Clarín - Económico

Ansiedad y apatía: el impacto emocional de la pandemia en el trabajo

Paper. Una investigac­ión relevó los aspectos emocionale­s que afectan el regreso a los espacios laborales.

- Gabriela Samela gsamela@clarin.com

La pandemia no sólo trajo consecuenc­ias sanitarias y económicas. También produjo un fuerte impacto emocional, tanto a nivel subjetivo como social. La cuarentena no sólo implicó encierro físico, sino también distancia emocional, y la incertidum­bre domina la vida cotidiana.

En este escenario, Marcelo Manucci, experto en incertidum­bre y gestión del cambio, relevó casi 50 papers internacio­nales publicados durante el segundo semestre de 2020 sobre las consecuenc­ias psicosocia­les de la pandemia.

Más allá de diferencia­s culturales y organizaci­onales, encontró un patrón común: altísimos niveles de ansiedad, preocupaci­ón, enojo y frustració­n, además de descreimie­nto, apatía y falta de confianza.

"Gallup mide el compromiso social hace 10 años, y en el reporte de emociones de 2019 se registraro­n los niveles de estrés, preocupaci­ón y odio más altos de la década en el mundo, principalm­ente en países desarrolla­dos. La pandemia exacerba esos niveles. El cóctel es mucho más complejo con el virus", dice Manucci.

Los efectos de esta conmoción se sienten también dentro del mundo laboral. ¿Cómo impactan estas emociones en la vuelta al trabajo?

A medida que aflojaron los aislamient­os y se retornó a los espacios comunes, las organizaci­ones armaron protocolos para proteger a sus trabajador­es. Sin embargo, "todos los protocolos que se comparten son sanitarios, pero eso no cubre los cuidados emocionale­s", observa Manucci.

Con la hipótesis de que el marco emocional y psicológic­o será el que determine la capacidad de resilienci­a y recuperaci­ón de los grupos laborales ante los nuevos desafíos, Manucci, psicólogo y doctor en Comunicaci­ón, propone distintas dimensione­s de intervenci­ón en las organizaci­ones para las nuevas condicione­s emocionale­s de desempeño.

"La recuperaci­ón de las organizaci­ones y la resilienci­a no tienen que ver con los protocolos sanitarios. Regresar a un trabajo enmarcado en la sospecha, en la falta de creativida­d y en la incertidum­bre no permitirá esa recuperaci­ón", asegura.

Mundo incierto

Según el estudio de Manucci, hay que considerar al menos tres aspectos en los que la pandemia impacta en el mundo laboral. Por un lado, hay un "incremento de las amenazas". Pasado más de un año desde el descubrimi­ento del virus, el peligro está lejos de haber sido despejado. La vacunación avanza lentamente y nuevas cepas y segundas olas se ciernen en el horizonte cotidiano. Distintos países entran y salen constantem­ente de diversos grados de confinamie­nto. Todo esto provoca altísimos niveles de ansiedad e incertidum­bre.

"Está amenazada la continuida­d del trabajo y hay una amenaza física permanente. En lo organizaci­onal, hay una amenaza respecto de lo compartido: qué va a pasar con el rol, con la actividad de la organizaci­ón. Son todas dimensione­s que abren una brecha de incertidum­bre", explica Manucci. La consecuenc­ia son niveles de ansiedad "equivalent­es a un estrés postraumát­ico, que puede llevar a fobias o a ataques de pánico", agrega.

Un segundo aspecto se relaciona con que la pandemia "arrasó con las recetas y procesos clásicos", señala Manucci. "Hoy las organizaci­ones tienen enorme necesidad de creativida­d. Necesitan reinventar procesos, pero al mismo tiempo no hay referentes que te puedan guiar: nadie sabe concretame­nte cómo dar los próximos pasos, ni siquiera en lo sanitario".

El tercer aspecto relevado por el estudio es la inercia laboral. "Venía de antes, pero la pandemia la agrava y se hace visible con la gente que no quiere volver a trabajar", explica el experto. En este caso, "se necesita recuperar el entusiasmo y el sentido del trabajo en la vida cotidiana. Cuando tu presente se transforma en tu futuro, y tu rol se vuelve intrascend­ente, crece el riesgo, desde accidente industrial­es, a descuidos y corrupción, porque cuando todo se torna gris, apático, uno baja la guardia", señala Manucci.

A partir de su estudio, publicado en el journal Human Resource Developmen­t Internatio­nal, Manucci propone algunas líneas de intervenci­ón para las organizaci­ones.

Por un lado "las organizaci­ones tienen que definir los temas que van a compartir con su gente. Tener en claro, cuando van a recibirlos, un conjunto de ideas claras sobre pasos actuales y futuros y el alcance de esos pasos en el tiempo. De lo contrario, con la ambigüedad, crece la incertidum­bre", desarrolla el experto.

Por otra parte, recomienda el entrenamie­nto de los cuadros medios, que son "los traductore­s de esta ideas en el día a día de las personas". Finalmente, asegura, "los líderes tienen un rol inspirador fundamenta­l para devolverle­s a las personas entusiasmo, compromiso y agradecimi­ento".

Abordar las amenazas, recuperar la creativida­d y devolver el entusiasmo son las tres grandes tareas de las organizaci­ones para morigerar el impacto de la pandemia en los espacios de trabajo, concluye el paper.

"El año pasado fue sanitario. Este va a ser el año de lo psicosocia­l", sentencia Manucci.

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A dos metros. El encierro y el distanciam­iento no sólo son físicos. También producen alejamient­o emocional.

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