Estar atentos
El bullying afecta cada vez a más chicos en las escuelas tanto públicas como privadas. ¿Cómo enfrentarlo?
Un insulto, un empujón, un abuso de poder frente al otro al que se siente más débil. Las personalidades de los chicos no siempre están preparadas para enfrentar la agresividad de los otros. Y es así que el dolor de panza aparece cada mañana antes de ir a la escuela, el desgano se apodera del nene y hay que tratar de entender qué le está pasando. Con nombre importado y casi nuevo, el bullying existe desde hace décadas. Pero no siempre los chicos pueden contar lo que les pasa y los grandes no siempre saben cómo ayudarlos. “El acoso escolar (o bullying) es una forma común de violencia. Según investigaciones de Plan International y UNICEF, entre el 50% y el 70% de los estudiantes en América latina han sido acosados o han sido testigos de incidentes de bullying. Si bien el maltrato escolar no es un fenómeno nuevo, la tecnología y las redes sociales han multiplicado exponencialmente el alcance y el impacto de este problema. El acoso cibernético (o cyberbullying) se lleva a cabo en Internet y con teléfonos celulares y puede tener, como el acoso escolar, consecuencias negativas en la salud mental”, señala la licenciada Andrea Baldantoni, especialista en niños, adolescentes y familias, de Hémera.
“Es cosa de chicos”, dicen algunos padres. Y aunque es normal que los niños hagan bromas entre ellos, hay que diferenciar cuándo un conflicto grupal puede considerarse bullying. Algunas peleas son esperables y ofrecen oportunidades para que nuestros hijos desarrollen sus habilidades sociales y la capacidad para defender lo que piensan y sienten. Justamente por eso, dicen los que saben, hay que estar atentos y saber diferenciar. ¿Cuándo podemos decir que hay hostigamiento? “Cuando las agresiones se producen sobre la misma persona en forma reiterada y durante un tiem- po prolongado. Generalmente, el agresor establece una relación de dominio sobre la víctima con la participación del resto de los compañeros: muchas veces en silencio, otras con indiferencia o uniéndose para lograr una complicidad y, así, el niño agredido queda aislado”, explica la licenciada Marisa Russomando.
Hay chicos que pueden contar el problema y eso facilita que el adulto intervenga, pero hay muchos que, por vergüenza o temor a las represalias, lo mantienen en secreto. “En estos casos, es clave que los padres y otros adultos cercanos puedan estar atentos a ciertas manifestaciones que funcionan como señales de alarma”, afirma la licenciada Candelaria Irazusta, directora del Equipo Anti Bullying Argentina (ABA).
Cómo actuar
Se sabe que a algunos chicos cuesta más herirlos que a otros. ¿Qué es lo que hace que un niño sea más vulnerable frente a una situación de maltrato escolar? La respuesta se encuentra en la capacidad de los niños para ser resilientes, en su empatía y en su capacitación emocional.
“La habilidad para crecer frente a los desafíos de la infancia surge de la capacidad de manejarse en el mundo de las emociones. En el esfuerzo por detener al bullying, es importante fortalecer emocionalmente a los chicos y prepararlos para que puedan resolver conflictos sin violencia y evitar ser presas fáciles del maltrato”, señala la licenciada Baldantoni. “Existe la creencia de que aquel que es víctima de bullying automáticamente va a generar un trauma y tener consecuencias catastróficas. ¡No necesariamente! Esta puede ser una oportunidad para generar la capacidad de la resiliencia. Investigaciones dan cuentan que solo el 50% de los chicos que reportaron haber sido víctimas de bullying, registraron haber vivido la experiencia como traumática”, tranquiliza la psicóloga.
Colegio + familia
Para abordar el tema, la escuela y la familia son los pivotes de la búsqueda de solución. “Frente a la certeza de que un chico es víctima de hostigamiento, es clave actuar de inmediato con todo el grupo. Esto debe ser un trabajo conjunto entre los padres y la escuela, que en estos casos tiene un rol fundamental porque los conflictos suceden dentro de su dinámica grupal e institucional. Allí los chicos comparten tiempo y espacio con otros chicos de una manera obligada. Es decir, no eligen a sus compañeros y esto trae algunas consecuencias. Es tarea de la escuela prestar atención a la dinámica grupal, saber qué está sucediendo para prevenir y tratar cada caso. El colegio debe garantizar el clima necesario para que cada chico se pueda expresar, disfrutar de la escolaridad y crecer de una manera sana”, advierte la licenciada Russomano.
“El bullying no es un problema entre una díada: víctima-agresor.v Esta es una comprensión reduccionistan que deja afuera un grupo fundamental sobre el cualc el fenómeno del acoso se instala: los espectadores. La dinámica de grupo, y los estilos de liderazgo en que losl chicos se ven inmersos, son claves a la hora de entender la génesis del problema y su mantenimiento -apunta la licenciada Irazusta- El trabajo con todo el grupo es un eje fundamental sobre el cual focalizarse a fin de lograr la implicación de todo el alumnado en la creación de un marco protector, preventivo y correctivo del aislamiento y la victimización”, dice.
La familia, además de proteger y acompañar a su hijo, debe preguntarse por qué ese chico no tiene recursos para reaccionar o no tiene compañeros que lo respalden. Es importante que los adultos acompañen el crecimiento de niños y jóvenes hacia un desarrollo saludable. “Para prevenir el hostigamiento hay que establecere límites seguros y coherentes desde la niñez, no permitir la burla hacia otras personas, aprender a convivir con la diversidad en todas sus manifestaciones, establecer normas de convivencia basadas en el respeto y la tolerancia, no ser cómplices de mentiras ni agresiones y respetar y hacer respetar a todos y a cada uno”, enumera Russomano.
Una convivencia armoniosa se da cuando no hay autoritarismo de parte de los adultos ni tiranía de niños y jóvenes. Frente a situaciones de hostigamiento, es importante tener en claro que no se trata de culpar al agresor, porque ninguna posición es saludable: ni la del agresor ni la de la víctima.