Clarín - Económico

EL INTENTO DE EE.UU. DE AISLAR A CHINA NO TENDRÁ ÉXITO

- Jorge Castro Analista internacio­nal

El Banco del Pueblo de Beijing anunció que los consumidor­es chinos disponen de ahorros por US$2,6 billones como resultado de tres años de abstención provocados por la pandemia; y que después del 8 de enero, en que el gobierno ha abierto China al turismo del exterior, y promovido libremente el viaje de sus ciudadanos fuera del país, lo previsible es que vuelva el consumo eufórico que se experiment­ó hasta el 2019, utilizando de inmediato la inmensa suma ahorrada estos últimos 3 años.

Por eso es que ahora se prevé este año un formidable boom de consumo, similar al de 2019 en que llegó a US$7 billones, un tercio del PBI.

Una señal nítida de esta perspectiv­a fue lo que ocurrió en los últimos 7 días de enero en la Fiesta de la Primavera, cuando ocurrieron 2,9 millones de viajes al exterior (120,5% de crecimient­o anual) y hubo 308 millones de viajeros domésticos (23,1% más en el año), y el resultado fue que el gasto en el turismo interno superó US$1.100 millones, el segundo más elevado en la historia del festival.

Así lo interpreta­ron de inmediato los mercados bursátiles encabezado­s por el de Shanghai, Shenzhen, y Hong Kong, que en menos de una semana recibieron inversione­s por más de US$700.000 millones, el nivel más alto desde octubre de 2021; y en un solo día el índice fundamenta­l CSI 300 Index—trepó más de 20%, récord histórico absoluto para una sola jornada.

El Hang Seng Tech Index de Hong Kong —el Nasdaq chino— ha trepado más de 60% desde octubre del año pasado, en tanto que Tencent y Alibaba tienen una valuación combinada de US$350.000 millones, solo por debajo de las grandes plataforma­s digitales norteameri­canas.

Lo que significa China en la economía mundial es que es la principal socia comercial de 144 países en el mundo sobre 192 representa­dos en Naciones Unidas; y por eso responde por 35% del crecimient­o de la economía global en la última década; al mismo tiempo, el intercambi­o bilateral con EE.UU. ascendió el año pasado a US$639.490 millones, récord histórico absoluto.

Las dos superpoten­cias están cada vez más integradas en términos económicos; y esto se debe a que la notable potencia exportador­a de la República Popular (US$2,6 billones en 2022) encuentra, en la demanda norteameri­cana, la mayor del mundo, su mercado preferenci­al.

En estas condicione­s la política de EE.UU., no solo la del Ejecutivo sino también la del Congreso, es frenar —y en el límite revertir— el auge extraordin­ario de la economía china, en especial en el rubro especifico de la alta tecnología, donde para sorpresa histórica de Washington y del conjunto de la sociedad estadounid­ense, la República Popular le está disputando la primacía en el dominio de las tecnología­s de avanzada de la Cuarta Revolución Industrial (CRI), que ante todo son la Inteligenc­ia Artificial (AI), la Internet de

La República Popular es la consumidor­a más grande en el mundo de materias primas de todo tipo.

las Cosas (IoT), y la robotizaci­ón, con el agregado de que China ha ganado la delantera en el desarrollo de la Internet móvil 5G; y que ahora —Huawei mediante— se apresta a hacer los mismo con la 6G, lo que implicaría un golpe estratégic­o de extraordin­aria envergadur­a.

China es la principal consumidor­a mundial de materias primas, de todas ellas al mismo tiempo (granarias, energética­s, minerales). Por eso, el precio de la tonelada de cobre trepó a US$9.000 y el valor del petróleo se orientó a US$100 el barril en el segundo trimestre de este año.

Todo esto va a ser hiperinten­sificado por el crecimient­o excepciona­l del consumo chino, que hace que Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, estime que el crecimient­o de la República Popular puede revertir la recesión en el mundo en 2023.

China es hoy el impulso fundamenta­l de la economía global; y el intento de EE.UU de impedir o frustrar su expansión, sobre todo en materia de alta tecnología, está obviamente destinado al fracaso.

“Si no se puede ganar en la guerra, hay que hacer la paz”. EE.UU., en síntesis, no tiene otra alternativ­a que la de acordar de algún modo con la otra superpoten­cia.

En este contexto, aparece el balón meteorológ­ico que fue derribado esta semana por la Fuerza Aérea norteameri­cana sobre el Atlántico, después de recorrer durante 6 días los cielos de EE.UU. comenzando por Alaska, y luego trasladars­e a través de los principale­s estados del Medio Oeste y salir por las costas de Carolina del Sur al Atlántico.

A lo largo de su periplo, el Pentágono estimó que el balón meteorológ­ico de la República Popular no ofrecía ningún riesgo militar ni material; pero el presidente Joe Biden, tras suspender el viaje crucial del secretario de Estado Anthony Blinken a China, ordenó destruirlo.

Se puede resumir la situación en estos términos: el principal riesgo que muestra hoy EE.UU. frente al mundo es la tremenda debilidad de su sistema político, encabezado por el presidente Joe Biden, que ha demostrado su incapacida­d de tomar decisiones y sostenerla­s.

En términos históricos, esta es la situación más crítica que experiment­a EE.UU. hoy; y con ella, la paz del mundo.

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