UNA HISTORIA PARA CONTAR
El referente local de la evaluación genética estadística cuenta su historia y revela sus pasiones.
Rodolfo Cantet, referente del mejoramiento genético.
Desde su propia concepción, la genética jugó un papel pel importante en la vida de Rodolfo Cantet. Nació en el barrio porteño de Núñez con apepellido francés, pero es fanáticoo y socio vitalicio de Boca, porqueue su bisabuela era genovesa y gran parte de su familia vivía en n el barrio de la bombonera. Hoyoy Fito, como lo llaman los amiigos, es un sinónimo argentinoo de mejoramiento genético ani- mal. Clarín Rural lo visitó enn su despacho de la Facultad dee Agronomía de la UBA para conocer su historia y el recorrido que lo llevó al mundo de la estadística y el ADN.
“De chico, hasta fines de losos 60, iba a un campo en Gorostiaga,, pro-pro- vincia de Buenos Aires, que alquilaba un tío segundo mío, y varios veranos los pasé en el campo de cría de un amigo de mi padre. De ese entonces me quedó un gusto especial por las vacas que me impulsó a inscribirme en la Facultad de Agronomía”.
Cantet había hecho la secundaria en el Liceo Militar, lo que le dio una
“COMO DECIA HENDERSON, LA ESTADISTICA TIENE QUE ESTAR AL SERVICIO DE LA EVALUACION”, DICE
base académica muy fuerte, sobre todo en química, matemática y biología: “Mis primeros años en la Facultad fueron un paseo”, asegura. En aquellos años, según su visión, el modelo de ingeniero agrónomo que formaba la facultad era el asesor CREA, y cuando él terminó la carrera intentó ese camino pero se dio cuenta de que no necesariamente le iba a ir bien en la actividad privada.
En ese momento, una donación fue lo que cambió su rumbo. Una señora donó el campo de Carlos Casares que tiene la Fauba, y él fue uno de los primeros privilegiados que pudo realizar allí su beca de especialización con la coordinación de Julio García Tobar, junto a Rodolfo Peralta, entre otros. “Gracias a eso fui a Estados Unidos a hacer mi primera maestría en mejoramiento genético animal, justo después de la guerra de Malvinas. Me casé, esperé que mi esposa se recibiera de contadora y nos fuimos”.
Fue allí donde Cantet agarró la senda académica. Con la maestría no era suficiente y decidió aplicar para hacer un doctorado en la Universdad de Illinois. “Es la universidad que llevo pegada a mi corazón y aparece constantemente en mi vida. De hecho, mi hija mayor nació allá y en este momento está haciendo su doctorado en economía en Illinois”, remarca, y los recuerdos acuden a su encuentro.
“Me tocó ver el mejor momento de Illinois, era la escuela más pujante a nivel mundial bajo la dirección del uruguayo Daniel Gianola, una eminencia en el mejoramiento animal”, explica. Allí también coincidió con colegas de todo el mundo, como por ejemplo Charles Henderson, quien creo la teoría de evaluación bajo la cual se estudia el mejoramiento genético de cualquier especie. “Los grupos tienen esa dinámica de efervescencia y crecimiento, y yo tuve la suerte de estar ahí. Era como estar en el Real Madrid, entonces yo aprovechaba para tomar todos los cursos que había”, cuenta entusiasmado.
Después, con su mujer embarazada de su segundo hijo, hizo su posdoctorado en Canadá y a su regreso llegó el momento de empezar a remar. Acá las cosas no serían tan fáciles, pero con el tiempo el camino empezó a aparecer. “La venida a Argentina me obligó a trabajar cerca de los productores y con aplicaciones potenciales a los sistemas locales”.
Actualmente, Cantet trabaja codo a codo con las principales asociaciones de productores bovinos buscando el mejoramiento de las condiciones productivas de la carne argentina. Su aporte son los modelos de evaluación genética, particularmente los modelos mixtos estadísticos. “En la Argentina estamos aun en una etapa primaria del mejoramiento genético”, advierte al respecto, y agrega: “La genómica no debe reemplazar a lo que ya está, sino complementarlo. Henderson decía que la estadística tiene que estar al servicio de la evaluación, y no al revés”.
Además del mejoramiento animal, la gran pasión de Cantet es la enseñanza. En el departamento de Producción Animal de la Fauba es donde pasa gran parte de su tiempo, y desde allí prepara becarios para que tomen su posta. “Yo formaría a todos en áreas básicas para resolver problemas, la aplicación viene después”, manifiesta.
Mientras tanto, para que el cuerpo y la mente vayan juntas, Fito va todos los días al gimnasio, escucha a Vivaldi y lee a Patrick Modiano. El factor común, en todo lo que hace, es el entusiasmo.