Clarín - Revista Rural

UNA HISTORIA PARA CONTAR

Sin abandonar su pueblo desarrolló una gran actividad como productor y a nivel institucio­nal.

- Andrés Matinata clarinrura­l@clarin.com

Luis Giraudo, uno de los pioneros de la siembra directa.

Al pensar en la siembra directa en Argentina, al instante vienen a la memoria un puñado de nombres que quedarán en la historia agropecuar­ia nacional, como esos viejos equipos de fútbol que los fanáticos recitan de un tirón.

Entre ellos se encuentra Luis Giraudo, un santafesin­o nacido en la pequeña localidad de Zenón Pereyra. Hijo de un martillero público con simpatías por la Unión Cívica Radical, tuvo desde temprano contacto con la actividad agropecuar­ia, gracias a su abuelo, que en aquel entonces era propietari­o de campos en la zona.

Su padre trabajó durante 26 años en la escribanía del pueblo, y sin saberlo empezaba a delinear el destino del pequeño Luis, que años más tarde iría a la universida­d, se graduaría de escribano y estaría al frente de ese estudio.

En los años del gobierno de Juan Domingo Perón, sus días de la infancia transcurrí­an entre el campo y la escuela primaria, hasta que en 1952, cuando cursaba el cuarto grado, se generó una situación que lo marcaría para siempre. “Como mis padres eran radicales, y obviamente no estaban afiliados al peronismo, querían que repita el grado”, recordó. Su maestra intentó defenderlo, pero en la familia ya pesaba el antecedent­e de Miguel Angel, su hermano mayor, que cursó dos veces tercer grado por la misma cuestión.

La solución a este problema llegó desde Rosario, y a los diez años Giraudo cambió las aulas del Colegio Fiscal de Zenón Pereyra por las del La Salle, en donde terminó la primaria y se graduó de bachiller. Eran 250 kilómetros en tren, y los dos hermanos viajaban junto a un comisionis­ta del pueblo, que los acompañaba hasta Rosario.

Todavía se emociona cuando recuerda ese tren, y a su abuelo materno Luis Baudagna esperándol­o en el andén. “Pasaba mucho tiempo con ellos, en una casa con un gran jardín y teníamos mucha libertad. Nos enseñó a pescar en el puerto de Rosario, y siempre nos acompañó en los momentos difíciles”.

En esas calles rosarinas nació su amor por Newell ´ s Old Boys, y cuando sus obligacion­es dejan un espacio, despunta su pasión por esos colores junto a sus nietos, en el estadio del Parque Independen­cia. Y como todo “leproso” de ley, está feliz por la designació­n de Gerardo Martino al frente de la selección nacional. “Lo considero una persona muy franca y transparen­te”, apuntó.

La siguiente parada luego del La Salle fue la universida­d de Derecho y Ciencias Sociales, en la ciudad de Santa Fe, donde egresó a los 21 años con el título de escribano. “Era un estudiante responsabl­e, cubría las materias de un año a otro porque tenía la necesidad de graduarme para ayudar a mis padres”, explicó.

Luego de cuatro meses de servicio militar en Santa Fe, regresó a Zenón Pereyra. En este punto, retomó la actividad agropecuar­ia, que empezó después de recibirse de bachiller, acompañand­o a sus padres en el campo de Tostado, adquirido gracias a las comisiones ganadas en la venta de estancias. “Ahí empezamos a ser productore­s agropecuar­ios, hacíamos ganadería y más tarde continuamo­s con la agricultur­a”, sostuvo.

En 1966 se casó con Beatriz, una vecina de Zenón Pereyra, y llegaronro­n las tres hijas al hogar: Caroli-Caroli na, Pilu (la actual presidenta de Aapresid) y María Victoria. Los años posteriore­s al regreso fueron intensos, y el trabajo en el campo se combinaba con su labor de escribano. En un punto, esos dos caminos se cruzaban, y en muchas ocasiones aplicó sus conocimien­tos del ámbito rural para divisiones, sociedades y otras figuras legales vinculadas a la actividad rural. “Firmaba las escrituras los domingos, la gente iba a misa y después venían a la escribanía”, recuerda con una sonrisa.

Su rol en Aapresid es por demás conocido. Giraudo recuerda cuando su amigo Víctor Trucco le acercó, a mediados de los 80’, una inquietud que daba vueltas en su cabeza: “Mirá Luis, tengo unos amigos en Marcos Juárez que nos dicen que podemos sembrar sin roturar la tierra”. Nacía una insti-

EN LA UNIVERSIDA­D DE SANTA FE PUDO GRADUARSE COMO ESCRIBANO A LOS 21 AÑOS DE EDAD, EN TIEMPO RECORD

tución insignia en la producción agropecuar­ia nacional.

Y más allá de su perfil agropecuar­io, el escribano no perdió su lugar en la creación de la entidad. Giraudo fue el encargado de redactar los estatutos que, salvo alguna pequeña reforma, en la actualidad continúan vigentes.

Con una incansable actividad institucio­nal sobre sus espaldas -que incluye entidades como Inta y Aacrea- Giraudo reparte sus días entre la escribanía de Zenón Pereyra, la cría y engorde de Braford y la agricultur­a. Y una vez al año se escapa a Corrientes, en busca de los mejores dorados. Tal como le enseñó su abuelo, en aquellos días de su infancia en Rosario.

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SU RINCON. EN LA ESCRIBANIA DE ZENON PEREYRA, UNA DE SUS ACTIVIDADE­S FUERA DEL AGRO.
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POSTAL. GIRAUDO CON INTEGRANTE­S DE AAPRESID DE DIFERENTES GENERACION­ES DURANTE UNA REUNION EN ROSARIO.

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