Las formas del adiós
Muchos quizá lo conozcan por una obra de teatro, “Las guerras de nuestros antepasados” que allá por 1991 montó en Buenos Aires José Sacristán. Tal vez sean menos quienes hayan leído “Cinco horas con Mario”, uno de esos títulos que obligan a la recomendación ferviente. En él, Miguel Delibes, pues de este escritor español se trata, reconstruye el largo soliloquio que una mujer recita junto al cuerpo de su marido apenas fallecido, el Mario que da nombre al título. Toda una vida de desencuentros, de mutuas incomprensiones, de silencios, de frustraciones y de módicas alegrías desfilarán entonces en esa suerte de monólogo en plena madrugada de despedida. Prolífico y premiado, Delibes alumbró, entre muchos otros, un libro no muy voluminoso, pero decididamente entrañable. “Señora de rojo sobre fondo gris”, se llama y, por varios motivos, es difícil olvidarlo. A través de la historia del protagonista, un pintor, y Ana, la novela recrea, en realidad, la relación entre el propio Delibes y Angeles, su mujer y madre de sus siete hijos, y cuya muerte, con apenas 48 años, sumió al escritor en una melancolía y una tristeza que lo acompañarían las más de tres décadas de vida que aún tendría por delante. De Angeles solía decir que era su equilibrio, la mejor mitad de sí mismo. ”Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad”, escribió en Señora... E hizo suya la definición que de Angeles una vez dio su amigo Julián Marías: “una mujer cuya sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir”. ¿Es posible pedir epitafio más hermoso?