“Las fragancias son un reflejo de la personalidad, del estado de ánimo y del humor. Siempre es mejor tener opciones”.
o you like it? (¿Te gustó?), fue lo primero que preguntó Kenzo Takada antes de empezar a sonreir para una larga serie de selfies y fotos. En el Museo de Imagen y Sonido de San Pablo, lo esperaba desde la CEO Global de Avon, Sheri Mc Coy, hasta representantes de la firma de cosmética y periodistas de Brasil, Chile, México y Argentina, que viajaron especialmente para el lanzamiento de las fragancias Avon Life, que realizó en conjunto con la marca. La presentación, muy exclusiva, fue durante un almuerzo en un salón decorado con paneles y arreglos florales, que incluían únicamente las flores utilizadas en el perfume: violetas, lirios y peonías blancas. “Si tuviera que elegir una sola fragancia, tomaría a las que son a base de f lores/ amaderadas. En este caso, seleccionamos a la violeta como nota principal. Queríamos crear una colección accesible para todas las mujeres”, describe.
¿Su inspiración? “Proviene de mi infancia, viendo a mi madre y mis hermanas vestidas con sus tradicionales kimonos llenos de colores y elementos florales. Traté de llevar estas imágenes a mi creación aunque la mayoría de mis referencias provengan de la combinación de distintas culturas. Gracias a los diferentes viajes que pude hacer, descubrí distintos pigmentos de color, estilos de ropa y las formas de vestir esos diseños. Realmente traté de combinar diferentes horizontes en mis colecciones”, cuenta el diseñador japonés que de chico soñaba con visitar París y logró instalarse en Francia el 1° de enero de 1965, donde montó un imperio con su firma y líneas de perfumes. “Desde entonces nunca más me fui”, admite. Usted fue uno de los primeros diseñadores que vendió su marca al grupo LVMH. Fue vanguardista en un momento muy distinto al que vivimos hoy, en el que las marcas son parte de las grandes corporaciones. Sí, definitivamente, son épocas distintas. Cuando yo comencé, no existían los grandes grupos como hay hoy. Básicamente eran casas de moda independientes: cada una creaba sus productos. También fueron los comienzos del ready-to-wear o prêt-à-porter (listo para usar) y el fin de la era hippie. Sentíamos que todo era posible; queríamos romper determinadas reglas. Era muy divertido. ¿Extraña el mundo de la moda y el diseño? ¿Cómo fue esa experiencia de transferir su nombre? Sí, siempre lo voy a extrañar, pero Kenzo está en buenas manos, y hoy no sería capaz de seguir adelante con semejante trabajo extremo, necesario para cubrir todas las temporadas, todos los desfiles… Lo hice de manera intensa durante 30 años. Pero cuando me retiré a fines de 1999, comienzos de 2000, pensé que podía dejar de trabajar. Y después de dos o tres años, sentí que me aburría. Por eso volví a trabajar; tengo que mantener mi mente en funcionamiento. Eso le da un sentido. Es por eso que hoy me siento tan orgulloso de trabajar con Avon. Realmente es una gran compañía y un gran proyecto. Juntos logramos que buenas fragancias estén al alcance de millones de mujeres y hombres. ¿Cómo ve a la moda de hoy? ¿Qué opina del hecho de que su firma se democratice en tiendas como H&M, donde acaba de realizar otra alianza? Creo que la colección de H&M es algo grandioso. Cuando comencé, en cierta forma, ése era el objetivo: hacíamos prendas listas para usar que, en ese momento, era la nueva democratización de la moda. A veces, hay que crear para todos, de lo contrario, ¿cuál es el sentido? La moda, en la actualidad, es definitivamente más rápida que antes. También es una cuestión de marca, comunicación, posicionamiento y creatividad. El ambiente es más competitivo y a veces difícil de seguir, pues hay muchas firmas y grandes diseñadores. La moda es un ambiente duro e implica mucho trabajo, si uno quiere mantenerse bien arriba. Afortunadamente, emergen nombres aún hoy. En lo que concierne el estilo japonés, que usted ha impuesto exitosamente, ¿cómo definiría y explicaría su reinvención a lo largo de los años? La moda japonesa ha traído cierto estilo de cortes, combinación de materiales, y a veces formas más simplificadas. Las expectativas de calidad en Japón son altas, y eso me gusta. El estilo japonés estuvo muy