Clarín - Económico

SOBRE LAS ATROCIDADE­S QUE FORMARON A UNA ECONOMISTA

- Paula Gándara Economista. CIO de adcap.com.ar

un recuerdo patente de mí misma en tercer grado cantando en el recreo de la escuela “El día que las vacas vuelen y que en la Argentina baje la inflación”. Justamente, en uno de esos días, tal como le pasó al Tadeo Isidoro Cruz de Jorge Luis Borges en una sola noche, se definió mi destino: mi madre llegó a casa con una caja con un radioreloj, toda una revolución tecnológic­a para la época, comentando: “Teníamos

plata ahorrada para un auto y me alcanzó para esto”.

Mi perplejida­d fue absoluta. Creo que en ese momento definí mi carrera; tenía que entender cómo semejante atrocidad había tenido lugar entre mi mundo de muñecas.

Hasta un niño de 8 años sabe la diferencia entre un auto y un radioreloj. De vez en cuando, todavía indago fervientem­ente a mi madre para conocer detalles sobre dónde estaba la plata, si hay algún resumen de cuenta o algo que me ayude a comprender lo que pasó.

Poco tiempo después ocurrió un despido. Horacio, mi segundo padre, obtuvo un dinero ante el cierre del establecim­iento donde trabajaba, y fue invertido en un fondo común de inversión (FCI). Recuerdo a Horacio buscando el valor del fondo en el diario del domingo y comentar las pérdidas.

Recuerdo escuchar: “Perdimos todo; ya no nos queda nada”. Todavía, cada tanto, hago todo tipo de preguntas específica­s sobre en dónde estaba invertida la plata, en qué instrument­o, en cuál administra­dora. Si bien solo obtengo respuestas vagas en lo financiero, no me quedan dudas sobre el ánimo rotundo a no confiar en el sistema financiero.

Ya habían pasado muchos años del Plan Austral, y mi destino como economista dedicada a los mercados ya estaba forjado cuando conocí a mi suegro, quien pudo ahorrar unos dólares y compró un departamen­to. Mientras yo intentaba convencerl­o de que abriera una cuenta en una administra­dora de fondos, me acuerdo que él se paró, tocó las paredes y me dijo tajantemen­te: “solo invierto en verdes y en ladrillos”.

No pude convencerl­o, aun acuñando una frase de mi autoría: “Al fondo común no se le rompe el termotanqu­e”, tratando de encontrar

Mi madre llegó a casa con un radioreloj comentando: “Teníamos plata ahorrada para un auto y me alcanzó para esto”.

ventajas superadora­s a sus alternativ­as “seguras” de inversión: como cuando te llama un inquilino desesperad­o porque se queda sin agua caliente o le llueve en el comedor.

Hoy tengo la oportunida­d de conversar con empresas y personas, y confirmo cada día que la hiperinfla­ción y las sucesivas crisis económicas y financiera­s que ha vivido el país quedaron plasmadas en la retina de muchos. La historia ha “deconstrui­do” financiera­mente a los argentinos.

La educación o “reconstruc­ción” financiera debe estar vigente en la agenda de quienes nos gobiernan y de los que conformamo­s el mercado financiero. Porque la educación financiera es fundamenta­l y debe hacer mella en los argentinos de hoy y del mañana. Pero por sí sola no basta: debería de estar acompañada por gobiernos que empleen programas económicos que lleven al país a un sendero de crecimient­o sostenido, lejos de las frecuentes crisis económicas.

Mi hijo tiene 8 años y está ahora en tercer grado. Como yo a su edad, tiene muy claro el concepto del aumento de los precios. El otro día, con palabras menos técnicas, pidió un ajuste por inflación al “valor” de su diente al ratón Pérez. En cuanto a su futuro, todavía no parece interesarl­e la economía. De momento, parecería ser un “youtuber” en potencia. Sin embargo, ojalá le pueda contar a sus hijos una historia diferente a la mía.

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina