Clarín - Mujer

Viajar, a ningún lado

- Silvia Fesquet EDITORA JEFA DE CLARIN sfesquet@clarin.com

Quien más, quien menos, en estas fechas tradiciona­les de vacaciones tiene en mente algún viajecito: el que realizó, el que está por hacer, el que hubiera querido y no pudo llevar a cabo, ese con el que viene soñando toda una vida. En general, cuanto más exótico y diferente sea el destino, cuanto más inalcanzab­le parezca, mayores serán las expectativ­as. Expectativ­as que pueden convertirs­e en frustració­n en la medida en que la ilusión del viaje no se concrete. Hay para esto consuelo. Viajero de toda la vida, como él mismo se define, el escritor británico Pico Iyer confiesa que, de manera casi natural, se hizo cronista de viajes para poder amalgamar placer y trabajo. Para dar una idea del alcance de su pasión, valga saber que ya a los 9 años sobrevolab­a varias veces al año el Polo Norte, para ir desde la California donde vivían sus padres al internado de Inglaterra en que estudiaba. Fascinado por el trayecto, no quedaban muchas dudas acerca de su pasión posterior. Con esa experienci­a que lo ha llevado a recorrer los rincones más maravillos­os del planeta, es interesant­e prestar atención a sus reflexione­s. ”Una de las primeras cosas que aprende uno al viajar-contó- es que ningún lugar es mágico a menos que uno lo vea con la mirada apropiada. Y creo que la mejor manera de cultivar una mirada más atenta y apreciativ­a fue, curiosamen­te, ir a ninguna parte y simplement­e sentarme. Descubrí que ir a ninguna parte era tan apasionant­e como ir al Tibet o a Cuba. Cuando digo ir a ninguna parte hablo de tomarse unos minutos cada día, o unos días cada estación, de modo de estar quieto el tiempo suficiente para averiguar qué nos motiva más y recordar qué nos hace realmente felices”. Buen viaje.

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