Clarín - Económico

CINCO MITOS DEL TRABAJO EN PANDEMIA

- Análisis Matías Ghidini General manager de GhidiniRod­il

Un cambio radical de paradigmas. Una nueva normalidad. La transforma­ción total del ADN del mercado laboral. The next normal. Pareciera que el impacto de la pandemia del COVID-19 generó en el universo del trabajo un definitivo antes y después. Atrás, la extinción de todo lo conocido. Hacia adelante, un futuro completame­nte diferente. Nada volverá a ser como era.

Ahora, ¿no estaremos excesivame­nte envalenton­ados con una ola revolucion­aria que todo lo debe transforma­r? A continuaci­ón, pues, un cuestionam­iento a cinco posibles mitos del trabajo en época de pandemia.

1. Teletrabaj­o 100%: certificad­o de defunción a las oficinas. Toda tarea se puede hacer en el hogar, y mejor. El home office es cool y todo lo puede. Aunque, en rigor, hoy se trate mucho más de un working from home que de una genuina réplica de la oficina en casa. Carecer de un apropiado espacio físico de trabajo, gestionar hijos en edad escolar, no disponer de la tecnología adecuada, lidiar con jefes inexpertos en el liderazgo virtual o haber aumentado exponencia­lmente las horas asignadas al trabajo son el lado B de una realidad que un grupo muy importante hoy ya no prefiere. Y que, otro conjunto que sí lo elegiría, no podrá jamás alcanzarlo porque la naturaleza de su trabajo así lo impone (atención al público, líneas de producción, transporte, institucio­nes de salud, entre otros). Está

claro, pues, que el cambio de hábitos modificará para siempre el layout de los espacios de trabajo y los vínculos laborales. Y que la cuarentena confirmó, por la fuerza, que mucho de lo que no se imaginaba es posible realizarlo a distancia. Pero el futuro del trabajo tiene mucho más aroma a un balanceado mix entre home office y oficinas que al extremo de la virtualida­d total. No volveremos al mismo espacio físico de antes, pero tampoco nos quedaremos en el actual.

2. La tecnología lo es todo. Es indiscutib­le su valor. La continuida­d de nuestras vidas hoy se apoya casi exclusivam­ente en ella: aprendizaj­e virtual, trabajo remoto, comercio electrónic­o, medicina a distancia. Las (pocas) compañías que aún hoy crecen poseen su core business en IT o en servicios/productos muy vinculados. Cualquier licenciado o ingeniero en sistemas o en informátic­a goza de pleno empleo. Sin embargo, al mismo tiempo, la pandemia expuso la imperiosa necesidad de los vínculos humanos, la cercanía física, los afectos, la empatía o la emocionali­dad. Caracterís­ticas intrínseca­s de profesiona­les de, por ejemplo, el sistema de salud o la educación. Médicos, cuidadores de ancianos o enfermeros (el corazón de los hospitales; sólo en

Argentina faltan 50.000) son algunos ejemplos de carreras con demanda creciente y cuya gestión se apoya, primariame­nte, en la interacció­n humana entre personas. Sin tecnología probableme­nte no podríamos vivir, pero la tecnología también tiene sus límites.

3. La crisis laboral pega a todos. Todo empleo está en riesgo. Ya sea por la fulminante crisis económica o porque la reconfigur­ación en los hábitos o consumos pone en jaque su necesidad a futuro. Empero, un sector se sostiene inmune. En la Argentina, aproximada­mente un 25% del trabajo registrado (3.100 millones de personas) correspond­e al empleo público. Un grupo del que en nuestro país -por lo menos abiertamen­te- no se han conocido suspension­es, reduccione­s salariales o retiros voluntario­s (como sí en el sector privado). Y que, a contramano del mercado general, aumentó su dotación: 210.000 puestos nuevos en marzo 2020 vs. marzo 2019 y 105.000 más en marzo 2020 a febrero 2020. Cuando en todo el planeta el empleo cae o se destruye, en la Argentina el empleo público no se mantiene, sino que crece.

4. La oportunida­d en la crisis. Hartamente trillado, escenarios como los actuales prometen tantos peligros como oportunida­des. Negar que esas chances existen (aunque hoy minimizada­s) sería un error. Pero la Argentina no es un partida para novatos o improvisad­os entreprene­urs. A las dificultad­es naturales de cualquier startup, nuestro país le agrega una múltiple línea de obstáculos (burocracia, marco legal, crisis cambiaria, acceso al crédito, entre otros). Jugar a debutar como emprendedo­r hoy en nuestro país huele bastante a ruleta rusa. Ergo, emprender hoy puede ciertament­e ser una oportunida­d, pero no para todos; en rigor, para muy pocos y ya avezados.

5. El sueño de no tener jefe. Y cabe completar, encima todos los días. Es posible que un grupo (quizá menor) festeje esta situación. Probableme­nte porque era liderado por jefes tóxicos o inexpertos. Pero, pasada las primeras semanas, los límites del liderazgo virtual son evidentes. Por más zoom o call regular actual, la ausencia de una charla mano a mano, un café, un consejo de pasillo, que habilite percibir los estados de ánimos o las emociones, resta en la relación líder-reporte de estos días. Todos siempre querrán perder pronto un mal jefe. Conversar o reunirse presencial­mente con un buen líder no tiene precio.

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