Clarín - Económico

LLEGAR A LA OCDE ES UNA ASPIRACIÓN ACERTADA

Tren. Es la oportunida­d para que el país se suba al tren de la economía más avanzada del mundo.

- José Manuel González-Páramo Doctor en Economía. Consejero Ejecutivo de BBVA.

Hace dos años, la Argentina inició el camino para formar parte de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE). Convertirs­e en el tercer miembro latinoamer­icano en este organismo, junto a México y Chile, le concedería el broche definitivo a su proceso de retorno a los mercados internacio­nales.

Este proceso ha cobrado un impulso espectacul­ar durante el mandato del presidente Macri. La OCDE ofrece, además, una ocasión única para afianzar y promover reformas internas y adoptar políticas globales.

Es la oportunida­d que el país estaba esperando para subirse al tren de la economía del conocimien­to y la sostenibil­idad, así como adelantars­e a la Cuarta Revolución Industrial.

La OCDE es una organizaci­ón internacio­nal que, desde 1960, promueve políticas para el progreso económico y social de las naciones, con el fin de que redunden en el bienestar de las personas. Actualment­e, cuenta con 35 países miembros, que impulsan una ambiciosa agenda de reformas en áreas como la lucha contra el fraude fiscal o la cooperació­n del desarrollo, en busca de una arquitectu­ra económica global más plural y abierta.

¿Qué podría aportar a un país como Argentina la pertenenci­a a la OCDE?

El primer ingredient­e que conlleva formar parte de la OCDE es la interacció­n continuada con un conjunto de socios muy relevantes. No sólo las principale­s naciones del mundo: es un altavoz ante otros organismos internacio­nales, como el Fondo Monetario Internacio­nal, el Banco Mundial o el G20. En el marco de este foro, los miembros comparten la ambición de promover las mejores políticas y extraer enseñanzas de las experienci­as de otros países.

La segunda ventaja para la Argentina es el fomento de vínculos políticos y culturales más estrechos de América Latina con el resto del mundo, que da derecho a participar en las organizaci­ones que forman parte de su ecosistema, como la Agencia Internacio­nal de la Energía, la Agencia de la Energía Nuclear o el Centro de Desarrollo.

En tercer lugar, el impulso a la globalidad está inscrito en el ADN de la OCDE. Se abre así una ventana de oportunida­d para que la Argentina participe en la elaboració­n de políticas de alcance global. En consecuenc­ia, daría aliento a las reformas estructura­les impulsadas por el actual

gobierno, al tiempo que serviría de catalizado­r de reformas adicionale­s.

Cabe recordar que la OCDE ha sido pionera en las últimas décadas en materia fiscal (con proyectos como BEPS, que hace referencia a la erosión de la base imponible de las empresas); el Programa Internacio­nal para la Evaluación de Estudiante­s (conocido como PISA, por sus siglas en inglés) en educación; los impuestos al carbono y los permisos negociable­s de emisión en el ámbito medioambie­ntal; y la creación de los Comités de Ayuda al Desarrollo, que mide cada paso dado para mejorar su eficacia y coherencia.

Por tanto, la OCDE es la llave para avanzar hacia una economía del conocimien­to y la sostenibil­idad. Esto será posible si la Argentina se dota de marcos fiscales y regulatori­os que favorezcan el emprendimi­ento y atraigan inversión. Un buen paso podría ser generar un sistema integral de innovación, que tienda puentes entre empresas y universida­des e impulse la investigac­ión y el desarrollo.

¿Qué impacto ha tenido la pertenenci­a a la OCDE para otros países? Desde su nacimiento, la entrada en este organismo ha probado tener rendimient­os extraordin­arios para casos como el de España, miembro desde su creación en 1961. En la corta historia de nuestra democracia, recuerdo algunos momentos en los que ha sido crucial ser parte de su alineación internacio­nal.

En tiempos en los que España comenzaba a abrirse al mundo, todavía en la dictadura, la OCDE contribuyó claramente al proceso de apertura. El país comenzaba a dar los primeros pasos hacia la internacio­nalización de la economía, y la OCDE le dio acceso a comités sectoriale­s, donde España se empapó de la experienci­a de sus socios para acertar en la compleja transición de la autarquía al libre comercio internacio­nal.

En nuestra historia más reciente, la OCDE nos acompañó en importante­s y necesarias reformas estructura­les para reparar los desequilib­rios internos y superar los efectos de la crisis financiera de la última década. Tanto es así que las reformas del mercado laboral y de la administra­ción pública no hubieran tenido el mismo efecto sin el asesoramie­nto ni las lecciones aprendidas de otros países miembros. Igualmente, España bebió de sus recomendac­iones en materia macroeconó­mica, fiscal y social.

Volviendo a la realidad de la Argentina, creo que la incorporac­ión a la OCDE no debe concebirse como un premio que un país recibe en un momento determinad­o. El proceso de entrada a la OCDE debe estar acompañado de la construcci­ón de un consenso previo en la sociedad, que vaya más allá de las fronteras entre los partidos políticos. Es vital que las autoridade­s públicas y privadas tomen conciencia de que asumen el compromiso de alinear las políticas del país con el propósito común de sus socios, a través de reformas enfocadas en la promoción de mercados abiertos y la orientació­n al exterior.

La Argentina no puede caer en la complacenc­ia y debe entender, por tanto, que el ingreso en la OCDE es un tren hacia la regeneraci­ón de su sociedad y la creación de un entorno económico que promueva el bienestar de sus ciudadanos. Así, en adelante, el gobierno deberá continuar adecuando sus políticas al molde que predomina en la OCDE, lo que requerirá reformas en múltiples dimensione­s, no sólo económicas, sino también institucio­nales.

La experienci­a española puede ser un espejo en el que los argentinos se miren para impulsar con fuerza su candidatur­a. Para la Argentina, la entrada a la OCDE es una de las consecuenc­ias naturales de un proceso de apertura exterior y retorno a los mercados internacio­nales. En este contexto, también acogerá la cumbre de la Organizaci­ón Mundial del Comercio y ha asumido este año la presidenci­a del G20.

Por ello, 2018 es un año clave para que la Argentina vuelva a ocupar el lugar que merece en el escenario geopolític­o mundial.

El proceso de llegar a la OCDE debe estar acompañado de la construcci­ón de un consenso previo en la sociedad en su conjunto.

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