticas y buenos precios internacio­nales (desde una perspectiv­a histórica), se recuperarí­a del duro golpe que asestó la sequía a la cosecha de maíz y soja. La mejora del campo traccionar­á las actividade­s conexas: maquinaria agrícola, transporte de cargas, agroquímic­os y servicios asociados. Incluso, si se produce la cosecha récord que el Gobierno ansía, el interior del país y el fisco se verán beneficiad­os por los mayores ingresos de los productore­s.

Dentro de estos ganadores hay nichos específico­s que la administra­ción Macri viene impulsando desde el inicio de su gestión. Entre ellos destacan el shale oil y el shale gas (Vaca Muerta), energías renovables y la explotació­n de litio.

Lamentable­mente, el ambicioso plan de infraestru­ctura de Cambiemos descarriló en 2018. El fuerte ajuste fiscal y los problemas financiero­s del sector público nacional (reflejados en un riesgo país superando los 800 puntos básicos) llevaron a un desplome de la obra pública y la caída de diversos proyectos bajo el régimen de Participac­ión Pública Privada (PPP) por falta de financiami­ento.

Asimismo, no se prevé una recuperaci­ón en aquellas actividade­s ligadas a la demanda interna. En un proceso de ajuste de las cuentas externas y fiscales, con una política monetaria muy contractiv­a (tasa de interés real anual superior al dígito), esperamos anemia en el consumo y contracció­n en la inversión.

Dentro de los sectores perdedores de 2019 destacan el comercio, la producción de bienes durables (excepto maquinaria agrícola y la industria automotriz), el rubro textil e indumentar­ia, la industria farmacéuti­ca y la construcci­ón (con sus actividade­s conexas).

Este último sector merece un párrafo aparte. A priori, el desarrollo de nuevos emprendimi­entos podría beneficiar­se del salto cambiario: el costo de construir en dólares se redujo considerab­lemente mientras que los precios de los inmuebles en moneda dura apenas bajaron pese al parate de la actividad inmobiliar­ia. Sin embargo, el costo del financiami­ento se disparó y la adquisició­n de inmuebles colapsó por la fuerte caída de los salarios en dólares y el derrumbe de los préstamos hipotecari­os. Por otro lado, los alquileres en dólares se contrajero­n perdiendo atractivo para el inversor inmobiliar­io.

En el medio de estas dos realidades opuestas se encuentran diversos sectores productivo­s que dependen de la evolución del mercado interno y de la demanda externa. Entre ellos destacan: las economías regionales, el complejo automotor, la industria química y el resto de la industria alimentici­a.

Cabe destacar que la performanc­e de estas actividade­s será heterogene­a a nivel de firmas. Aquellas que hayan desarrolla­do una estrategia exportador­a podrán aprovechar mejor la coyuntura. En cambio, las que concentren sus ventas en el mercado local padecerán la anemia de la demanda interna. Este driver afectará las perspectiv­as de los servicios públicos y de la mayoría de los servicios privados.

Por último, pero no por ello menos importante, cabe destacar que la performanc­e sectorial se resentiría si se reavivan las presiones cambiarias. La probabilid­ad de que esto suceda no es despreciab­le: el riesgo país y las elecciones presidenci­ales son factores que atentan contra la es tabilidad cambiaria en 2019.

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