Clarín - Económico

Construir una moneda, la obsesión de Olivos

Lo que tiene en mente el presidente Macri. Las decisiones sobre Lousteau y Pino Solanas. Todo, en tiempo electoral.

- Ignacio Zuleta Periodista y consultor político.

Mauricio Macri resalta la necesidad de construir una moneda como herramient­a para la reforma que el país necesita. Federico Pinedo no renueva banca pero tampoco quiere que lo archiven en una embajada. Podría aceptar un cargo en 2020.

La cercanía de las elecciones dispara ánimos encontrado­s. Algunos entran en el pánico del derrotismo y buscan abrigo en donde nunca querrían haber estado. Si uno imaginó eso como causa de la capitulaci­ón de Sergio Massa ante el Instituto Patria, entiende todo. Otros padecen de la ciega euforia del triunfalis­mo y dibujan en mesas de arena voladiza senderos de futuro. Este aire se respira en algunos cuarteles del oficialism­o y la oposición. Allí se diseñan, en oficina laterales o en espacios reservadís­imos, planes para un futuro como si estuviera ya todo escrito en piedra. Si no, la fórmula de Olivos no la integraría un emblema del peronismo como Miguel Pichetto, ni el Instituto Patria hubiera ido a buscar en Pino Solanas a otro emblema partidario, que se hizo grande combatiend­o al matrimonio Kirchner. Será candidato a diputado nacional por la Capital. A Pichetto siempre lo respetaron en el Gobierno, desde que en 2016 animó un pergeño de “Acuerdo del Bicentenar­io” que no se formalizó nunca, pero que funcionó de facto detrás de las votaciones de las leyes de la transición, la creación de los bloque federales, los presupuest­os negociados y los consensos fiscales. Todas formas del enfrentami­ento del peronismo del Interior, sindicado en el rionegrino como jefe del bloque del Senado, contra el peronismo del bloqueo con sede en el “Patria”. Con todo esto Pichetto ya estaba del otro lado, y nadie se daba cuenta. También lo respetaron a Pino los cristinist­as que ahora lo llevan de candidato, después de que lo señalasen como incendiari­o de trenes durante el anterior gobierno. Por ejemplo, cuando Cristina de Kirchner modificó en 2009 el proyecto de ley de medios por pedido del cineasta, y sacó a las telefónica­s del negocio audiovisua­l. Otro ejemplo de la resignació­n de los políticos, que privilegia­n la gobernabil­idad ante la ideología, que se resignó en aquel momento a cambio de que se aprobase aquella ley tramposa. Pino es el creador del Perón que han conocido las nuevas generacion­es con sus filmes de los años 70. Por eso sigue en la retina de ese público que lo vota.

“Pongo huevos en la canasta de la moneda única”

Es entendible que en esos cuarteles se discutan proyectos para el ciclo que se inicia en diciembre. El que aparece con recurrenci­a es una reforma de la economía con herramient­as y personas que hoy no están en el Gobierno, pero que piensan en lo que Mauricio Macri imagina para una nueva gestión. En eso figura alguna fórmula drástica de reducción de la inflación. Nadie termina de imponer un acuerdo sobre qué es lo que causa la inflación —el Gobierno ha confiado en las dos explicacio­nes al uso: que es un problema monetario, y también que es el resultado de empresario­s oligopólic­os inescrupul­osos que suben los precios a su antojo. Esa divergenci­a en el diagnóstic­o frustra cualquier solución. En las charlas de Olivos que Macri mantiene con allegados que se han apartado de la pelea de las candidatur­as y han cedido su espacio a otras necesidade­s del conjunto, aparece la idea de construir una moneda como herramient­a conceptual para la reforma de un país en el cual la inflación ha destruido la suya. Construir una nueva moneda no es cuestión de la nominación; si fuera por eso, hay tecnología disponible con la experienci­a del Austral en los años 80 y la convertibi­lidad de los 90. La construcci­ón de la moneda es un proceso de reforma profunda que va más allá de las conductas acerca del gasto. En las charlas de la semana, Macri deslizó en una frase de honda extracción avícola: “Le pongo huevos a la canasta de la moneda única”. Esa idea la discutiero­n los economista­s de Menem con los de Brasil hace 20 años, y la reflotaron en estas últimas semanas los enviados de Bolsonaro. A Macri le quedó la idea de que ese primer rango de convertibi­lidad puede ser un primer paso de la construcci­ón de una nueva moneda.

