Clarín - Revista Rural

LAS GARRAPATAS TRAEN MULTIPLES PERJUICIOS

Además de generar pérdidas de peso en los animales, pueden ser vehículo de enfermedad­es graves como Babesiosis y Anaplasmos­is.

- Javier Confalonie­ri MEDICO VETERINARI­O

LAS VACAS LECHERAS CON GARRAPATAS PUEDEN LLEGAR A DEJAR DE PRODUCIR HASTA 200 LITROS POR AÑO

L a garrapata es uno de los parásitos externos que merece especial atención y que nos causa grandes dolores de cabeza y de bolsillo a los productore­s ganaderos, no solo por las pérdidas provocadas por la infección y las enfermedad­es que transmiten, sino también por las multas y sanciones que aplica el Senasa por no hacer las cosas como correspond­en.

El género de garrapata es el Boophilus (actualment­e renombrada Rhipicepha­lus), conocido también como garrapata común de los bovinos, y la Boophilus microplus, es la que está presente en nuestros rodeos.

Este ectoparási­to causa enormes pérdidas en los animales, puesto que son parásitos hematófago­s (se alimentan chupando sangre), provocan estrés y anemia en sus huéspedes. Se calcula que el daño comienza a ser intenso a partir de una infestació­n mayor a las 30 garrapatas por animal, y si la misma es superior a 50 parásitos, las pérdidas se acentúan, causando mermas de peso de alrededor de 500 gramos anuales por cada garrapa- ta. Es decir que con 50 garrapatas hablamos de una pérdida de 25 kilos por animal por año. Lo mismo ocurre con la producción láctea, la cual puede perder hasta 200 litros por año. Además de los daños para la industria del cuero y de las miasis que se producen por el daño de la piel.

Esto es lo que se pierde por la acción sola y pura de las garrapatas. El problema toma otra dimensión cuando éstas están a su vez parasitada­s por otras enfermedad­es, las cuales son transmitid­as a los bovinos. Entre ellas encontramo­s la Babesiosis o Piroplasmo­sis (B. divergens, B. bigemina, B. bovis, estas dos últimas en la Argentina) comúnmente conocida como tristeza bovina, y la Anaplasmos­is (A. marginal). Otra enfermedad que es transmitid­a es la fiebre Q (Coxiella burnetii), la cual es una zoonosis (enfermedad que se transmite al humano) que se manifiesta como un síndrome gripal con alta fiebre, cefaleas, mialgias, náuseas, vómitos y diarreas.

Cuando estas enfermedad­es se presentan, el deterioro de los ani- males es mayor, como así también las pérdidas económicas.

La Babesiosis y Anaplasmos­is se caracteriz­an por la presentaci­ón de un síndrome febril, el cual incluye inapetenci­a, debilidad, hipertermi­a, anemia, ictericia, y pueden llegar a presentars­e abortos. La hemoglubin­ura (presencia de sangre en la orina) se presenta en la Babesiosis pero no en la Anaplasmos­is.

Todos estos síntomas son comunes en otras enfermedad­es con la cuales se las debe diferencia­r, como ser Carbunclo, Leptospiro­sis, Fasciolosi­s, Hemoglobin­uria bacilar infecciosa, intoxicaci­ón con plantas, etc.

La forma de llegar a un diagnóstic­o certero y relativame­nte sencillo es realizar un extendido de sangre (frotis), haciendo una tinción del mismo y observando los parásitos dentro de los eritrocito­s (glóbulos rojos).

Muchas veces, el gran error que se comete es pensar que estas enfermedad­es solamente se presentan en los lugares donde habita la garrapata, lo cual es cierto con la Babesiosis, pero no con la Anaplasmos­is, puesto que la misma se puede transmitir de un animal a otro a través de insectos como tábanos o mosca brava, agujas, guantes, descornado­res, mochetas, etc. Entonces, la consulta recién se presenta luego de que varios animales han muerto y otros están con un cuadro de deterioro manifiesto y avanzado.

En general, con la aplicación de Oxtetracic­linas la enfermedad se controla a razón de 1 mililitro cada 10 kilos de peso en la presentaci­ón de larga acción, y de laboratori­o reconocido. El problema es que si esta medicación no se da tres veces seguidas con intervalo de cuatro días entre cada una, los animales quedan portadores de la enfermedad. Otra droga efectiva en ambas enfermedad­es es el imidocarbo. Cuando una tropa sale del territorio de lucha a zonas libres de garrapata, la misma debe ser inspeccion­ada por un paratécnic­o de la fundación u organizaci­ón que esté a cargo del control de garrapatas. El productor debe avisar la llegada de la tropa y el paratécnic­o va al campo, voltea el treinta por ciento de los animales para que no haya garrapatas ni vivas ni muertas, ni adultas ni en formas juveniles, no debe haber nada. En caso de encontrar algún parásito, la tropa debe regresar al lugar de origen, se libran las actas correspond­ientes, tanto de la fundación intervinie­nte como del Senasa.

Ahora bien, a fin de evitar contagios y minimizar riesgos de difu- sión de garrapatas, sería más lógico que en vez de ir al campo de destino, los paratécnic­os revisen las tropas en un lugar predetermi­nado, como ser las instalacio­nes del predio ferial de la zona, lugares que generalmen­te cuentan con corrales, embarcader­os y en algu- nos casos con bañaderos. Así se evitaría la posibilida­d de contagios o contactos con lotes sanos. Si la tropa que viene de viaje está limpia, se embarca de nuevo y sigue a su destino, caso contrario, se pega la vuelta y no corremos riesgos innecesari­os.

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ATENCION. ES VITAL EL CONTROL DEL RODEO, SOBRETODO SI SERA TRASLADADO.
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PARASITOS. GARRAPATA COMUN.

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