EPOCA DE ENTORE
En época de servicios se debe estar especialmente atentos al estado general de los toros y las vacas.
La correcta observación del rodeo tiene relación directa con la tasa de preñez.
La época de servicios, cuando los toros entran a trabajar en los rodeos, es uno de los momentos del ciclo productivo fundamentales ya que va a marcar y a signar el resto del año.
Es decir, si esta etapa falla, el resto del sistema se verá sumamente comprometido en todos sus aspectos, donde los económicos toman una preponderancia estelar.
Suponiendo una temporada de entore de tres meses (según las zonas del país, ésta se extenderá de septiembre a diciembre, o de noviembre a febrero) y la realización del tacto de diagnóstico de gesta- ción sesenta días después del fin del servicio, tenemos una extensión de tiempo de cinco meses. Esto significa que cuando tomamos conciencia de un problema como el bajo porcentaje de preñez, ya perdimos ciento cincuenta días. Y como se dice, el tiempo no para, no vuelve y jamás se recupera.
Esto es simplemente una introducción a un tema que generalmente no se toma muy en cuenta, y es el de hacer un seguimiento de la torada.
Un correcto examen clínico andrológico sanitario es indispensable en la ganadería actual, y es una maniobra que ya no admite discusión en su utilización, pero con su sola realización no basta. Es de suma importancia que los recorredores se tomen el tiempo necesario para ver cómo trabajan los toros, su desempeño, su estado general, si hay lesiones, el estado de las vacas, si hay muchas en celo, etc.
De estas observaciones básicas pueden surgir alertas cuando las cosas no están funcionando bien, y darnos un tiempo de reacción para corregir lo que esta mal.
Uno de los mayores errores de manejo que se cometen, es el mezclar toros jóvenes con maduros, o mochos con astados, o con mucha diferencia de tamaño. Los toros son una categoría en la cual la jerarquía social es muy marcada, puesto que están disputando la posibilidad de copular y dejar su descendencia, entonces desde un primer momento se generan peleas y medición de fuerzas. En estas contiendas es donde alguno de estos se lastima, dejan de montar o se “achican”, y no cumplen su función por temor. Estos ejemplares son conocidos muchas veces como toros “rinconeros”.
Otro error muy común es el reemplazo de un toro que esta manco, rengo, flaco, etc. por otro en un lote donde hay otros machos, entonces el orden social debe ser reestablecido y pierden tiempo peleando y no montando.
Si un toro debe salir de un lote de vacas, habiendo otros en servicio, no debe ser reemplazado por otro. Deje los que están o cambielos a todos juntos.
A modo de ejemplo, cada 100 vacas que están ciclando, es decir
CUANDO UN TORO SALE DEL LOTE EN PLENO SERVICIO NO DEBE SER REEMPLAZADO POR UNO NUEVO
que muestran celo cada 21 días, en general se coloca el 2% de toros en los campos con un manejo muy aceitado, mientras que en aquellos establecimientos con ciertos problemas, de terreno, apotreramiento, etc., los toros pueden llegar a ser el 5% del rodeo.
Si tomamos como media el 3% de toros con una efectividad de preñez del 60% -es decir, cada 10 vacas que montan y que están en celo seis vacas quedan preñadas-, en los primeros veintiún días sesenta vacas están preñadas y cuarenta vacías. Para el segundo mes, hay cuarenta vacas vacías y siguen los tres toros, pero ahora éstos equivalen al 7,5%.
Al tercer mes de entore, este número se transforma en un 18,7% de toros en el rodeo, motivo por el cual, si hay que sacar un toro de servicio, no habría problema de hacerlo sin tener que colocar uno nuevo. Pero acá entra a jugar de nuevo el tema de los recorredores: si éstos observan que hay mucho celo significa que tenemos más animales de cola de parición, y por lo tanto el requerimiento de toros sigue alto.
Un ejemplo. Hace poco un cliente compra en un remate de cabaña un toro de pedrigree, clínicamente apto para cubrir el retorno de unas vacas inseminadas. Le aconsejo ver cómo se desempeñaba, y al colocarlo en el lote junto a vacas en celo se ve que el mismo no saltaba, no mostraba interés en las vacas. ¿Qué hubiera pasado si este toro va a un lote donde no se lo sigue y no se ve que no saltaba? Muy simple, nos quedamos con las vacas vacías, creyendo que se nos están sirviendo, y eso lo vamos a saber cuatro o cinco meses tarde. Además, la posibilidad de hacer el reclamo a la cabaña donde se lo compro se vuelve prácticamente nula.
Esto pasa, en muchos casos porque no se pide la prueba de capacidad de servicio que tanto pregona el doctor “Chuni” Acuña, la cual es sencilla y consiste en observar cuántas veces un toro realiza montas en un tiempo determinado,
bajo ciertas condiciones predeterminadas. Así, los reproductores son categorizados en alta, media o baja capacidad de servicio.
Las cabañas deberían hacer esta prueba e informar los resultados en sus catálogos de venta, al igual que en un tiempo no muy lejano nos tendrían que dar información sobre la calidad seminal de los animales que compramos. Al menos esto debería ser así en el pedrigree y el puro controlado.
Un ejemplo del cual se pueden obtener muchos datos de errores que no se deberían cometer fue el
LAS CABAÑAS DEBERIAN APORTAR INFORMACION SOBRE LA CAPACIDAD DE SERVICIO DE LOS TOROS QUE VENDEN
caso de una inseminación de 300 vaquillonas Shorthorn a celo detectado durante cinco días, hecho por el personal de una estancia. Después se les colocó siete toros (2,33%) pensando en una preñez del 50% de inseminación, durante setenta y cinco días.
El resultado del tacto fue del 51% de preñez. Las causas: el semen que estaba en la estancia estaba muerto por falta de control del termo de nitrógeno, el cual se debe haber secado en algún momento. Lo rellenaron, pero el semen ya no servía, entonces los siete toros entraron a un lote de 300 animales vacíos y sincronizados en sus celos, por lo que cuando retornaron al celo los toros no dieron abasto, preñaron lo que pudieron, se agotaron y no pudieron seguir montando ante la aparición de más animales alzados.
Si los recorredores de la estancia hubieran visto esta situación se podría haber evitado este muy mal resultado de preñez, y no se hubieran cargado 150 vaquillonas para el frigorífico pensando que éstas eran las responsables de la falla.
Se pensó en Tricomonas, Campylobacteriosis y demás, pero se falló en el cuidado del termo de nitrógeno con el semen, algo que jamás debería ocurrir. Ante la me- nor duda se debe mandar a evaluar dos pajuelas para evitar todas estas pérdidas, y con una correcta observación del desempeño de los toros, viendo la cantidad de animales en celo, se podría haber aumentado la dotación de machos y cubrir las necesidades del rodeo de hembras a tiempo.