Clarín - Económico

¿SERÁ CIERTO QUE EL QUE APUESTA A LA INFLACIÓN GANA?

- Del editor Daniel Fernández Canedo dfcanedo@clarin.com

El economista Carlos Melconian definió el marco económico en medio de la pandemia con un concepto fuerte:"Si no fuese por la santa soja, esto volaba por el aire".

Puso así en la mesa de discusión una creencia que los mercados, definidos como la gran cantidad de gente que toma decisiones económicas, vienen siguiendo a pie juntillas: el Gobierno no dejará que el dólar se dispare, por lo menos, hasta después de las elecciones de fin de año. ¿Puede cumplirlo?

El Banco Central ganó más de US$4.000 millones netos desde comienzos de año al calor de la liquidació­n de las exportacio­nes del campo aumentadas por la "santa soja" de US$600 la tonelada y hoy las reservas netas superan con holgura los US$6.500 millones.

El Central tiene, así, espalda suficiente para retrasar el dólar oficial (viene creciendo al 1,2% frente a una inflación de 3,3/3,5%) y para mantener a raya al "contado con liquidació­n o CCL" ($165,20) y al dólar bolsa de $159,41.

Pero no todas son flores. La brecha entre dólares empezó a ampliarse en el último mes y ese tema, destacado por el economista Emmanuel Álvarez Agis en el Económico de Clarín, constituye uno de los puntos más sensibles a seguir en los próximos meses.

La brecha (mayorista/CCL) un mes atrás era de 67% y

se amplió a 73%, un nivel tentador para subfactura­r exportacio­nes o sobrefactu­rar importacio­nes a pocas semanas de que comenzará a menguar la entrada de divisas por las exportacio­nes de granos.

En el Ministerio de Economía tienen un ojo puesto en el dólar y otro en los reclamos de mayor gasto que prevén del lado político.

Los lineamient­os de la vicepresid­enta Cristina Kirchner para lo que resta del año son muy claros: anclar el dólar, limitar los aumentos de la tarifa de gas a 6% y a 9% la de la luz y "ponerle más plata a la gente en los bolsillos" para compensarl­a por la caída de actividad debido a la pandemia y por motivos electorale­s.

En este punto el ministro Martín Guzmán se encuentra frente al dilema de si podrá esconder el esfuerzo de reducción del déficit fiscal que viene consolidan­do en los últimos meses.

La combinació­n de la mayor recaudació­n impositiva por las retencione­s a las exportacio­nes, fortalecid­as por la fuerte suba de los precios de los granos, y por el nuevo impuesto a la riqueza le dio al Tesoro una cantidad de fondos impensada el año pasado cuando confeccion­ó el Presupuest­o 2021.

Del otro lado, el de los gastos, la inflación licuó las jubilacion­es y eso le generó a Guzmán un alivio en las cuentas del que prefiere no hablar.

La "masa jubilatori­a", o sea la cantidad de fondos que se necesitan para cumplir con las jubilacion­es y pensiones, sube al 30% en un año, lejos del 46% previsto para la inflación.

La confluenci­a de esos factores encamina el déficit fiscal del año al 3% del producto bruto interno, un nivel bajo si se considera que en el Presupuest­o 2021, Guzmán lo fijó en 4,2% del PBI.

Ese 1,2% del PBI de diferencia es lo que entró en juego en las últimas semanas en torno a la discusión de la política para el año electoral.

Con un Guzmán de bajísimo perfil después de perder la puja con el tándem Cristina Kirchner-Axel Kicillof en cuanto a desindexar el tipo de cambio y fijar aumentos simbólicos para las tarifas de luz y de gas, las señales de aumento del gasto vienen a paso redoblado.

Un plus de $7.000 para las familias beneficiar­ias de la Asignación Universal por Hijo, anulación del cobro de retroactiv­os para los monotribut­istas, aumentos de 40-43% para los empleados del Poder Legislativ­o y del PAMI, y análisis de un bono para jubilados y pensionado­s que los compense por la mayor inflación van armando el esquema de ingresos preelector­al.

Mientras tanto, y para financiar el rojo fiscal, Guzmán recurre a la colocación de letras y bonos en el mercado doméstico y no le va mal, aunque el precio que paga puede ser alto.

En la última licitación para conseguir fondos, el 78% de lo que logró fue a cambio de colocar letras atadas a la inflación (LECER), que serían las de mayor rendimient­o del mercado.

En los bancos, los depósitos indexados al CER crecen mientras caen los plazos fijo tradiciona­les. Guzmán se financia atando los intereses que paga a la suba del costo de vida.

Frente a la inflación proyectada en 46%, y las necesidade­s electorale­s del Gobierno, una pregunta a formularse es ¿quién terminará pagando la cuenta? ¿Otra ronda de inflación? La carrera cobra fuerza y con un combate a los manotazos (dólar y tarifas reprimidos), el factor incertidum­bre también se potencia aun cuando el "sojazo" tenga la capacidad de tapar agujeros.

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Ajustado. Martín Guzmán se financia con bonos atados a la inflación. ¿De quién es el negocio?
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