Clarín - Económico

Una app para encontrar el amor, no para conseguir citas

Slow date. Ante el vértigo de Tinder, esta aplicación busca usuarios que apunten a relaciones más profundas.

- Paula Ancery Especial para Clarín

Federico Volinsky es una de esas personas que no estarían casadas si no fuera por Internet. Conoció a quien hoy es su esposa personalme­nte, en una fiesta; pero en esa oportunida­d no pasaron de un “hola, ¿qué tal?”. Luego la buscó en Facebook y logró que ella le respondier­a mensajitos de chat. A todo esto, él, que es argentino, estaba viviendo en Miami; y ella, que es uruguaya, estaba viviendo en el Reino Unido. Después de un día en que chatearon siete horas seguidas, se citaron para verse por segunda primera vez. Solos, en Uruguay.

Volinsky se explica por su propia historia personal el hecho de que las aplicacion­es “tradiciona­les” de citas —como Tinder— tengan una proporción de efectivida­d en torno de sólo 5%, al menos si ésta se mide por la formación de parejas. “El amor no se basa en la mejor foto de perfil de uno”, afirma. “Tiene que haber una atracción física, pero también una conexión emocional”, que fue la que se puso de manifiesto a lo largo de tantas horas de chat con su hoy esposa. “La gente está cansada de las aplicacion­es de citas que te ‘venden’ matches, pero en realidad están proponiend­o dos personas que se ponen ‘like’ a una foto, como en cualquier red social”, agrega.

Por eso, él no define a su empresa BlindLove como a una app para obtener citas, sino que prefiere la traducción literal: una aplicación de amor. Esto es así porque se desarrolló sobre el concepto de “slow date”. Por ejemplo, las imágenes de los usuarios están inicialmen­te desenfocad­as, como si la foto hubiera salido borrosa o movida. Gracias a la opción sneak peek, el usuario puede elegir develarle una porción de su foto a la persona con quien se está comunicand­o, y seguir develándos­ela gradualmen­te, según crezcan la interacció­n, hasta que se muestre la imagen completa.

Esto no sólo se relaciona con que “lo esencial es invisible a los ojos”, sino también con cuestiones de comodidad y hasta de seguridad que interesan, sobre todo, a las mujeres. “A cualquiera le resultaría embarazoso encontrars­e con una persona conocida en una app para buscar pareja; pero el hombre es más tiro al aire”, dice el emprendedo­r. Un obstáculo más serio es la renuncia a la privacidad implícita en el hecho de darle el número de teléfono a un desconocid­o. En BlindLove eso no es necesario. Se pueden mandar mensajes de texto e incluso de audio resguardan­do la privacidad.

Un beneficio que claramente aprovechan más los hombres es el calendario de citas. De entre los muchos estudios y expertos que Volinsky consultó para desarrolla­r la app, surgió que, cuando alguien invita formalment­e a una cita, suben las chances de que la respuesta sea afirmativa. Pero algo a priori tan tonto como “¿vamos tal día, a tal hora, a tal lugar?” puede convertirs­e en algo complicado de decir. Por eso, BlindLove tiene un “calendario” de citas donde se puede clickear una fecha y se despliega un menú con opciones como ir al cine o lugares para comer o tomar tragos. Al invitado le aparece un aviso como “Fulano te invita el sábado a cenar a X restaurant, ¿aceptás?”

Volinsky tiene una larga historia como emprendedo­r en EE.UU., “siempre creando desde cero, pero nunca en lo tecnológic­o”. Alguien le dijo que, si le interesaba crear en esta área, buscara un problema personal para solucionar. Él vio que en las apps de citas la mayor parte del trabajo no está en la interacció­n, sino en el proceso de autopresen­tación y selección, lo que termina convirtién­dolas en un “segundo trabajo” que demanda esfuerzo, frustració­n y resilienci­a.

BlindLove requirió dos años de desarrollo. Volinsky formó un team de ex empleados de Microsoft y Google, expertos en productos digitales y diseño de UX. La inversión inicial fue de US$150.000 de ahorros suyos y de su esposa, y de US$115.000 provenient­es de amigos y conocidos.

La app está operativa en español y en inglés, en iOS y Android, en una versión gratuita y en otra premium — que, por ahora, sólo es una opción en Miami y en Europa, por la cual se cobran US$15—. “Tenemos una base de usuarios en Miami y bastantes en México, pero estamos enfocados en Argentina, que es un buen lugar para empezar”, indica. No tanto porque él sea argentino, sino porque “somos muy sociables” y porque éste es el segundo país de Sudamérica (después de Brasil) más abierto a usar este tipo de aplicacion­es.

El plan de Volinsky es llegar a tener 300.000 usuarios en el país —especialme­nte en Buenos Aires— de acá a fin de 2019, y llegar a facturar un millón de dólares en su primer año de operacione­s “a escala planetaria”.

BlindLove tiene 10 empleados que trabajan en forma remota, ya que la firma todavía no tiene una sede, que en el futuro puede estar en Miami o California. “La idea es llegar a Silicon Valley y, en un plazo de alrededor de cinco años, ser comprados por alguno de los grandes”, anticipa Volinsky.

Tiene indicadore­s para sustentar tanta fe. En una presentaci­ón, una posible inversioni­sta que después terminó siéndolo, le dijo: “Esta es la aplicación que un padre elegiría si tuviera que elegir una para su hija”.

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NÉSTOR GARCÍA Federico Volinsky. Busca captar 300.000 usuarios.

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