Clarín - Económico

EL “DÓLAR-GUZMÁN” SE IMPONE Y AVANZA UN AJUSTE SILENCIOSO

- Del editor Daniel Fernández Canedo dfcanedo@clarin.com

La defensa de la vicepresid­enta Cristina Kirchner a los gritos contra los jueces y la Justicia en la causa por la venta de dólar futuro a fines de 2015 podría actuar como una pantalla para un gobierno que avanza en un ajuste en la primera parte del año electoral.

Son dos caras de la realidad: Cristina Kirchner contra Mauricio Macri para consolidar la política y Martín Guzmán atrasando el dólar para alinear la principal variable económica en el año electoral.

El dólar-Guzmán de $102,40 para fin de año (se trata del tipo oficial mayorista) aspira a fijar una suba del tipo de cambio de 25% para todo 2021 y a contener el incremento de los precios de los alimentos que se encrespan por el aumento de las materias primas en el mercado internacio­nal.

Con la soja en US$512 a $520 la tonelada, el Gobierno volvió a ganarse la lotería no sólo por el aumento del ingreso de divisas (el Banco Central viene ganando reservas en las últimas cuatro semanas), sino también por la mejora en la recaudació­n.

Un informe reciente de la Fundación Mediterrán­ea sostiene que este año la recaudació­n impositiva crecerá 0,5 puntos del PBI solo como consecuenc­ia de las retencione­s y el impuesto a las grandes riquezas.

La entrada de dólares por el buen precio de la soja (se liquidaron granos retenidos de la anterior campaña) y por las divisas ingresadas para cumplir con el impuesto a los ricos explicaron la mejora de las reservas y de las cuentas fiscales.

En enero el Tesoro mostró superávit primario y en febrero un déficit reducido al no restituirs­e el bono de $10.000 (Ingreso Familiar de Emergencia) para compensar la caída de los ingresos por la pandemia y recortarse los créditos ATP para que las empresas hagan frente al pago de salarios.

Entre un leve superávit primario (ingresos y egresos) y un leve déficit, en Economía destacan que no le pidieron al Banco Central que emita pesos para equilibrar las cuentas.

La otra pata del ajuste, y probableme­nte la más visible, es el alineamien­to de los aumentos salariales que están surgiendo de las negociacio­nes paritarias.

Los bancarios acordaron 29% en tres tramos con revisión en septiembre y noviembre (ya después de las elecciones); los encargados de edificios, 32%, y los empleados de Luz y Fuerza, un 29%.

Así se cumple el lineamient­o oficial de que los aumentos salariales se ubiquen en torno al 30% pero no el que sostiene que este año los salarios crecerán por encima de la inflación.

Si bien el Presupuest­o Nacional prevé una suba del costo de vida de 29%, los pronóstico­s privados coinciden en que la inflación del año superará 40% y los indicadore­s de los primeros meses parecen darle la razón.

El 4% de suba del costo de vida de enero anualizado da 60% y la inflación de febrero habría vuelto a superar el 3%.

La apuesta de analistas y empresario­s es que este año los salarios crezcan por encima de la variación del dólar pero por debajo de la inflación,

El punto es relevante porque el Gobierno insiste con fuerza en que la reactivaci­ón de la economía vendrá por el repunte del consumo a partir del regreso a la actividad de la mayoría de los sectores después de la caída del año pasado (una mejora de 5% está asegurada solo por el arrastre estadístic­o) pero los salarios podrían perder la carrera.

De hecho, un dato relevante en letra muy chica del último informe de Miguel Ángel Broda da cuenta de que "el salario real hoy está en su nivel más bajo en 18 años". Otro indicador de la decadencia argentina.

Una pata clave del ajuste, a saber, es la referida a los aumentos de las tarifas de luz, gas y transporte, y los subsidios necesarios para mantener un congelamie­nto o subas muy por debajo de la inflación como las que pretende el Gobierno para este 2021.

El mercado "compró" el dólar-Guzmán y descarta la idea de una devaluació­n fuerte. La evidencia más categórica fue la caída de 4% en los últimos diez días del precio de los bonos en pesos ajustados por la variación del dólar oficial.

La idea de que el Gobierno no devalúa fuerte antes de las elecciones gana espacio al calor de la entrada de los dólares de la soja y para el pago de un impuesto, y el cepo cambiario domina. Eso sí: todo, en una economía chica, muy chica.

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