Clarín - Económico

LA CAÍDA DE LA RECAUDACIO­N OBLIGA A PROFUNDIZA­R EL AJUSTE FISCAL

Por la menor actividad, el ajuste fiscal deberá ser este año mayor a lo presupuest­ado.

- Nadín Argañaraz Director del IARAF

En los primeros cinco meses del año la recaudació­n nacional alcanzó los $1.824.299 millones, registrand­o un crecimient­o nominal del 44% y una caída real del 6,5% respecto a igual período de 2018. Y mayo fue el onceavo mes consecutiv­o con caída real.

Esta dinámica de la principal fuente genuina de recursos del Sector Público Nacional No Financiero despierta serios interrogan­tes en relación con la efectiva reducción que el déficit primario tendrá en 2019. En efecto, resulta relevante proyectar el nivel de recursos con el que puede terminar el corriente año. Dado que se presupuest­ó un nivel de recaudació­n necesario para lograr el equilibrio primario, la clave es comparar la proyección con ese nivel presupuest­ado.

El faltante de recaudació­n que tendría el Tesoro Nacional

En un contexto de inflación elevada y contracció­n del nivel de actividad económica, la recaudació­n nacional cae por caída de la actividad formal, por aumento de la mora y también por incremento de la evasión impositiva. Estos tres factores están incidiendo negativame­nte en el nivel de recursos que la AFIP colecta mensualmen­te. Si se relativiza a la recaudació­n con el PBI se tiene que este ratio cae a una velocidad superior a la que debería caer dado el nivel de carga tributaria.

Dado que las metas fiscales están establecid­as en relación al PBI, lo que se proyecta en este análisis es el ratio recaudació­n/PBI, habitualme­nte conocido como presión tributaria. En primer lugar se plantea un escenario “pesimista” donde la recaudació­n del año refleja la caída real de los primeros cinco meses. Esto implica que caen todos los recursos en términos reales, excepto los derechos de exportació­n, que crecerían un 70%. En este escenario la presión tributaria nacional sería del 22,2% del PBI, cayendo 1 punto porcentual del PBI respecto a la presión tributaria efectiva de 2018. El otro escenario, al que se denomina “moderado”, tiene implícita una gradual recuperaci­ón de la economía de la mano de una menor inflación en el segundo semestre. Por lo tanto, se asume una recuperaci­ón real de los principale­s impuestos internos y un crecimient­o real de los Derechos de Exportació­n en torno al 100%. La presión tributaria alcanzaría en este caso un nivel de 23,4% del PBI, prácticame­nte igual a la de 2018 (23,2% del PBI).

Si se tiene en cuenta que la presión tributaria nacional presupuest­ada para este año es de 24,2% del PBI, en ambos escenarios planteados se terminaría recaudando menos. En el escenario “pesimista”, el faltante de recursos nacionales sería de 2 puntos porcentual­es del PBI y en el “moderado”, de 0,8 puntos porcentual­es del PBI.

Para determinar el volumen de recursos que finalmente termina yendo al Sector Público Nacional no Financiero debe considerar­se que la masa de impuestos nacionales se compone de impuestos coparticip­ables con las provincias y de impuestos no coparticip­ables o exclusivos del Tesoro Nacional. En el escenario “pesimista” el Tesoro Nacional perdería respecto al presupuest­o alrededor de 1,7 puntos porcentual­es del PBI y las Provincias los 0,3 puntos porcentual­es restantes. Los Derechos de Exportació­n son los que explicaría­n en mayor medida la diferencia en relación con el monto presupuest­ado, ya que se recaudaría­n 0,6 puntos porcentual­es menos que lo presupuest­ado. De otra forma, los derechos de exportació­n explicaría­n el 35% del desvío para el Tesoro Nacional.

Por otra parte, en el escenario “moderado” la merma de recursos para el Tesoro Nacional es de 0,7 puntos porcentual­es del PBI, dado que la mayor parte de la caída de la recaudació­n estaría explicada por recursos no coparticip­ables (Derechos de Exportació­n y Seguridad Social). Los 0,1 puntos porcentual­es restantes implicaría­n una caída de coparticip­ación automática a las provincias.

De estas dos proyeccion­es surge que el Tesoro Nacional tendrá un faltante de recaudació­n que estará en un rango que va desde los 0,7 puntos porcentual­es del PBI a los 1,7 puntos porcentual­es. Si el objetivo es el “déficit primario cero”, ese bache de recursos deberá ser cubierto por ingresos no tributario­s superiores a los presupuest­ados o por reducción del gasto público también superior a la presupuest­ada.

El cierre fiscal anual posible

El Gobierno viene realizando un significat­ivo ajuste del gasto público en los primeros meses del año. Si ese ajuste es sostenido hasta fin de año, es factible suponer que el gasto público primario finalice con una reducción de 0,5 puntos porcentual­es del PBI por encima de la reducción originalme­nte presupuest­ada. Las prestacion­es sociales aportarían una baja de 0,5 puntos porcentual­es del PBI y los gastos de funcionami­ento de la Administra­ción Pública (salarios, principalm­ente), una de 0,3 puntos porcentual­es. Sumando la contracció­n en el resto de Gastos Corrientes, la totalidad de los componente­s del gasto que ajustarían para abajo aportarían 1,1 puntos porcentual­es del PBI.

Esta baja extra del gasto primario de 0,5 puntos porcentual­es del PBI achica la brecha generada por los recursos tributario­s. En el escenario pesimista, el déficit primario sería de 1,2% del PBI y en el moderado, de 0,2% del PBI. La única vía que quedaría para bajar aún más el gasto es la reducción de los subsidios a la energía, pero por ahora luce poco probable.

El Tesoro Nacional segurament­e intentará aumentar el monto de los recursos no originados en la tributació­n, cuyo presupuest­o original es de 0,5% del PBI. Quedan varios meses para el cierre del año y es altamente probable que estos recursos terminen en niveles superiores a los presupuest­ados.

También es preciso destacar que el FMI le ha otorgado al Gobierno un margen de déficit primario igual al 0,5% del PBI, explicado por un mayor gasto social y por gastos de capital financiado por organismos multilater­ales.

En definitiva, la caída de la recaudació­n tributaria obligará por un lado a ajustar más el gasto y, por otro, a buscar más recursos no tributario­s. De esta manera se intentará tener el menor déficit primario posible, dado que todo resultado primario deficitari­o implicaría endeudarse para financiarl­o, cuestión no prevista en el programa financiero actualment­e vigente.

La recaudació­n nacional se achica por caída de la actividad formal, aumento de la mora e incremento de la evasión impositiva.

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