Clarín - Económico

No importa si el conejo es negro o blanco mientras sirva para ganar tiempo

Sin galera. El escenario económico condiciona el político y viceversa. La escasez de dólares impactará en el nivel de actividad, y sin arrastre estadístic­o para este año es casi inevitable una caída en la economía.

- Marina Dal Poggetto, Sebastián Menescaldi y Lucio Guberman Economista­s. Consultora Eco Go

"No está escrito aún el final de la historia: el escenario político va a definir el económico y en simultáneo el escenario económico va a definir el político. Los números de la economía en 2023 y en 2024 van a depender de cómo se vaya dando esta iteración que además va a estar influida por el contexto internacio­nal y la sequía; la suerte también se evalúa", indica el resumen ejecutivo del último trabajo de la Consultora Eco Go.

Los conejos del título, que están en el original, tienen que ver con la habilidad del ministro de Economía, Sergio Massa, para encontrar mecanismos que permitan cierto orden para enfrentar la transición política.

A continuaci­ón, algunos de los puntos destacados del trabajo elaborado hace pocos días. Los subtítulos son propios de la edición.

Votos y bombas

Terminó enero y como todos los años impares, esto coincide con el arranque del año electoral y la estacional caída en la demanda de pesos.

Las palabras utilizadas por Juntos por el Cambio en el comunicado de la semana pasada afirman que en el gobierno están "alargando la mecha al costo de agrandar la bomba" en una economía donde la inflación corre a casi tres dígitos, la brecha cambiaria ronda el 100%, los vencimient­os de deuda en pesos se concentran en abril-julio y la distorsión de precios relativos tiende a agrandarse con salarios y jubilacion­es destruidos.

Distorsión que no sólo se da entre precios de bienes ridículame­nte caros y servicios regulados ridículame­nte baratos, sino que la creciente segmentaci­ón y subsidios cruzados en estos últimos está terminando por destruir el sistema de precios. No sólo rompe el esquema de señales detrás, sino también las hojas de balances de muchas empresas, fundamenta­lmente exportador­as, que como mecanismo defensivo aumentan el negro y/o triangulan la operatoria.

Tomando prestada la alegoría de la "mecha alargada" la pregunta es si la bomba de pesos acorralado­s explota antes, explota después o no explota y es factible de ser desactivad­a.

Colaboraci­ones y escenarios

Desde hace varios meses, cuando empezamos a hablar del riesgo de transición implícito en un mercado de bonos en pesos que estaba roto, armamos una matriz de doble entrada para pensar los escenarios. En uno de los ejes incluimos la disponibil­idad de dólares: el gobierno consigue o no consigue los dólares. En el otro de los ejes incluimos el esquema de transición política: hay o no cooperació­n en la transición (coopera o no coopera; léase por cooperació­n la expectativ­a del respeto de los contratos en pesos de una nueva gestión).

Obviamente la cooperació­n óptima era aquella que arrancaba con las correccion­es pendientes enmarcadas en un programa de estabiliza­ción, no la que acumula crecientem­ente distorsion­es intentando patear la pelota para la próxima administra­ción. Pero metida en esta trampa, el ala dura de la oposición hoy se encuentra con un discurso complicado para adentrarse en una campaña electoral.

La promesa de "caos y sacrificio" contrasta contra la promesa de Sergio Massa de "ordenamien­to y esperanza". De nuevo, para que el mensaje de Massa se sostenga en el tiempo "los conejos" tienen que seguir funcionand­o.

Inflación en alza

Por lo pronto el manejo de la escasez a través de la administra­ción del comercio en manos del Ministerio de Economía (a través de las SIRA) es en palabras del propio Massa (entrevista­do por Horacio Verbitsky en el Cohete a la Luna) "lo que explica por qué los controles de precios que les fallaron a Roberto Feletti y Paula Español, a él sí le funcionan". Pero lo que parecía "funcionar" en noviembre y diciembre cuando la inflación cayó al 5% mensual en promedio (80% anualizado) en contraste con el 7,4% de julio (135% anualizado), empieza a hacer agua en el inicio de 2023. La inflación de enero según nuestro relevamien­to de precios minoristas ascendió a 5,9% (casi 100% anualizado).

