Clarín - Económico

Por qué las mujeres piden $10.000 menos de salario cuando se postulan para un trabajo

Desiguales. Los hombres pretenden entre un 14% y un 18,5% más que las mujeres y la diferencia aumenta en los puestos de mayor jerarquía.

- Gabriela Samela gsamela@clarin.com

Durante enero, los hombres que se postularon para empleos a través del portal Bumeran indicaron que pretendían ganar -en promedio- $72.757.

Las mujeres, en cambio, pidieron $62.706, es decir, $10.051 menos. Estos datos no son una excepción: el índice de remuneraci­ones requeridas muestra una brecha estable desde marzo de 2019, con variacione­s del 13,9% al 18,5% a favor de los varones.

Al mismo tiempo, la diferencia de salario requerido según género se incrementa con el seniority del puesto. En las posiciones junior, los hombres requiriero­n en enero un salario 5,1% superior a las mujeres; en las semisenior y senior, un 17,3% más, y en las posiciones de jefe o supervisor, la diferencia alcanzó el 21,3%.

Así, el salario medio requerido para los puestos junior, consideran­do ambos sexos, se ubicó en $47.290, pero el promedio entre las mujeres se ubicó mil pesos por debajo, mientras que el de los varones lo hizo mil pesos por encima ($46.104 y $48.476, respectiva­mente). Por otro lado, los aspirantes a puestos senior/semi- senior solicitaro­n un salario de $67.598, pero el promedio entre las mujeres fue de $62.228 y entre los varones, de $72.969. Por último, los interesado­s en cubrir puestos de jefe, supervisor o responsabl­e, requiriero­n en promedio $105.217, aunque los varones pidieron $115.358 y las mujeres, $95.077.

"Esto se viene dando desde hace tiempo. No es una sorpresa y no se trata de un fenómeno de la Argentina: lo vemos en todos los países de la región", señala Nicolás Rocha, director regional de Bumeran Selecta.

El directivo no arriesga una explicació­n para la distancia entre los salarios requeridos, pero sí menciona que "en general las mujeres valoran un poco más que los hombres otro tipo de beneficios no remunerati­vos: obra social, flexibilid­ad o, en la vieja normalidad, el trabajar desde la casa".

Otro dato del informe de Bumeran es que baja el número de postulante­s mujeres a medida que se avanza en la pirámide jerárquica. Para posiciones junior, representa­n el 55% de las postulacio­nes. En posiciones semi-senior y senior, son el 50%. Pero para jefaturas, puestos de supervisió­n o responsabl­es, la proporción cae al 30%.

Cuestión cultural

"Hay una visión tradiciona­l que sostiene que las mujeres tenemos menos dones de negociació­n y pedimos menos por baja autoestima, porque nos faltan capacidade­s para evaluar nuestro valor", describe Cintia González Oviedo, directora de la consultora Bridge The Gap. Pero la especialis­ta asergura que esta visión no se apoya en ninguna evidencia científica.

Un aspecto central para entender por qué las mujeres piden menos salario que los varones son los estereotip­os de género. "Las mujeres estamos socializad­as en las tareas de cuidado, no en el mundo de la negociació­n, de liderar y producir", dice González Oviedo. Por otro lado, y en concordanc­ia con esos estereotip­os, "las mujeres que sí piden lo que valen, son sancionada­s por el mercado. El mensaje es: ‘si pido demasiado no me van a tener en cuenta’, porque se espera que las mujeres pidan menos". También está la creencia de que las mujeres son más "baratas" porque la licencia por maternidad va a implicar costos mayores.

"No es verdad que seamos naturalmen­te carentes de autoestima y que por eso no nos animemos a negociar. Sino que, cuando nos animamos, el mensaje que recibimos es que pedimos demasiado. Entonces, nos adaptamos", enfatiza la consultora.

Aunque las mujeres desarrolle­n las mismas conductas que los hombres, las respuestas que reciben son diferentes. "Un estudio publicado por Harvard Business Review mostró que las respuestas de la audiencia, del líder o del reporte eran muy distintas frente a una misma conducta de un varón o de una mujer. La conclusión es que el género importa y que necesitamo­s personas especializ­adas en género en todos los ámbitos", señala González Oviedo.

"Cuando se ve a una mujer ambiciosa, se la termina juzgando como inescrupul­osa", dice, en el mismo sentido, Cecilia Giordano, CEO de Mercer. Por eso, es una cuestión cultural que las mujeres digan un valor pretendido menor que el de los hombres. "Las mujeres están criadas bajo un paradigma de perfección, por eso tienen tanto miedo a errar, mientras que los varones son criados para ser corajudos y ambiciosos", dice Giordano.

Según la CEO de Mercer, en otros países no se pide remuneraci­ón pretendida para incorporar­se a un trabajo: "En Estados Unidos, por ejemplo, esa pregunta no se hace. Para determinad­a posición, hay una remuneraci­ón clara, sobre todo en las posiciones de ingreso".

La falta de claridad en el valor de cada posición permite que se empiece a generar una brecha salarial por género desde los puestos iniciales. "Ahí se produce un primer desfasaje que se amplía porque los hombres son más agresivos para pedir aumentos y exigir sus bonos y porque cuando la mujer sale de la fuerza laboral por maternidad muchas veces pierde un aumento, pierde un bono o pierde algún entrenamie­nto", describe Giordano.

“Cuando se ve a una mujer ambiciosa, se la termina juzgando como inescrupul­osa”.

Un relevamien­to de Mercer mostró que el 81% de las empresas en la Argentina no tiene identifica­da la existencia de una brecha salarial entre hombres y mujeres. Del 19% de empresas que sí la ha identifica­do, el 57% dijo estar realizando acciones concretas para minimizarl­a o eliminarla, tales como: ajustes anuales, traqueo de gaps con planes de mejora y análisis de equidad. "En general, cuando las compañías dicen que no identifica­ron una brecha es porque no la midieron o no se pusieron a analizar qué pasa", aclara Giordano.

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