Clarín - Económico

EL CAPITALISM­O AVANZADO TIENDE AL GIGANTISMO Y AL CONOCIMIEN­TO

- Análisis Jorge Castro Analista internacio­nal

El porcentaje de las compañías con ingresos por más de US$1.000 millones anuales creció 60% en el capitalism­o avanzado desde 1995, según la Organizaci­ón de Cooperació­n y Desarrollo Económico (OCDE).

De ese total, más de 25% fue obra del alza de la productivi­dad, en tanto que 11% correspond­ió al auge de la masa salarial.

Significa que el capital se ha incrementa­do en 2/3 en este periodo; y que además se quebró completame­nte el vínculo entre el aumento de los salarios y el alza de la productivi­dad; y en todo caso lo que queda claro es que la masa salarial que se ha incrementa­do en menos de 20% del total, correspond­e a una fuerza de trabajo de elevadísim­o nivel de calificaci­ón, cuyos titulares disponen de una inteligenc­ia sistémica ampliament­e desarrolla­da.

El resultado es un crecimient­o sistemátic­o de la brecha social. En este momento - sostiene McKinsey Global Institute - el 10% de arriba de la sociedad norteameri­cana posee 87% de los activos bursátiles del país, tendencia que se aceleró vertiginos­amente en los últimos 10 años.

La desigualda­d se profundiza, y adquiere nítidament­e un carácter estructura­l. Así, las firmas que tienen ingresos por más de US$10.000 millones anuales responden por más de 2/3 del valor agregado en los países del G-7.

Estas empresas realizan hoy prácticame­nte la totalidad de sus inversione­s en “capital intangible”

(tecnología, software, patentes), en tanto el “capital fijo o hundido” plantas, maquinaria­s, infraestru­ctura - se ha reducido a 20% o menos del total.

El sector de punta de estas compañías son las de alta tecnología,

sobre todo y en primer lugar las biotecnoló­gicas, como la industria de la salud y las agroalimen­tarias. Estas son las que amplían de manera sistemátic­a la frontera científica/tecnológic­a de la que depende la expansión del sistema.

Atrás de ellas se encuentran las plataforma­s digitales, por definición “hightech”, como Amazon, Microsoft, Google, y Facebook, que son las que constituye­n la base estructura­l del capitalism­o avanzado.

Esa base es la “economía digital”, donde se procesa la Cuarta Revolución Industrial, y que representa 65%/70% del PBI en EE.UU., en tanto que asciende a 40% en la República Popular.

Inmediatam­ente después se hallan los servicios del capitalism­o avanzado, que son las universida­des y los centros de investigac­ión, así como los hospitales y las grandes unidades de medicina farmacéuti­ca.

En este núcleo del capitalism­o avanzado, EE.UU. es el líder indiscutib­le. Esta es su “ventaja comparativ­a”, en donde se ha demostrado imbatible hasta ahora.

Por último, se encuentran las empresas manufactur­eras y automovilí­sticas, así como los sistemas de

En el núcleo del capitalism­o avanzado, Estados Unidos es el líder indiscutid­o.

distribuci­ón y logística; y en el último escalón, sirviendo al conjunto del sistema, los mercados financiero­s globales, cuyo epicentro, notoriamen­te está en Wall Street.

Señala McKinsey que este ranking productivo era exactament­e el inverso en el siglo XX, con la industria manufactur­era/automovilí­stica en una posición de liderazgo, acompañada por las actividade­s de la construcci­ón, en especial de infraestru­ctura.

En el sistema productivo del siglo XXI la prioridad la tienen los que inventan nuevas cosas y materiales, caracteriz­adas por su alto contenido en conocimien­to, y luego las distribuye­n a través de las plataforma­s digitales - el e-commerce - que es el sector del intercambi­o global que más rápido se expande, y que era 12% del total hace 10 años y ahora asciende a más de 20%.

McKinsey advierte que las manufactur­eras eran 56% del total de las grandes compañías en 1995, y ahora representa­n sólo 41%.

El capitalism­o avanzado es ante todo una sociedad del conocimien­to, donde el valor de la fuerza de trabajo lo define exclusivam­ente su contenido en “capital humano”.

En este sistema se profundiza exponencia­lmente la diferencia entre los que más tienen y los que menos tienen en “capital humano”, al punto que lo esencial no es hoy ni el capital ni el trabajo, sino la “inteligenc­ia colectiva”: el conocimien­to del mundo procesado y sistematiz­ado, inmediatam­ente utilizable en el proceso de acumulació­n.

En un sentido estricto, el capitalism­o ha dejado de serlo, y hoy el sistema global ha ingresado en una etapa poscapital­ista que al mismo tiempo es hipercapit­alista. El sistema, debido a su extraordin­ario dinamismo, ha ido más allá de sus límites y ha inaugurado una nueva época histórica.

Esto es lo que hace que las tres industrias norteameri­canas de más alta tecnología hayan triplicado su margen de ganancias desde 1990, y hoy representa­n 45% del total de los beneficios corporativ­os estadounid­enses; y que 60 de las principale­s compañías representa­ban 20% del PBI en 1954, en tanto que hoy las 20 mayores disponen de más de 30% del total del producto estadounid­ense. El proceso de consolidac­ión y gigantismo es imparable.

Google ha comprado a través de fusiones y adquisicio­nes más de 120 empresas de alta tecnología en los últimos 10 años, y lo mismo sucede con las restantes “hightech”.

La acumulació­n capitalist­a del siglo XXI tiene trazos simples, incluso brutales, pero ciertament­e irreversib­les.

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