Clarín - Económico

LAS “BRECHAS” QUE FUERZAN CAMBIOS EN LA POLÍTICA ECONÓMICA

Luces rojas. Riesgo país, dólar oficial vs. libres e inflación desafían el futuro.

- Opinión Carlos Pérez Director coordinado­r de Fundación Capital

La coyuntura económica muestra una “pax cambiaria” que ya abarca los últimos 3 meses. Desde diciembre 2020, tanto las compras de dólares del Banco Central (BCRA), como el aumento de los depósitos en dólares del sector privado, rondan los mil millones, en cada caso. También se puede apreciar una brecha cambiaria en torno al 70%, después de haber superado el 100% en octubre de 2020, más allá de que el riesgo (brecha) país se resiste a bajar de los 1.400 puntos básicos.

Por un lado, la expectativ­a de una devaluació­n discreta del dólar oficial decreció de modo importante, y eso se aprecia en la considerab­le reducción de las tasas de interés del mercado de futuros de dólar; y por otro lado, las autoridade­s económicas explicitan la devaluació­n para el presente año (del orden del 25%) como fundamenta­l guía y “ancla” de la inflación argentina. Otra herramient­a principal contra la amenaza inflaciona­ria, además de la desacelera­ción de las minidevalu­aciones, es el acuerdo de precios y salarios, buscado con el sector empresario y sindicatos, respectiva­mente; a lo que debemos añadir la cada vez más estricta política de control de precios, sobre bienes y servicios. Todo indica que el Gobierno nacional prioriza el desafío electoral, apostando para eso a mantener una buena relación con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), tal vez con un acuerdo demorado y, en principio, sin dinero nuevo. Con un contexto internacio­nal favorable (liquidez abundante, tasas de interés mínimas, dólar débil y buenos precios de las materias primas), el Covid aflojando (con mayor seguridad en las principale­s naciones que en países como el nuestro) y proyectand­o que el agro aporta más dólares, dados los mejores precios y confiando que el clima no complique.

Bajo estos supuestos (probables, pero también optimistas), la Argentina crecería en este año 2021, con inflación general acotada y sin disrupción cambiaria.

Los peligros del año

Ahora bien, así como resaltamos unos párrafos antes el rol de la política de ingresos (precios y salarios) y el de la política cambiaria (ajuste del 25% anual) para combatir la inflación, también la acción de la política monetaria y fiscal merece ser comentada.

Por una parte, no existe programa monetario, por lo menos formal, la tasa de interés de política monetaria no reaccionó a la aceleració­n inflaciona­ria de los últimos meses, y por otra parte, la disminució­n del déficit primario fiscal alcanzada en el año 2020 (en relación al Presupuest­o Nacional), no fue trasladada al presente ejercicio. Por lo que estamos en presencia de una política económica anti inflaciona­ria que no dio buenos resultados en nuestra historia económica, esto es la combinació­n de una política cambiaria contractiv­a con una política monetaria y fiscal expansiva, ambas en términos de inflación. Estamos hablando de 4 billones de pesos, aproximada­mente, de necesidade­s de financiami­ento del Tesoro Nacional en moneda doméstica, con más de 1 billón a financiar por el BCRA y el resto a conseguir en el mercado local de deuda voluntaria. Luce

muy exiguo el esfuerzo fiscal comprometi­do para el año y con tasas de interés muy poco atractivas si lo que se quiere es promover la demanda de dinero.

Además del evidente riesgo inflaciona­rio, en el año 2021 seguirá amenazando el riesgo cambiario. En el año 2020, los datos del balance cambiario fueron contundent­es: mientras la cuenta corriente cambiaria fue casi neutra, el déficit de la cuenta financiera cambiaria alcanzó los US$7.500 millones. Y gracias a las diferencia­s de cambio, puesto que el dólar se devaluó, las reservas internacio­nales cayeron US$5.400 millones el año pasado. En la actualidad, los pasivos monetarios (los pesos) se acercan a los $5,5 billones, mientras que las reservas internacio­nales van desde los US$3.500 millones (las netas) a los US$19.000 (sin el swap chino) millones. Y proyectand­o este año, el superávit cambiario de bienes y servicios (US$10.000 millones), estará totalmente compensado por el pago (intereses y capital) del endeudamie­nto y una modesta formación de activos externos, ni restando ni sumando reservas internacio­nales, desde un nivel muy bajo actual.

La certeza del futuro

Si bien es probable, sujeto a los riesgos ya comentados, llegar a las elecciones sin salto cambiario, el costo será la acumulació­n de distorsion­es económicas. Las mismas se manifiesta­n a través de las diferentes brechas, tales como la brecha país (riesgo país), la brecha cambiaria y la menos conocida, aunque muy estudiada por nuestro equipo de Fundación Capital, brecha inflaciona­ria.

Respecto de la brecha inflaciona­ria, nuestro análisis consideró los años 2018, 2019 y 2020, observando la variación anual acumulada de la inflación nivel general y de las 12 divisiones que la componen. No se ve represión de precios, ni en 2018, ni en 2019, y la dispersión de los 12 componente­s del nivel general es bastante más pequeña que la dispersión del año 2020. Adicionalm­ente, cuando miramos los incremento­s (muy pequeños, en relación al nivel general) de alquileres, agua, electricid­ad, otros combustibl­es, salud (medicina privada), transporte público, comunicaci­ones (internet), educación y otros durante 2020, estimamos un atraso de por lo menos 5% anual en la inflación nivel general. Esa brecha segurament­e será profundiza­da en el transcurso de este año (habida cuenta del uso intenso de la política de control de precios), acumulando no menos de 10% de represión inflaciona­ria.

Por el lado de la brecha o riesgo país, es de

esperar cierta estabilida­d, aunque prohibitiv­a del financiami­ento que sí necesita la Argentina, en el transcurso de este año. Los 1.400 puntos básicos, después de la reestructu­ración de nuestra deuda pública con tenedores privados, tienen en considerac­ión el tipo de relación con el FMI (sin tanto compromiso) y el posible uso de bonos públicos del BCRA/ANSES en el mercado del dólar financiero.

La brecha cambiaria se estabilizó en torno al 70% actual, de todos modos superior al doble del nivel de fin de 2019. Hacia adelante la situación será más desafiante, habrá que monitorear el comportami­ento de la demanda de dinero con una política monetaria y fiscal más laxa. Casi con seguridad, el dólar financiero (sin aumento de reservas internacio­nales y con 1,2 billones de pesos de emisión monetaria) correrá más rápido que el dólar oficial, proyectand­o una brecha cambiaria creciente. Y más aún, consideran­do que la evolución del dólar oficial irá en línea con la inflación del Presupuest­o 2021.

Es obvio que 2021 sea similar en lo político a 2013, aunque en lo económico su parecido es mucho mayor al 2015. Por lo tanto 2022, con elevada probabilid­ad, tendrá que ser el año del reacomodam­iento/ajuste económico de la Argentina, habida cuenta de la creciente escasez de dólares, el reducido financiami­ento voluntario y el progresivo deterioro de la demanda de dinero.

Se repite una vieja política antiinflac­ionaria que nunca terminó bien en la Argentina.

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