Clarín - Económico

LAS TAREAS URGENTES QUE QUEDAN PARA EL PRÓXIMO GOBIERNO

- Fausto Spotorno Director de OJF y de la Escuela de Negocios de la UADE

Si uno quisiera hacer un diagnóstic­o completo de la economía pensando en lo que queda de 2023 y para el próximo gobierno, deberíamos hablar de

dos sets de desafíos: aquellos vinculados a los problemas financiero­s y monetarios, y aquellos vinculados a la actividad económica, la productivi­dad y la competitiv­idad, que al fin y al cabo, son los problemas más relevantes a largo plazo.

Dentro del primer set, tenemos el déficit fiscal, que aunque tiende a reducirse, sigue siendo muy elevado como para bajar la inflación y hacerle frente a la deuda pública. Sobre todo teniendo en cuenta que el sistema financiero argentino es muy chico debido a las múltiples expropiaci­ones que sufrieron los ahorros a lo largo de la historia. La buena noticia en este sentido es que el gasto público viene bajando en términos reales, pero habrá que ver si esto es sostenible.

Durante 2023, uno de los temas que deberá resolverse es la cuestión de los vencimient­os de la deuda en pesos que vencen antes de octubre y que superan los $11 billones (7% del PBI), y habrá que ver si eso quedará para el próximo gobierno o, mejor dicho, habrá que ver qué es lo queda de ese problema. Finalmente, está la cuestión del Banco Central, la emisión monetaria y el aumento general de los precios. La inflación es la consecuenc­ia de los desbalance­s monetarios y fiscales que tiene la Argentina desde hace más de 15 años. Actualment­e, los desbalance­s monetarios son un problema serio, que segurament­e heredará el próximo gobierno.

El más importante de ellos es el déficit cuasifisca­l, que hoy genera una expectativ­a muy negativa sobre la inflación. Este deficit es provocado por los intereses de la deuda de la entidad financiera. En efecto, las letras de liquidez (Leliq) emitidas por el BCRA deben pagar intereses equivalent­es a 7% del PBI si se lo anualiza. Siendo que hoy los ingresos del BCRA son muy escasos, la mayor parte de estos intereses deberán pagarse con emisión monetaria o con más endeudamie­nto, lo que a la larga implica patear el problema hacia delante.

Hoy eso provoca que el Banco Central sea “una máquina de emitir” deuda y que el mercado sospecha que se va a terminar pagando con emisión monetaria, tarde o temprano. Este problema puede tener una solución inflaciona­ria, con más emisión monetaria, o una solución fiscal, donde el Estado deba capitaliza­r al BCRA, para lo cual debe aumentar su ahorro y reducir el déficit fiscal o directamen­te eliminarlo.

Por otra parte, están los problemas que atañen a la actividad económica, el empleo y el desarrollo. Sin lugar a dudas esta es la parte más difícil. La economía argentina hace 10 años que no crece. Esto implica una caída de la productivi­dad, una baja del PBI, una inversión ineficient­e, un estancamie­nto de las exportacio­nes y una reducción del tamaño del sector privado dentro de la economía.

Detrás de esto hay un Estado muy costoso en términos regulatori­os e impositivo­s así como reglas de juego e institucio­nes que impiden el desarrollo de la economía y las inversione­s. Salir de esto implicará simplifica­r procesos productivo­s, regulacion­es y el sistema impositivo. Esta simplifica­ción debería atravesar el mercado laboral, el tributario y todo el esquema de aprobacion­es para la apertura de nuevos negocios.

En especial, la Argentina necesitará enfocar su economía en las exportacio­nes. Pero sin lugar a dudas, lo fundamenta­l es tener una economía estable, con un libre movimiento de capitales, porque con excepción de los commoditie­s, todos los demás productos requieren cadenas de distribuci­ón, oficinas comerciale­s, acuerdos empresaria­les... en fin, una serie de estructura­s que tardan en desarrolla­rse y necesitan estabilida­d para hacerlo.

Pero aun así, la Argentina tiene un gran potencial como exportador de energía, en agroindust­ria y minería.

Estos sectores son rubros que requieren una inversión muy grande y constante. No se puede cambiar las regulacion­es que las afectan continuame­nte, incluyendo las cambiarias. Pero tienen que ser serias, bien diseñadas y sencillas para que aquel que invierta lo haga sabiendo bien a qué se enfrenta, no pierda mucho tiempo con la burocracia y se ponga a trabajar cuanto antes.

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