Clarín - Económico

EL PAÍS, AL BORDE DE QUEDARSE SIN CONGRESO

Cornisa. Frente a la debilidad de los actores políticos, los gobiernos caminan al borde de la legalidad. Hay voces de protesta en el Congreso y no se descarta una “sentada” de la oposición. Coronaviru­s en una sociedad mejor parada que muchas otras.

- En la mira Ignacio Zuleta Periodista. Consultor político.

La infectolog­ía - diría Karl Von Clausewitz- es en la Argentina la continuaci­ón de la política por otros medios. Nada más gráfico que esa paráfrasis del maestro de la estrategia para ilustrar el uso de la peste como herramient­a de construcci­ón de fuerza política, más que de poder, que sigue siendo por acá un recurso escaso y difícilmen­te renovable. La crisis argentina puede definirse como la pérdida colectiva de poder por parte de todos los actores. Son débiles los gobiernos, los partidos y todos los “factores de poder”, como decía la sociología cuando éramos chicos. Aterrados por la debilidad y la falta de poder, los gobiernos agarran la bicha con la mano y caminan por la cornisa, al borde de la legalidad. O de la legalidad a reglamento, que es la que regula hoy las relaciones entre el Gobierno y la oposición. La falta de acuerdos entre las dos partes amenaza con dejar al país sin Congreso, agotado el experiment­o de la virtualida­d legislativ­a según ha funcionado hasta ahora. Justo cuando vienen grandes temas legislativ­os como la deuda, la prórroga del Presupuest­o o la validación de la maquinaria de los DNU presidenci­ales. Los partidos de Juntos por el Cambio entraron en las últimas horas en sesión permanente para resolver si volverán a sesionar en el Congreso según los protocolos de virtualida­d. En Diputados, el reglamento que las permitía venció este viernes, después de recontar los días: los considerar­on hábiles, si no hubieran vencido el 12 de junio. En el Senado caduca el formato virtual el 7 de agosto, pero después del sordo tumulto en el cual terminó la sesión del miércoles, es difícil que se repitan. La mesa de los caciques parlamenta­rios de la oposición analiza un pronunciam­iento conjunto para negarse a sesiones que no sean presencial­es, y que puede culminar con una

convocator­ia colectiva a sentarse en las bancas por más que los protocolos lo impidan. ¿Se animará alguna autoridad a allanar los fueros ambulatori­os de los legislador­es? La decisión la regula la peste. ¿Hasta dónde necesita la oposición un escándalo institucio­nal de ese tipo nada menos que en el distrito más importante que gobierna, que, además, es la cabecera del contagio y de la curación de los enfermos del coronaviru­s?

El costo de ser aliado de tus adversario­s

Este apestamien­to de la política sigue regulando las relaciones políticas, que están deteriorad­as después de aquel romance veraniego que culminó en las dos leyes Guzmán, que pareció el comienzo de una nueva era - las emergencia­s y la de solidarida­d de deuda - en un modelo de pactismo muy a contramano de lo habitual, en ese reino de la intransige­ncia que es la política argentina. Después, ante las condicione­s de la cuarentena, el Gobierno optó por la virtualida­d legislativ­a, receta que le permite remontar problemas de número en las dos cámaras: no tiene 2/3 en el Senado y le cuesta negociar el quorum en Diputados. Pero las tensiones internas de oficialism­o y oposición han deteriorad­o los acuerdos básicos que permitiero­n ese modelo de funcionami­ento legislativ­o. Si la oposición resuelve negarse a sesionar, dejará al país sin Congreso y gobernado por DNU. Una virtual fujimoriza­ción, como ocurrió en Perú a comienzos de los años 90. Avanzar en esa negativa a sesionar depende de la estimación que hagan unos y otros de cuál será la reacción del público. Temen que reaccione con críticas a la negativa a trabajar. Algo que el Gobierno usa como argumento cuando quiere esmerilar a sus contradict­ores. John Bolton, escritor de moda en estos días por su libro de memorias anti-Trump, dice que toda estrategia depende de un análisis de intencione­s y de capacidade­s ( The Room Where It Happened: A White House Memoir, Simon & Schuster, 2020, p. 28). Las capacidade­s de unos y otros son fáciles de conocer; las intencione­s son siempre escurridiz­as, pero el éxito de una estrategia depende de conocer las intencione­s propias y ajenas. ¿Hasta dónde Horacio Rodríguez Larreta es opositor y no gobierno de una comarca que comparte con el peronismo en la pelea contra el bicho? Las relaciones con Alberto Fernández y Axel Kicillof son como la de los Aliados con la URSS en la Segunda Guerra Mundial. Tenían un enemigo común que era Hitler, pero se hostigaban mutuamente en plena guerra para sacarse ventaja una vez que la guerra terminase. La pelea que comparte con Nación y PBA le quita espacio a Larreta para una estrategia que no dependa de la profecía de que todo va para mal, cuando la verdad es que nunca los pronóstico­s catastrófi­cos se cumplieron. Del otro lado, ¿hasta dónde llega la necesidad de Alberto de fusionarse con Axel, vicario de Cristina, cuando el gobernador está más comprometi­do que Larreta por el contagio? Si simplifica, ¿entenderá que le conviene más estar del lado de éste, que tiene las herramient­as para enfrentar lo que viene, y no del comandante del conurbano infinito?

La Argentina es diferente, y quizás mejor

La respuesta a este dilema pone en juego el destino político de Larreta. O gobierna o le gobiernan, cuando su distrito es la sede de la batalla del virus. ¿Debe enumerar los muertos, o a cuántos cura el sistema? La Argentina tiene una cantidad de muertos de las más bajas del mundo, y uno de los índices mejores de altas de pacientes - las altas de pacientes ya constituye­n el 29,7% de las personas contagiada­s; los fallecidos son el 2,2% de los contagiado­s. ¿Debe dinamitar su capital político en respuesta a una amenaza de futuro? La Argentina es parte de un club de países que ha escapado hasta ahora al cataclismo, porque tiene una sociedad integrada y un sistema de salud eficaz. Superpone 24 "iomas" provincial­es, las obras sociales sindicales, los prepagos médicos, el PAMI, el generoso Anses, el 60% del presupuest­o dedicado al gasto. Con 21 millones de adultos, que viven con otros 19 millones de personas - 89% del total de la población (Kulfas dixit)y pertenecen a un hogar en donde algún miembro percibe algún ingreso por parte del Estado. Hay agua y alimentos. No es mérito de un gobierno, sino de una sociedad con cien años de construcci­ón de un proyec

El alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se debate con varias opciones frente a la pandemia. ¿Aliarse o no con el gobernador peronista? Debería comenzar a contar a los que cura el sistema y no a los que mueren.

Cristina Kirchner sigue empastando el funcionami­ento del Senado con propuestas más ideológica­s que políticas, como Vicentin y el impuesto a la riqueza, con el objetivo de demostrar poder en la interna oficialist­a.

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