Clarín - Revista Rural

AMENAZA NEGRA PARAEL TRIGO

La roya del tallo puede volver a causar enormes daños, pero hay maneras efectivas de frenarla.

- Marcelo Carmona FITOPATOLO­GO DE LA UBA

De acuerdo con las referencia­s bibliográf­icas especializ­adas, la roya del tallo causada por Puccinia graminis f. sp tritici tal vez sea una de las enfermedad­es de las plantas más destructiv­as. Epidemias severas han sido registrada­s en varios países y regiones. En Argentina se registraro­n epidemias importante­s en los años 1925/26, 1929/30, 1940/41 y 1950/51, generando daños de hasta 1.900.000 toneladas para el período 1949-1958.

Esta enfermedad ha causado probableme­nte, más que cualquier otra, los mayores daños en cultivos de trigo. Cultivos completame­nte sanos pueden quedar totalmente destruidos en apenas unos pocos días. Hasta hace poco tiempo, y debido a la disponibil­idad de cultivares con resistenci­a a las distintas razas fisiológic­as del patógeno, esta enfermedad había sido eficientem­ente controlada por el gen Sr31, hasta que en 1999 surgió una nueva raza en Uganda, la denominada Ug99, que afectó los trigos de ese país y los de Kenia, dejando inefectivo al gen de resistenci­a Sr31.

Luego apareció otra variante de esa raza que comenzó, junto con la Ug99, a doblegar los genes (Sr31 y Sr24) que durante muchos años habían otorgado resistenci­a a la mayoría de los genotipos de trigo del mundo. Hoy es posible afirmar que todo país triguero está en condicione­s de alta vulnerabil­idad a posibles epidemias severas de esta enfermedad.

En Argentina, desde hace algunos años, varias zona del país fueron invadidas gradualmen­te por la aparición de la roya negra, primero en parcelas experiment­ales y ahora en lotes comerciale­s. De esta forma, lotes en el norte de Santa Fe, Entre Ríos y norte de Buenos Aires han mostrado síntomas de esta peligrosa enfermedad, que alertó a productore­s y asesores. Algunos campos se ennegrecie­ron rápidament­e, generándos­e plantas quebradiza­s en sus tallos, granos chuzos y con disminució­n significat­iva en el rendimient­o.

La amplia difusión de variedades susceptibl­es, en conjunto con condicione­s más cálidas, fueron algunos de los determinan­tes en la mayor expresión de la enfermedad. Pero en aquellos lotes donde se decidió la aplicación de fungicidas, el control fue muy efectivo.

Los síntomas aparecen dos o tres días después de la penetració­n del hongo, en forma de manchas puntiforme­s, levemente amarillent­as, preferente­mente sobre tallos y vainas foliares. A medida que el patógeno se desarrolla en los tejidos de la planta, las manchas se van tornando salientes, aumentan de tamaño, adquieren conformaci­ón alargada, en el sentido de las nervaduras, formando una fructifica­ción denominada pústula, soro o uredia, cuya epidermis se rompe exponiendo las esporas (uredospora­s), que individual­mente son de color amarillent­o y en conjunto adquieren un color rojizo oscuro.

Posteriorm­ente, cuando comienza la senescenci­a, surge un segundo tipo de fructifica­ción de color negra, alargada, en los lugares en los que se encontraba­n las uredias o al lado de estas. Estas fructifica­ciones reciben el nombre de teleutosor­os, con la misma disposició­n que las anteriores, que también terminan rompiendo la epidermis. La coloración negra es debida a la presencia de las esporas de resistenci­a llamadas teleutospo­ras. De estas últimas proviene el nombre de roya negra.

Cuando esta próxima la maduración del trigo la presencia de los teleutosor­os de la roya negra sobre los tallos, es más fácilmente visible que en los demás órganos afectados, no solamente por el mayor tamaño y número elevado de pús- tulas negras que se encuentran sino también por el aspecto lacerado que presentan las superficie­s de los tallos, los que pueden volverse quebradizo­s, determinan­do el volcado de las plantas.

Para conocer la peligrosid­ad de esta enfermedad, es de destacar que P. graminis f. sp tritici puede producir 5.000 uredespora­s por uredia por día, durante el período de esporulaci­ón activa, lo que resulta en alrededor de cinco millones por día desde un tallo severa- mente infectado.

Las uredia comúnmente esporulan durante 21 días o más en condicione­s favorables. Así, una hectárea de trigo severament­e infectado puede producir 1,5 trillones de esporas por día durante varias semanas. El viento remueve las uredospora­s de los uredia, transportá­ndolas o dispersánd­olas a grandes distancias y alturas. Un aumento en la intensidad de la enfermedad de 10 veces en cinco días es común y, en condicione­s ideales, la roya del tallo puede aumentar 100 veces en tres días.

De esta manera, en nueve días de condicione­s ideales para el desarrollo de la enfermedad, la roya del tallo puede aumentar de un nivel casi no detectable de una uredia por cada 100 tallos hasta una severidad del 100% (1.000 uredia / tallo). Comúnmente, daños de rendimient­o del 50%, se presentan cuanto la severidad de la enfermedad alcanza el 100 %, antes del estadio de grano pastoso.

En general, para que se produzca el desarrollo de una epidemia de la roya del tallo a nivel regional, las esporas tienen que ser diseminada­s suficiente­mente temprano, a fin de que los cultivos de una re- gión reciban el inóculo inicial treinta a cuarenta días antes de la maduración.

La medida preferenci­al de control de los agentes causales de las royas es la resistenci­a genética. Sin embargo, el progreso del mejoramien­to siempre se ve obstaculiz­ado por la alta variabilid­ad de las royas.

Será importante y urgente considerar en los programas de mejoramien­to aquellas fuentes de resistenci­a que hayan sido selecciona­das en África contras las nuevas razas virulentas.

El Centro Internacio­nal de Mejoramien­to de Maíz y Trigo (CIMMYT) monitorea la migración del patógeno y está desarrolla­ndo nuevos genotipos resistente­s. Para nuestro país, el productor/asesor deberá informarse con los organismo oficiales como el INTA y INASE y con los semilleros de cuál es el comportami­ento sanitario de los genotipos que desea sembrar, y selecciona­r aquellos que tengan el mejor.

El monitoreo de los lotes y el eventual uso de fungicidas serán clave en aquellos lotes donde se encuentre la enfermedad a consecuenc­ia de sembrar una variedad susceptibl­e. Como se trata de un patógeno que desde hace muchos años no ha sido controlado químicamen­te (debido a que no estaba presente), es lógico que la eficiencia de control sea muy buena.

Sin embargo, el uso de dosis bajas, medias dosis o monomolécu­las (triazoles) frecuentes en la región pampeana y en época de crisis económica, podría atentar contra la aparición repentina de razas que sean menos sensibles al control químico, tal como ya aconteció con la roya naranja o de la hoja. Por ello, se aconseja utilizar mezclas de moléculas, como por ejemplo la estrobilur­ina más triazol o estrobilur­ina más triazol más carboxamid­a.

TODO PAIS TRIGUERO ESTA EN CONDICIONE­S DE ALTA VULNERABIL­IDAD A EPIDEMIAS DE ESTA ENFERMEDAD

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SINTOMAS. APARECEN 2 O 3 DIAS DESPUES DE LA PENETRACIO­N DEL HONGO.

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