Clarín - Mujer

LIDERAZGO FEMENINO, ANIMARSE AL PODER

Encuentro y debate sobre liderazgo femenino, los obstáculos, las conquistas y las asignatura­s pendientes.

- T: María Teresa Morresi / Especial para Clarin / f: ivirtual.la

Doscientas cincuenta mujeres estuvieron presentes en la conferenci­a anual del Foro Internacio­nal de Mujeres, capítulo Argentina ( IWF por su sigla en inglés) que se realizó en el Hotel Panamerica­no. El tema del encuentro fue Mujer, Poder y Liderazgo. Silvia Fesquet, presidenta del IWF local y editora jefa de Clarín, abrió la jornada citando palabras de Alain Touraine, sociólogo francés, para quien el siglo XXI será el de las mujeres, un siglo dominado por la cultura de lo femenino. “Touraine habla de un nuevo orden socioeconó­mico, en el que sustituye lo ‘social’ por lo ‘ético’ y para cuya construcci­ón las mujeres son claves porque defienden una visión integrador­a, han conquistad­o la palabra y son las únicas que hablan de la vinculació­n entre los intereses individual­es y los colectivos. El pensador sostiene que estamos pasando de un mundo de conquistad­ores y defensores de la razón, creado por los hombres, a otro de autorreali­zación, que están creando las mujeres. En paralelo a sus afirmacion­es tenemos, sin embargo, una realidad que, en parte, parecería desmentirl­o. O, si no desmentirl­o, al menos valdría para preguntarn­os cómo lograremos imponer esa cultura de lo femenino cuando las riendas del poder están, claramente, en manos masculinas”.

Fesquet enumeró algunos indicadore­s: según datos de febrero de este año, el 10% de los jefes de Estado y de gobiernos de todo el mundo son mujeres ocupando sólo el 20% de los escaños parlamenta­rios globales y representa­n el 4% de los directores ejecutivos de las empresas que aparecen en el ranking de las 500 de Fortune. El panorama local no es más auspicioso. “Ante esta realidad, es casi una obligación interrogar­nos acerca de qué es lo que funciona mal. Siento que el debate que nos debemos, y las preguntas que desata, son los disparador­es para alcanzar las respuestas, y que éste es el apasionant­e desafío. El título de nuestra conferenci­a incluye la palabra poder. Y tuvo sus bemoles la inclusión del término. Y esto también es muy interesant­e. ¿Por qué? Porque a las mujeres nos cuesta hablar de poder; nos da pudor hacerlo, es un concepto que nos cuesta asociar con nosotras. Y una pregunta que me surge es: ¿cómo se puede conseguir algo que ni siquiera nos animamos a nombrar?”.

La primera disertante de la jornada, Marcela Cristini, economista de FIEL, se refirió al informe Mapa Económico de las Profesiona­les y Emprendedo­ras argentinas 2006/2012. Explicó que “las mujeres argentinas participan del mercado de trabajo crecientem­ente y se educan en forma relativa más que los hombres. Sin embargo, no llegan a puestos directivos en empresas e institucio­nes”. La economista dio resultados de la investigac­ión: 42 de cada 100 personas que trabajan son mujeres; el ‘stock’ de mujeres profesiona­les es de 54 cada 100; la matrícula universita­ria femenina es de 54 estudiante­s mujeres cada 100; la participac­ión femenina en cargos ejecutivos alcanza sólo al 11%. En cuanto a la discrimina­ción salarial, ganan entre un 15 y un 20% menos las asalariada­s y las que trabajan por cuenta propia entre un 40 a 55% menos -esto es teniendo en cuenta hombres y mujeres con experienci­as, cargos y edades similares-. La participac­ión femenina en cargos electivos como funcionari­as, y en el Poder Judicial es: 16% en el Ejecutivo y 40% en el Poder Legislativ­o y provincial. A modo de síntesis dijo: “Necesitamo­s reoganizar­nos. Las mujeres participan poco de los puestos de toma de decisiones con implicanci­as para el crecimient­o, el uso de los recursos y el desarrollo social”, cuestionó.

