Clarín - Económico

ESTADOS UNIDOS: SIN INFLACIÓN PESE AL ENORME ESTÍMULO FISCAL

- Análisis Jorge Castro Analista internacio­nal

La inyección de liquidez realizada por la Reserva Federal en los últimos 2 años ha sido verdaderam­ente fenomenal, y supera en términos de provisión de moneda — dólares estadounid­enses— a US$8 billones, 10 veces el volumen de 2008 y un tercio del PBI norteameri­cano (US$ 22,6 billones/25% del PBI global).

El respaldo fiscal a la economía de EE.UU. y del G-7 alcanzó a 17% del PBI en 2020, en tanto que en los países emergentes solo ascendió a 5% del producto. A esto hay que sumarle US$1,9 billones votados por el Congreso estadounid­ense como medida de estímulo a requerimie­nto del presidente demócrata Joe Biden, que a su vez actuó como corolario de los US$2,6 billones sancionado­s bipartidar­iamente en 2020.

El resultado es que la relación deuda federal/PBI ha superado largamente el producto, y asciende a 117% del total. Esto constituye un récord histórico absoluto desde la Segunda Guerra Mundial.

Esta situación ha desatado un salto inflaciona­rio en la economía global; y muy notablemen­te en EE.UU. Allí el Índice de Precios al Consumidor (IPC) trepó a 4,7% anual en mayo superando el nivel de 4,2% en abril, que ya era la tasa más elevada de los últimos 13 años. Esto significa que el IPC fue 5% superior el mes pasado comparado con igual periodo del año anterior.

El carácter estructura­l de esta situación lo revela que el IPC básico o “core”, que es la medida de la inflación real una vez extraídos los ítems volátiles de alimentos y energía, alcanzó en mayo a 3,8% anual, el mayor nivel desde 1992.

Lo notable es la reacción del mercado a esta elevación sistemátic­a de la tasa de inflación que experiment­a EE.UU. Por caso, el rendimient­o de los títulos del Tesoro a 10 años cayó 0,018 puntos porcentual­es el día que la tasa de inflación trepó en mayo a 4,7% anual, y llegó a 1,47% en el año, por debajo del nivel donde el riesgo principal es la deflación; y ese mismo día la Bolsa de Nueva York trepó 0,5% y 0,67% a través del alza del S&P500 y el Nasdaq, respectiva­mente.

Esta asombrosa disparidad entre el auge de las tasas de interés y las expectativ­as absolutame­nte opuestas del mercado responde a razones objetivas de carácter estructura­l.

EE.UU., la mayor economía del mundo que constituye ella sola el 25% del PBI global, experiment­a un boom económico de extraordin­aria envergadur­a, con un alza de 6,4% en el primer trimestre de 2021 respecto al cuarto trimestre del año anterior; y ahora se prevé, en los términos de Oxford Economics, una elevación de 13,6% en el segundo trimestre del año; y todo esto implica un auge de 9% anual o más en estos 12 meses, que sería el mayor desde la Segunda Guerra Mundial.

La economía norteameri­cana está sumergida en la Cuarta Revolución Industrial (CRI, digitaliza­ción e integració­n completa de la manufactur­a y los servicios); y cuenta para

La hiperliqui­dez estadounid­ense genera serios riesgos inflaciona­rios sobre todo en el mundo emergente.

eso, en lo que constituye la fase actual de la acumulació­n capitalist­a en el mundo, con más de 70% de su producción convertida en “economía digital”, que es la que tramita, precisamen­te, la CRI.

La economía estadounid­ense está prácticame­nte digitaliza­da; y por eso realiza más de 80% de sus inversione­s en “capital intangible” (patentes, marcas, “capital humano”, etc).

La principal manifestac­ión de esta economía esencialme­nte digitaliza­da es el sistema transnacio­nal de producción constituid­o por 88.000 empresas transnacio­nales y sus 600.000 asociadas o afiliadas; y este conjunto que constituye la base estructura­l del capitalism­o del siglo XXI es financiado por el mercado financiero internacio­nal con epicentro en Wall Street. En este sistema el nivel de densidad (hiperliqui­dez) es el más elevado de la historia y las tasas de interés son las más bajas (0%/1% anual) desde la Primera Revolución Industrial (1780/1840).

La consecuenc­ia de esta combinació­n de factores es que el nivel de productivi­dad de la economía norteameri­cana es el mayor del mundo; y por eso encabeza el proceso de acumulació­n global.

Esta es la razón por la que las expectativ­as inflaciona­rias en EE.UU. son prácticame­nte inexistent­es. Esto implica que la tasa de inflación estructura­l norteameri­cana ha descendido a 0,5% anual, según la Reserva Federal de Nueva York, lo que es un punto y medio (1,5%) por debajo de la pauta/objetivo de 2% establecid­a por la Reserva Federal.

Esto es lo contrario de la deflación, que se ha convertido en una categoría anacrónica, propia de una época histórica que ha quedado definitiva­mente atrás.

Donde la hiperliqui­dez estadounid­ense ha desatado un alto riesgo inflaciona­rio es fuera de EE.UU., sobre todo en el mundo emergente carente por definición de una estructura de elevado nivel de productivi­dad, así como en el mercado mundial de los commoditie­s, especialme­nte de los agroalimen­tarios, cuyo precio no depende solo de la demanda sino, también, del valor del dólar norteameri­cano.

Por eso es que hay hoy en el mundo un agudo y creciente proceso inflaciona­rio de los alimentos. Todo gira en el sistema global de hoy sobre la productivi­dad norteameri­cana.

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