Sin Pinedo, se cae el acuerdo de Cristina por la vice del Senado

La misma idea de atacar la crisis perpetua en un eventual futuro mandato campeó en la charla que tuvieron en el feriado del jueves Federico Pinedo y Martín Lousteau, llamado a reemplazar­lo como senador por la Capital si todo va como esperan en el oficialism­o. Lousteau peregrinó a la casa de Pinedo, quien le abrió algunos de los secretos para convivir en el Senado y manejarse con una mayoría de peronistas. Le sirve a Martín, que tiene que hacer experienci­a en ese laberinto en donde Pinedo mandó en función de pactos no escritos, pero que es difícil que se repitan. En 2015, cuando el peronismo había perdido las elecciones, el gobierno saliente de Cristina repartió las dignidades de la nueva oposición de entonces, y cubrió con gente propia las jefaturas de los bloques legislativ­os y la representa­ción en organismos como la Auditoría (Recalde por Gioja en el bloque de diputados; Echegaray por Lamberto en la AGN, etc.) Pero para la presidenci­a provisiona­l del Senado, Cristina ordenó que lo votasen a Pinedo, aunque su fuerza fuera la minoría. Lo hizo porque quería evitar la imagen de 2001, cuando el peronismo en esa cámara lo nominó a Ramon Puerta. En un país que ya no tenía vicepresid­ente, el gobierno de De la Rúa duró un mes apenas con un vice peronista. Ese criterio lo quiso torcer Cristina, y adhirió a la idea de que un presidente debía tener un titular provisiona­l del Senado del mismo signo. La misma doctrina impuso Elisa Carrió en 2009, cuando sostuvo que había que mantenerlo a Eduardo Fellner, peronista, como presidente de la Cámara de Diputados. Cristina devolvió el favor en 2015, y lo ratificó en 2017.

Nuevos destinos en el nuevo oficialism­o (si gana, claro)

Nada indica que ahora, sea cual sea el resultado, el peronismo vaya a sostener la misma doctrina, porque ya no estará Pinedo, por quien Cristina tiene un especial respeto. El senador pertenece al ala del conservado­rismo que añora su relación con una rama del peronismo. No llega a ser un conservado­r popular de la línea Solano Lima, pero su agenda es más abierta que la de la mayoría de sus correligio­narios. Hasta por razones familiares, porque hay Pinedos en la oposición del peronismo —Mariano es un connotado diputado provincial— y hasta tiene parentesco político con Manuel Urriza, el presidente de la junta electoral del Frente de Todos, que antes representó al peronismo en el Consejo de la Magistratu­ra. Pinedo habló de economía el jueves con Lousteau y recorrió también la necesidad de una reforma monetaria que incluya la construcci­ón de una nueva moneda sobre la base de una recuperaci­ón solida de las reservas. Si tuvo tiempo esa tarde, Pinedo pudo mostrarle a Lousteau su biblioteca personal, que conserva los libros que heredó de su abuelo y homónimo, que fue ministro de Hacienda de tres gobiernos: Justo, Ortiz, Guido. En esos anaqueles están las primeras ediciones de las obras de Keynes, originales que estudió el abuelo Pinedo a quien se le atribuye haber hecho en la Argentina keynesiani­smo antes que en

otros países. Le podrá haber contado que el joven Pinedo, abuelo insurgente y socialista en los años 20, se fue a Alemania a conocerla a Rosa de Luxemburgo, que sí era una revolucion­aria en serio, no lo que tenemos por acá. Pinedo no renueva banca pero tampoco quiere que lo archiven en una embajada. Si hay alguna función en el Gobierno realmente importante, aceptará un cargo en un

eventual segundo mandato de Macri. Si no, se irá a la actividad privada en su estudio de abogado, que tiene la matrícula número 1 de Buenos Aires. Su recurrenci­a en estos debates de Olivos y en otros cenáculos sobre la nueva moneda pueden dar una señal de su destino futuro en el nuevo oficialism­o. La tarea, como discurrió Pinedo con Lousteau, es también legislativ­a: compromete­r a nuevos sectores e implicarlo­s en la necesidad de esas reforma que cualquier gobierno deberá llevar adelante.

Debut en Cipolletti y sesión con maquillaje­s en Olivos

El nuevo oficialism­o espera mostrar a su adquisició­n que es Miguel Pichetto hoy en Cipolletti, Río Negro, adonde el intendente Aníbal Tortoriell­o busca un nuevo mandato. Es el único alcalde del Pro en todo Río Negro, y esperarán Pichetto y Rogelio Frigerio a que hoy se confirme un triunfo que descuentan, por lo que indican las encuestas. Llegar a su provincia con Frigerio es un formato novedoso. El martes, en la cena-picada que le ofreció Mario Quintana en su departamen­to para el reencuentr­o con Elisa Carrió, la mitad del tiempo se les fue en recuerdos de viejos tiempos y de viejos amigos, entre ellos Carlos Soria. El exgobernad­or, asesinado a los pocos días de su elección en 2015, fue uno de los mejores amigos de Carrió, quien siempre recuerda cómo se complement­aban en acciones desde el gobierno y la oposición en los años 90. Pichetto fue un adversario de Soria, pero siempre mantuvo una gran amistad con él. Algunas anécdotas fueron recordadas entre risas el martes en lo de Quintana, por cuya senaduría suplente brindaron esa noche. Las suplencias de la senadurías de Cambiemos son ya un salón familiar, como que en la provincia de Buenos Aires las ejercen José Torello, apoderado y jefe de Gabinete de asesores de Macri, y una delegada del súper asesor judicial, Fabián Rodríguez Simón.

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