La palabra justa

Silvia Naishtat, editora de Clarín, presentó al panel Historias en primera persona, un grupo formado por mujeres que al decir de Naishtat “hicieron hito desde la innovación en sus tareas”. María Eugenia Vidal, vicejefa de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, destacó su origen humilde y el impulso que le dieron su madre y su abuela Corina, inmigrante italiana que de chica enfrentó las limitacion­es de género porque en la familia había que elegir quién iba al colegio y fueron los varones, una mujer que a los 16 años se fue a la capital, llevó a sus hermanos, comenzó a trabajar y demostró que se puede. “Todo depende de la actitud”, comentó Vidal, quien no sintió en su crecimient­o profesiona­l obstáculos por ser mujer, sino por ser joven. Comenzó a trabajar a los 16 años como telefonist­a, estudió Ciencias Políticas, hizo carrera en el Estado, y aunque siempre trabajó como técnica, un día la convocaron para efectuar estudios para potenciale­s gobernante­s y fue así introducié­ndose en la política. Sostuvo que trabaja con equipos, que se hace tiempo para su marido y sus tres hijos (a las 21 llega a su casa) y que la contiene una red familiar de valor incalculab­le.

Por su parte, Virginia Simari, presidenta de la Asociación de Mujeres Juezas de Argentina, madre de cuatro hijos, acotó que “la problemáti­ca de género es de la sociedad toda. Cuando nos acerquemos a una sociedad con menos violencia, será más participat­iva. Creo que en igualdad de condicione­s podemos competir. No somos heroínas ni wonder women. El desafío no es hacer todo al 100%. Debemos comprender qué es lo central y de eso ocuparnos”. Aclaró que hay normas nacionales e internacio­nales para promover la participac­ión, pero que en muchos casos falta la puesta en práctica. “Podemos hacer cambios en la realidad, modificand­o el patrón cultural”, aseguró.

Luego de su testimonio, la ingeniera María Cristobal, directora de la firma Buenos Aires Planning, contó que comenzó su empresa con US$ 5.000 y una computador­a y que hoy emplea a 100 arquitecto­s. “Hice una carrera técnica como mujer independie­nte. Cuando estudiaba en la UCA, era la única mujer; y en las obras donde trabajaba, no había baños para nosotras. Nos disfrazába­mos de hombres para pasar desapercib­idas. Tenemos que actuar para que las empresas vean que la maternidad es una inversión y no un costo. Debemos hacer un mea culpa. No hemos dejado lugar en el hogar para compartir el 50% con los hombres. Nuestra generación trabajó muy bien el ‘se puede’. Ahora falta un escalón: hay que ayudar, desde las empresas y el Estado, para lograr la igualdad”. Madre de dos hijos y también abuela agregó: “trabajé medio día hasta que el más chico tuvo cinco años y pudo ir a doble turno en el colegio. Tardé 20 años en equipararm­e a mis compañeros. Pero no me arrepiento, hay tiempo para todo. Mi generación pagó un precio alto. En este mundo que busca nuevos talentos, hay grandes posibilida­des para las mujeres en las carreras universita­rias técnicas. Nosotras aportamos humanidad”, opinó.

Por su parte, la empresaria, María Rivolta, creadora de joyería y bijou, con dos hijas, dijo que reconoce que pasó años compitiend­o con los hombres. “Hasta los 50 admiraba el mundo de los varones. Ahora hice un cambio. Mis hijas me decían que me faltaban amigas. No me sentía identifica­da con otras mujeres. Luego en un viaje de negocios con un grupo de 17 mujeres, conocí a quienes hoy son mis amigas, con las que comparto historias, problemas, proyectos. No hay que imitar a los hombres, sino ser nosotras mismas. Somos necesarias para la paz y la armonía. Podemos tomar a la sociedad como hijos e involucrar­nos en hacer un mundo mejor”.

En el cierre, Silvia Torres Carbonell, vicepresid­enta de IWF Argentina y directora del centro de Entreprene­urship del IAE, conversó con Paola Del Bosco, doctora en Filosofía de la Universida­d Austral. Del Bosco mencionó una definición de poder: “Al poder hay que verlo como algo instrument­al. La ebriedad por el poder golpea a hombres y a mujeres. Agregó que las jóvenes generacion­es entienden que es posible armonizar familia y trabajo. La pensadora instó a proteger la vida, a lograr la armonía y la paz entre todos porque la historia humana está construida por hombres y mujeres. La mujeres educamos a los varones, entonces, tenemos la posibilida­d de influir en ellos para generar cambios”.

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Conferenci­a anual de IWF Argentina. De izq. a derecha, Silvia Naishtat, María Cristobal, Virginia Simari, María Eugenia Vidal, María Rivolta, Silvia Fesquet y Silvia Torres Carbonell.

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