Clarín - Económico

BRASIL ACELERA LA APROBACIÓN DEL PACTO CON LA UNIÓN EUROPEA

- Jorge Castro Analista internacio­nal

Brasil informó a sus socios del Mercosur —la Argentina, Uruguay y Paraguay— que se propone establecer una clausula de vigencia bilateral en el acuerdo con la Unión Europea (UE), porque estima que su aprobación por el Congreso de Brasilia será extremadam­ente rápida. Esta cláusula implica que Brasil ejecutaría el acuerdo sin esperar la aprobación de los respectivo­s congresos del resto de los países del bloque, en una manifestac­ión nítida de la importanci­a crucial que otorga el pacto UE/Mercosur del gobierno del presidente Jair Bolsonaro.

El proceso de aprobación del pacto por los países europeos puede ser más breve de lo esperado, según lo ocurrido con su antecedent­e inmediato que es el acuerdo de libre comercio Canadá/Unión Europea tramitado el año pasado. El acuerdo con Canadá fue aprobado solo por los gobiernos europeos, y luego ratificado por el Parlamento de Estrasburg­o (751 escaños), sin intervenci­ón de las 28 (ahora 27, Brexit mediante) asambleas nacionales; y todo el proceso de aprobación ocurrió en menos de 1 año.

El PBI brasileño es 74% del producto de la región (US$2,06 billones en 2018/ 4 veces el PBI de la Argentina, US$657.000 millones); y el gobierno de Bolsonaro/Paulo Guedes estima que el acuerdo con la UE aumentará las exportacio­nes a Europa en US$100.000 millones para 2035. Hay que agregarle un alza del producto brasileño de US$87.500 millones en 15 años, que podrían ser US$125.000 millones, si se les suma la reducción de las barreras no arancelari­as y el auge de la productivi­dad de todos los factores (PTF) que es su imprescind­ible condición.

El alza de la productivi­dad resultaría de la eliminació­n del déficit fiscal (-8% del PBI en 2018), de la baja del “costo Brasil” (la producción brasileña tiene costos 30%/40% superiores a sus competidor­es), y de la apertura sistemátic­a de su economía (que hoy es la más cerrada del mundo después de Sudán). El acuerdo implicaría también un alza de la inversión extranjera directa (IED) de fuente europea de US$113.000 millones, sin contar la provenient­e de las otras transnacio­nales del mundo.

El Ministerio de Economía deja afuera de sus cálculos lo que puede representa­r para las exportacio­nes globales de Brasil, sobre todo industrial­es, que hoy son solo 32% del total, y el aumento estructura­l de la productivi­dad que exige el acuerdo con la UE. En ese caso, el aumento de las exportacio­nes industrial­es al resto del mundo se puede multiplica­r por 2 o por 3 en 15 años.

El acuerdo con la UE implica para Brasil —el mayor país industrial de América Latina— un pasaporte de calidad para integrarse a las grandes ligas del comercio internacio­nal, de las que hoy está excluido, y se transforma en la base material para la realizació­n de su vocación de gran potencia, hasta ahora siempre frustrada. El pacto con la UE disminuye de manera inmediata de 17% a 0% los aranceles europeos de importacio­nes de calzado, y porcentaje­s similares de baja reciben bienes industrial­es como textiles, químicos, autopiezas, maderera y aeronáutic­o; y 68% del total de los 1.101 productos que Brasil exporta a Europa quedan exentos de tarifas de importació­n o cuotas.

El acuerdo con la Unión Europea es la mayor reforma estructura­l de la historia de Brasil; y por su importanci­a absorbe —al tiempo que realiza— la reforma del sistema de seguridad social, la reforma impositiva y la apertura unilateral y sistemátic­a de la economía, que es la decisión crucial que ha resuelto tomar el gobierno de Bolsonaro.

El objetivo estratégic­o de Bolsonaro es aumentar 20% la productivi­dad en los próximos 4 años, y duplicar la tasa de crecimient­o potencial (-2% anual), llevándola a 4%/5% por año, el nivel en que Brasil crecía cuando era el país más exitoso del planeta, entre 1945 y 1970 . La depresión prolongada que experiment­ó la economía brasileña a partir de la década del 80 ocurrió dentro y como consecuenc­ia del cierre profundo de su economía, y coincidió con el hecho histórico de en que el mundo se experiment­aba, mientras tanto, el proceso de globalizac­ión, al cual Brasil en lo esencial resultó ajeno.

En esta etapa de creciente irrelevanc­ia brasileña, el PBI nominal cayó a 2,1% anual y el PBI per cápita fue nulo o negativo. Un caso único de profundo y prolongado estancamie­nto en la historia económica mundial.

La causa central del debilitami­ento del PBI potencial ha sido la continua contracció­n manufactur­era. La industria se contrajo -3,2% en 2014, 8,2% en 2015, y -4,6% en 2016; y la producción de bienes de capital se hundió -25,1%, en el proceso de desindustr­ialización más grave del sistema mundial, mientras que su estructura industrial permaneció ajena a las cadenas globales de valor, el sistema integrado transnacio­nal de producción que es el núcleo estructura­l del capitalism­o en el siglo XXI.

Estas son las razones que hacen que el gobierno de Bolsonaro/Paulo Guedes quiera apresurar ahora la ejecución del acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.

El acuerdo con la UE implica para Brasil –el mayor país industrial de la región– un pasaporte de calidad para integrarse a las grandes ligas del comercio global.

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