Como dos gotas de botox

Las fotos las muestran en toda su dimensión:a partir de algunos rasgos, uno puede intuir que en algún momento, allí, hubo belleza. Porque ahora, digámoslo brutalmente, lo que se aprecia son dos monstruos, deformados por cirugías y algo más. No todos lo verán así, por supuesto. Sin ir más lejos, las propias protagonistas de esta historia no están del todo satisfechas con lo logrado hasta ahora, y van por más. Pero ya es hora de presentarlas: ellas son Georgina Clarke, de 38 años, y Kayla Morris, su hija de 20. Británicas, estas dos mujeres tienen un solo objetivo en la vida, módico por cierto pero como se verá, carísimo: parecerse a Katie Price, modelo de aparición recurrente en revistas masculinas, televisión, redes sociales y ex novia, para más datos, de un compatriota, nuestro, Leandro Penna, el ex bañero de Marley, que consiguió sus 15 minutos de fama extramuros en virtud de este romance. El “sueño” de madre e hija les costó, hasta el momento, unos cien mil dólares, invertidos en cirugías plásticas varias, botox, rellenos labiales, implante de pómulos, maquillaje semipermanente, blanqueamiento dental, extensiones capilares y, obviamente, prótesis mamarias de un tamaño descomunal, sumado a sesiones intensivas de cama solar. A pesar de semejante despliegue, ninguna de las dos se ve lo suficientemente parecida a su ídola. Y, por si algo le faltara a la historia para ser redondamente patética, el dinero lo proveyó un señor acaudalado conmovido por el proyecto. ¿Cómo conocieron al mecenas? Era un cliente del club en el que Kayla trabajaba como stripper, después de abandonar el colegio a los 17. ¿Lo que viene? Rejuvenecimiento vaginal para Georgina. Un psicólogo ahí, por favor.