EQUIPOS EN TIEMPO DE CRISIS
Ante momentos adversos se puede ver el verdadero potencial de las personas, son una oportunidad para crecer.
LO MAS COMPLEJO ES CONSEGUIR LA COLABORACION EFECTIVA, QUE IMPLICA SALIR DEL AREA DE CONFORT
Toda
actividad a cielo abierto está expuesta a padecer el clima, y la actividad agropecuaria además sufre los vaivenes del mercado. Cuando los resultados productivos acompañan pero no así los económicos, las crisis quedan en puerta y esto inexorablemente deja una huella en la gente. Las crisis forman parte de la vida, pero lo que podamos sacar de ellas está directamente relacionado con nuestra actitud para enfrentarlas. Somos, de alguna manera, lo que hacemos con ellas. A nadie le divierte pasarla mal, sufrir pérdidas, dejar en el camino ilusiones y proyectos que se lleva una mala época. Sin embargo la mayor pérdida es no saber qué hacer con estas situaciones. O bien se convierten en un sálvese quien pueda, o sacan lo mejor de nosotros y de nuestra gente. En síntesis, las crisis sacan lo mejor o lo peor de nosotros. La clave del trabajo como directivo o responsable es la existencia de problemas y las decisiones que se toma para resolverlos. Aceptar la realidad es el primer paso para una buena gestión. Las cosas son como son, aunque se desee que fueran de otra manera. No aceptar la propia historia es condenarse a no entenderse en el presente, y a no afrontar adecuadamente el futuro. También las organizaciones han de asumir su propio recorrido temporal. Sobre él podrán diseñarse nuevas estrategias, pero pretender hacerlo contra lo ya vivido es un error grave. Toda crisis trae implícito un de- safío, pero no siempre lo leemos así. La mayoría de las veces se lee como una “desgracia”, como algo que nos toca, que nos mandó el destino y la energía la ponemos en encontrar a quien echarle la culpa de la situación que vivimos. La postura de víctima, es la más frecuente y nos quita de encima cualquier preocupación por hacernos cargo. ¿De qué preocuparme si soy una víctima de…… el país, el sector, los mercados, la gente, etc.? El desafío en cambio plantea otras cuestiones, más preguntas que respuestas. Si tomamos la crisis como desafío habrá que mirar otras cosas, y una a considerar en primer lugar es la gente. Verla reaccionar es una imagen de lo que son y de lo que pueden ser. También nos retrata a nosotros como patrones o jefes, qué piensan u opinan de nuestra gestión de nuestras maneras y nuestros tratos. Las etapas críticas son lo que llamaríamos “momentos de oro”, muy especiales y únicos que nos muestran la realidad descarnada. En otras palabras son también una ocasión inmejorable para estrechar filas, poner objetivos en común y caminar juntos. ¿Acaso no estamos habituados a ver películas e historias donde los que mantienen diferencias son capaces de dejarlas de lado en momentos de crisis o donde les va la vida? Bueno, es el momento de rodar nuestra propia película, de tramar nuestra propia historia a partir de algo no deseado. Somos conscientes que nos vamos a encontrar con lo mejor y lo peor, pero depende de cómo lo llevemos. Hay empresas que desarrollan sus proyectos “a pesar de su gente” y otras “a través de su gente”. Las crisis son oportunidades para buscar y esperar lo mejor con cada una de ellas. Desarrollar personas y equipos de trabajo implica entonces contar con que se puede y debe aprender de estas realidades. Nuestro papel es dar ciertas certezas en medio de la incertidumbre, ser confiables y respaldar a los que promueven iniciativas y son proactivos. Nuestro desafío será pasar de la reactividad a la proactividad, sobre la base de la comunicación y a partir de lo que nuestra gente vive y siente en los momentos críticos. A partir de una buena comunicación e intercambio, dandoles espacio para que nos muestren lo que ven podremos dar otro paso a la coordinación de acciones entre todos. Luego lo más complejo que es conseguir la adhesión y la colaboración efectiva, donde hay que salir del área de confort y poner “algo más”. Lo que más se resiente en estas etapas es la confianza, la seguridad se desvanece y los horizontes personales y profesionales se desdibujan con facilidad. Este estado de provisionalidad y cierto desamparo se vive, se experimenta, se siente. No es racional y por lo tanto no lo podemos atacar solo con argumentos. No sirve decir cosas acerca de lo que “debe ser”, sino más bien sobre lo que pensamos que “puede ser”, mostrando nuestro apoyo irrestricto para calmar la ansiedad. En síntesis, nuestra tarea es: -Dar confianza, hacer que la gente se pueda apoyar y sentirse más segura en momentos críticos. -Facilitar la comunicación, el ida y vuelta tanto de preocupaciones como de iniciativas. -Promover la coordinación entre los que quieran aportar. -Alentar el espíritu de colaboración haciendo de los objetivos algo común y sentido a todos, estar sentados en el mismo barco. Ninguna crisis es definitiva, como citamos arriba si nos hará ver las cosas diferentes. Pero si fuimos capaces de aprender son momentos de inflexión de la verdadera dimensión humana. En nuestro país en general y en la agricultura en particular estamos “domados por las crisis” y quizás el hecho de escribir estas líneas para quienes estén dispuestos a leerlas sea una señal que estamos golpeados pero no por eso renunciamos a algo mejor para nosotros y nuestra gente.