“LA AGRICULTURA DE ESCALA NO VA A DESAPARECER”
El CEO de una empresa que siembra en el centro de Buenos Aires aporta sus claves para acomodarse a un nuevo escenario de rentabilidad en el negocio agropecuario.
El negocio agropecuario se reformula constantemente adaptandose a las variaciones coyunturales, y las organizaciones del sector se han vuelto expertas en la adaptación al cambio. El grupo ADBlick Agro siembra alrededor de 50.000 hectáreas en el centro de la provincia de Buenos Aires. Su CEO, José Demicheli, dialogó con Héctor Huergo, editor de Clarín Rural, y aseguró que la clave es buscar la escala óptima. Según su visión, hay un problema de cluster agropecuario, de no saber expresar las bondades que tiene el agro y la soja para la sociedad argentina. – Muchos piensan que los fideicomisos agrícolas y los pooles de siembra están desapareciendo, que se fueron, o que no tienen
CON UNA ESCALA DE 50.000 HECTAREAS YA OBTENEMOS MEJORES PRECIOS DE COMPRA PARA LOS INSUMOS
rentabilidad… ¿Es así? – Primero me parece importante aclarar que el fideicomiso es una herramienta jurídica para poder ser un vehículo de inversión; y el pool de siembra bien trabajado es una empresa de agro a escala. ADBlick es una empresa que organiza agricultura a escala. Entonces si la pregunta es: en un país como la Argentina ¿La agricultura a escala es algo que va a desaparecer? Nosotros estamos convencidos que no, en absoluto. El tema es cómo se hace el negocio y cómo se compite en la escala. Nosotros vimos que llegando a una escala de 40.000 o 50.000 hectáreas de cultivo ya obtenemos mejores precios de compra para insumos, mejor condición para hacer una negociación con girasol o con colza para exportar y negociamos un muy buen flete. Pero como hay economías de escala, también pueden ser economías de escalas decrecientes o marginales… Si nos fuéramos a 150.000 o 600.000 hectáreas como le pasó en su momento a otra empresa grande, se te van mucho los costos de gerenciamiento y pasa a ser marginalmente negativo. – ¿ Quién fija el precio de los alquileres? – Lo fijan 100.000 o 200.000 pro- ductores chicos que están haciendo una cuenta de su marginalidad de las 500 hectáreas. Donde un productor chico que puede competir con 25/30 dólares propios de costo, si uno como empresa de escala tiene 50 dólares para operar, esos 20 dólares de mayor costo los compensa con las economías de escala en comercialización, en compra de insumos, en protocolo de cultivo, negociación con contratistas, darle volumen a los contratistas … pero después llega un momento que eso no rinde más en la escala, y donde si el costo de 50 se dispara a 80 dólares, o 100 dólares por hectárea, ahí pierdo competitividad. – Así que el tema es redefinir también la escala…escala no es tamaño solamente… ¿Hay una escala óptima? – Exacto, y en este negocio se compite por la escala en el sentido de que hoy consideramos que el negocio está muy fino y es un negocio de competencia imperfecta. ¿Qué quiero decir con eso? Cuando uno mira el IVA retenido que no devuelve el gobierno; cuando uno mira el incremento de costos en dólares en función a lo que pasó en los últimos cuatro años, eso hace que el negocio hoy esté desequilibrado. Y el riesgo está un poco más alto en función al retorno esperado. Eso en algún momento se tiene que acomodar. Pero mientras tanto hay una lucha por la tierra donde el pequeño agricultor paga ese quintal de más por crecer y porque no hizo bien la cuenta, y termina siendo un mercado donde hoy estás viendo unos alquileres que están volviendo a repetir los números del año pasado porque la soja dio un poquito más; pero en realidad todavía no bajaron todo lo que tendrían que bajar. – ¿ Sentís que el mercado sigue percibiendo la oportunidad de invertir en agricultura? – Lo que decimos muchas veces es: yo no escuche nunca hablar a los árabes mal del petróleo, ni a los chilenos mal del cobre, pero los argentinos hablamos mal de la soja. ¿Cómo es esto? Si es el producto que nos da la exportación y la competitividad. A mi criterio, de alguna manera hay un problema de cluster agropecuario, de no saber expresar las bondades que tiene el agro y la soja para la sociedad argentina. Entonces definitivamente hoy, la foto del negocio en función de la opinión pública y las problemáticas, no es la mejor. Está con una mirada crítica que para nosotros está en la problemática de micro y de número, como en cualquier negocio de la Argentina. Pero los que están en el negocio de la uva, de olivos, de tambo, de la carne están mucho peor que los del grano. El tema es qué hay para construir de acá para adelante. Yo soy un convencido de que en los próximos dieciocho meses, o dos años vamos a tener que hacer cola como argentinos para recibir las inversiones del agro. Tenemos una mirada esperanzadora. Estamos donde hay que estar, en el país en el que hay que estar, en el momento que hay que estar.