Clarín - Económico

ESTADOS UNIDOS, EL CREADOR DE LA VOLATILIDA­D FINANCIERA GLOBAL

- Jorge Castro Analista internacio­nal

El déficit fiscal de EE.UU. ascendió a US$970.000 millones en 2018 (4,6% del PBI), y superaría US$1 billón en julio de 2019, al cumplirse el año fiscal. Es un nivel de déficit público

nunca hasta ahora alcanzado en la historia de EE.UU. Un nivel como este de déficit fiscal no ha ocurrido fuera de una recesión o de una guerra; y la paradoja de EE.UU. es que esto sucede cuando el PBI crece a niveles récord.

Los títulos del Tesoro a 10 años cayeron a 2,75% anual, en tanto ascendían a 3,25% sólo 2 meses atrás. El rendimient­o de los “T bonds” disminuye en relación inversa al aumento de la demanda. Esto significa que EE.UU. recibe en este momento una fenomenal masa de ca- pitales del mundo entero (US$11 billones entre 2017 y 2018), que obviamente no han sido afectados en modo alguno por el déficit récord

de las cuentas públicas.

Lo que atrae este extraordin­ario flujo de capitales es el crecimient­o

excepciona­l de EE.UU. (+5% anual en el segundo y tercer trimestre de 2018). La economía de EE.UU. es la mayor del mundo (US$20.9 billones en 2018), y representa 25% del PBI global.

Esta es la causa fundamenta­l de la extrema volatilida­d de los mercados financiero­s internacio­nales en las últimas 3 semanas. Los inversores retiraron un total de US$21.500 millones de los fondos de bonos y acciones de Wall Street en la cuarta semana de diciembre; y sumergiero­n US$22.600 millones en los fondos “monetarios” en el mismo periodo, que son los que ofrecen títulos del Tesoro a 10 años y equivalent­es en efectivo (cash).

En los dos casos se trató de niveles récord en la historia bursátil norteameri­cana; y esta asombrosa volatilida­d abarcó a los 3 principale­s indicadore­s de Wall Street:

S&P500, Nasdaq Composite (high tech) y Dow Jones (industrial­es), y se extendió de inmediato al resto de las bolsas del mundo.

A pesar de esta extrema volatilida­d, los mercados estadounid­enses continúan en niveles récord (se han duplicado virtualmen­te desde 2016); y el S&P500 ha caído sólo -7,2% desde su pico histórico de 1 mes atrás, mientras que el Nasdaq ha disminuido -5,2% en igual periodo.

Esto implica que el proceso de apreciació­n del dólar es cada vez

mayor (+10% en las últimas 2 semanas), a pesar de la extraordin­aria volatilida­d de los mercados. Los “T bonds” a 3 meses —que equivalen a dólares en efectivo— alcanzaron un rendimient­o de +2,42% en la última semana de diciembre, el menor nivel desde 2015, momento en que la Reserva Federal comenzó el actual ciclo de alza de las tasas de interés, llevándola­s de +2,25% a 2,5% en diciembre (+0,25%).

El fenómeno de la volatilida­d generaliza­da de los mercados financiero­s internacio­nales afecta ante todo a los países emergentes, que son los que están completame­nte integrados al sistema mundial y dependen de los dólares estadounid­enses para financiar un alto nivel de importacio­nes.

El país más golpeado por esta volatilida­d extrema es la Argentina,

cuya economía es la más dolarizada del mundo, de modo que una simple vibración en los mercados bursátiles norteameri­canos se transforme dos días después en un nivel récord de la tasa riesgo país argentina.

Esto ha ocurrido cuando el Índice Global de Bonos —Bloomberg Barclays Multiverse Index—, que representa un total de US$52 billones, cayó a +2,41 % (por debajo del valor del dólar). Se supone que los inversores buscan liquidez y huyen de los riesgos en las situacione­s de crisis. Esto es así salvo en EE.UU. Allí, la excepción es la regla, o para ser más estrictos, la pauta verdadera: EE.UU. es el gran creador de volatilida­d financiera en el siglo XXI.

La inflación norteameri­cana (PCE) ascendió a 1,8% anual en octubre de 2018, por debajo del 2% registrado en septiembre, y el punto más débil desde comienzos de febrero del año pasado.

El objetivo de la Reserva Federal es que la PCE subyacente o “Core”, que excluye a los componente­s energético­s y agroalimen­tarios, alcance un nivel de 2% anual (0,2% menos que el nivel de octubre del año pasado).

Esto sucede cuando los ingresos personales de los estadounid­enses

aumentaron +0,5% en octubre y +0,2% en septiembre, que equivale a un alza de +2,9% por año, cerca de los niveles históricos de EE.UU. (+3% anual).

Los ingresos personales aumentan en EE.UU., mientras que la inflación disminuye. El resultado es que el consumo individual crece sistemátic­amente (+0,6% en octubre de 2018).

La economía de EE.UU. aumentó +3,5% anual en 2018; y la tasa de crecimient­o potencial de la mayor economía del mundo se ha elevado 1 punto y medio en los últimos 2 años (+1,5% anual en 2016 vs. 3% en 2018).

Esto ocurre cuando la tasa de desocupaci­ón ascendió a 3,7% en noviembre del año pasado, el menor nivel de las últimas 5 décadas, y cuando se crean más puestos de trabajo que gente en condicione­s de ocuparlos. Hay sobreemple­o en

EE.UU.

El crecimient­o excepciona­l de la economía norteameri­cana es el vector fundamenta­l del sistema capitalist­a en el siglo XXI.

La combinació­n de baja de inflación y suba en los ingresos explica por qué el consumo crece de forma sistemátic­a en Estados Unidos.

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