LO BUENO Y LO MALO
tengo la suerte de trabajar con un grupo de personas excepcionales, y además conocí a un grupo de chicas argentinas con las cuales estamos muy unidas. Hoy por hoy con la tecnología es muy simple estar conectado y hablar con la familia y amigos todo el tiempo, el mundo está más cerca”, dice Celina Mesquida desde Chicago. “Trabajar en el exterior tiene sus puntos altos y bajos”, dice Ignacio Conti. “Siendo muy positivo para mi desarrollo profesional, también representa una gran experiencia para mi familia. Conocer otra sociedad, aprender de su cultura, lograr fluidez en su idioma... La distancia con los tuyos es parte de los puntos bajos, sin embargo también ayuda a valorar más esas cosas que uno extraña”. Desde Nigeria, Santiago López Menéndez dice que en el plano personal es una gran ayuda tener a su lado a Alita, su novia. “Me acompaña y alienta en todo momento, y ella, a su vez, es bióloga y está terminando de montar un laboratorio aquí mismo para el estudio y analisis de suelos y semillas, lo que será un invalorable aporte para el logro final de los objetivos de produccion y sustentabilidad ya mencionados. Todos los días son distintos, estamos en un ritmo de constante aprendizaje y enseñanza”, dice. Por su parte, Federico Thompson cuenta que en los países que le tocó estar interactuó con gente de todas las nacionalidades, por lo que se empapó en el día a día de otras culturas, costumbres y formas de pensar. Pero aclara: “Uno se puede ir afuera varios años, quizás inclusive una década o más, pero eventualmente la familia, los amigos, la cotidianeidad de tu país y la forma en que queremos que crezcan nuestros hijos tira mucho. Además, una cosa muy positiva que tiene este negocio, es que Argentina es uno de los actores más importantes del mundo, por lo cual laboralmente también es muy positivo volver”.