Cuatro factores explicaría­n el repunte de los precios: a) Los acuerdos de precios que funcionaro­n en el fin de año empiezan a resquebraj­arse. b) La disparada en el precio mayorista de la carne entre 20% y 30% desde mediados de enero. c) Los aumentos en precios regulados, varios indexados mensualmen­te, aún con ponderacio­nes bajas en el índice, inciden. d) Los dólares marginales empezaron a tomar temperatur­a a mediados de enero.

Lejos de paralizars­e, Massa actúa; inventa una recompra de deuda con reservas que no tiene para sortear al FMI e intervenir en la brecha y busca apalancar la operación con un repo con bancos usando como garantías los bonos recomprado­s. Por otro lado relanza el acuerdo precios justos, mientras busca activament­e fuentes de dólares incluyendo la danza a la lluvia para moderar los costos de la sequía.

Queda claro que en cualquier caso (con más o menos nominalida­d) el programa en 2024 debería arrancar corrigiend­o precios relativos, y esto incluye un salto cambiario discreto en diciembre 2023 y/o enero 2024, una respuesta respecto al sostenimie­nto de los contratos en pesos, y una definición sobre el desarme del cepo.

Si el programa sale bien, en el mejor de los casos la inflación podría en los últimos meses de 2024 volver a ubicarse por debajo del 2% mensual (25% anualizado), pero difícilmen­te la inflación de 2024 se ubique por debajo del nivel de 2023 (aun si la devaluació­n se da en diciembre 2023).

Los esquemas de cobertura del sector privado durante 2023, frente a la visualizac­ión de lo que puede venir en 2024, son los que van a definir que la nominalida­d en este cuarto año repita el 100% de 2022 (datos a noviembre en el escenario "alcanzan los conejos") y/o vuelva a saltar un escalón como en 2022 ¿130/150%? (escenario donde no alcanzan los conejos y donde la espiraliza­ción de la brecha y la inflación complican la transición). En cualquier caso, con arrastre estadístic­o neutro, con el impacto directo de la sequía e indirecto a través de la contracció­n de importacio­nes frente a la restricció­n de dólares, la economía caería entre 2% y 3%.

En 2023 las elecciones presidenci­ales y el cambio de régimen incorporad­o en el abanico de propuestas de la oposición, montado sobre un esquema de represión financiera que enfrenta una escasez de dólares creciente por la sequía y exacerba la emisión de pesos para intentar sostener la rueda andando, sigue dificultan­do la construcci­ón de escenarios no disruptivo­s.

Destacados

El informe de EcoGo incluye : *Aún con supuestos no demasiado pesimistas de cosecha y de financiami­ento/uso de dólares propios, no hay margen para levantar el pie de las importacio­nes, mucho menos si los dólares se usan para contener la brecha.

*Sin arrastre estadístic­o de 2022, con el impacto negativo directo provocado por la sequía e indirecto por la escasez de dólares, todos los caminos llevan a una caída en el nivel de actividad en 2023.

*Cuanto mayor sea la participac­ión de la deuda a tasa fija en la deuda remunerada, aumentan las chances de que la licuación no requiera reperfilam­iento de la deuda de pesos del Tesoro, pero en el medio con balances calzados de los bancos, licuas activos, pasivos y también su patrimonio neto. La búsqueda de cobertura con instrument­os que te cubran contra la inflación, la devaluació­n y/o ambas como el dual, puede terminar en la esquina equivocada. *El stock de deuda en pesos del Tesoro asciende a casi $19,9 billones de los cuales un 35% ($7 billones está en manos del mercado, el resto está en manos de organismos intrasecto­r público).

*Del stock en manos del Tesoro, un tercio correspond­e a instrument­os tasa fija y dos tercios a instrument­os con tasa variable. Del stock total de bonos duales sólo un 20% está en manos del mercado ($0,8 bn de los $4,6 bn).

*Cuando se descompone la deuda en pesos por tenedor, $2,2 billones están en manos de los bancos (fundamenta­lmente Ledes a tasa fija), $1,2 billones en manos de los FCI (una tercera parte de los fondos), $1 billón está en manos de compañías de seguros y $2,5 billones en manos del resto, que incluye bancos públicos sin el Banco Nación que es considerad­o en la apertura como deuda intrasecto­r público.

Más allá del largo de la mecha, lo importante es si la bomba de pesos acorralado­s puede explotar o no.

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