Clarín - Mujer

Pato laqueado

- Por Patricia Suárez

Beijing Kaoya es un plato muy conocido de la cocina china. La razón de ser de este plato es que el pato lleva un trabajo bárbaro, como quien dice, “chino”, para hacerlo. Luego de limpiar el pato, incluidas las vísceras, se lo infla hasta parecer un globo, y se le agrega agua en el vientre. Se le unta la piel con azúcar, para que obtenga el clásico tono dorado y una textura crocante. La cosa es que hay que hornear al pato en un horno abierto con leña frutal, para que no sólo cocine a la bendita ave, sino que perfume la estancia. La delicadeza china en el arte de la cocina incluye fragancias, pero la realidad es que en el fondo de la casa de Monte Grande de Claire Kharma, había un eucalipto desconchad­o y un níspero cuidado por tres culebras celosas. Con lo cual, Huan Yue, provisto de un hacha que compró en Easy, pasó a decapitar las culebras y después a cortar ramitas del níspero adonde hornear el pato. Sharik se moría de risa, pensaría que era un juego. Pero Claire no estaba en la casa, porque ella se resistía a todo tipo de cortejo amoroso de el chico. Ya se lo había explicado en los dos idiomas (Claire era bilingüe): ella hasta el día de hoy no sabía lo que era el buen amor, que la quisieran para la eternidad. Claire se limitaba a darle una palmadita y un beso en la frente, esperando a que el ataque de amor mermara. Pronto Sharik volvería con Nairobi, su verdadera madre, que lo reclamó al juez de menores y Claire, en un rapto de bondad, decidió que era mejor que estuviera con su madre. Rapto de bondad, por así llamarlo, a los doce mil euros que le mandó Walter Kharma desde el barrio chino de Amsterdam. Claire dijo al Juez: “Un hijo dado en adopción y reclamado, siente menos el abandono”. Ella calculaba que en cuanto Sharik volviera con su mamá, y ella ya no necesitarí­a a Huan Yue como niñero: o él se iba a trabajar con Caty o se instalaba en una pensión cerca de la UBA a estudiar Literatura. Pero Huan Yue persistía: ¿Tendría ella un parecido con la esposa de Buda? Claire no sabía mucho de la esposa de Buda. ¿Se deshizo de ella? Los religiosos eran misóginos, pensaba Claire y razón tenía.

Una vez hachado el níspero (a Huan Yue se le fue la mano), hizo la fogata, ya que horno abierto no tenía. Huan Yue lo hizo con cuidado, para no incendiar la casa, y una vez contenido el fuego, clavó al pato en un palito, y lo puso a girar. Hay que ver qué gusto tenían los perros del barrio por la carne de pato, que saltaron la tapia y le chumbaron a Huan Yue para que les largara la carne antes de ser laqueado. Para defenderse, se puso al pato en la cabeza y oyendo mentalment­e la melodía Formosan Dance, nada tiene que ver con nuestra Formosa sino con la de la China, bailó hacha en mano para espantar a los perros -o si fuera necesario, asesinarlo­s-. Después de todo, defenderse de este modo era lo que había aprendido de su padre, jefe de los Ghost Shadows neoyorquin­os, la mayor mafia china del mundo. Estaba rodeado de una jauría de caniches, un shar pei (que como raza china, quería tenerle piedad), y un bulldog francés y border terrier que se habían aliado con inquina para quitarle el alimento. Por suerte, atinó a pasar por la calle el paseador del barrio, haciendo sonar un silbato para perros y los bichos salieron tras él. Agotado, Huan Yue asó el pato, cocinó verduras y las envolvió en un panqueque fino, para acompañar el pato. Dispuso una mesita y la adornó con un florerito con azucenas y tanteó que en su camisola estuviera el anillo de compromiso, con un zafiro. Después, con Sharik en brazos y mientras caía la lenta noche, se sentó a esperar a su Claire.

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