UNA HISTORIA PARA CONTAR
Temple Grandin, la revolucionaria del bienestar animal.
“QUIERO REALIZAR UNA CONTRIBUCION POSITIVA, QUIERO VER A LOS NIÑOS CON EL MISMO PROBLEMA QUE YO, TENER EXITO”
Soy una persona con autismo pero lo que me define como persona es ser una científica y profesora”, dice la estadounidense Temple Grandin, quien cuando tenía tres años, aun no pronunciaba ni una palabra y evitaba el contacto físico con su madre. Fue entonces cuando le diagnosticaron el síndrome de Asperger y comenzó una terapia de estimulación temprana que le cambió la vida. No solo comenzó a hablar, sino que con el tiempo logró desarrollar sus capacidades, doctorarse en Ciencias Animales en la Universidad de Illinois y germinar ideas revolucionarias en torno al manejo de los rodeos bovinos.
Grandin está convencida de que el mundo necesita distintos tipos de mentes. “El autismo es un espectro muy amplio. En un extremo de este espectro está Albert Einstein, que no hablaba hasta los tres años, y en el otro extremo hay personas que ni siquiera pueden ves-vestirse en forma independiente”,e”, explica.
A partir de su propia experiencia, la profesora se convirtió en una referente mundial para la concientización de las potencialidades de los niños autistas.s. Tiene varios libros publicados y da charlas en las que alienta a los padres a actuar cuanto antes s estimulando los intereses dee los niños. “Una pequeña parte de la genética autista está vinculada con la inteligencia, pero la mayoría tiene que ver con las características de la personalidad. Son muy importantes los amigos, que se suelen hacerer en base a intereses comunes. Es fun-fun- damental acercar a los niños a sus intereses específicos, mostrarles el arte, los animales, los deportes”, dice Grandin.
Luego remarca que un error muy común es sobreproteger a los niños con autismo. “Los niños deben aprender las habilidades básicas como ir al mercado, manejar, administrar el dinero. También es muy importante enseñar habilidades laborales. Por ejemplo, yo a los 16 años trabajaba en un establo y era la encargada de la limpieza, y me sentía responsable, me hacía bien eso”, dice.
“Conozco gente que hace ganadería o que fabrica equipamiento para el ganado que claramente está dentro del espectro autista. También está lleno de gente autista no diagnosticada que trabaja en las grandes empresas de Silicon Valley, diseñando I-Phones, y en la NASA. Es importante salir y hacer cosas, porque cuanto más aprendes, menos autista sos”, agrega.
A sus 67 años, Grandin es Profesora de Comportamiento Animal en la Universidad de Colorado y viaja por todo el mundo enseñando sus descubrimientos sobre manejo animal y sobre autismo. “Uno de los errores más comunes que se cometen en el manejo de la hacienda es gritar y utilizar palos para arriar a los animales, hay que empezar por esa premisa básica: no gritar, no pegar. Después hay muchas cosas que se pueden aprender”, enfatiza.
Durante su juventud, ella desarrolló una extraordinaria empatía con los caballos y con las vacas mientras trabajaba en la finca de su tía. Con el tiempo, su sensibilidad dio como resultado un gran conocimiento del comportamiento animal, que derivó en el diseño de mangas e instalaciones para mataderos que reducen significativamente el sufrimiento de la hacienda, y que hoy se utilizan en la mitad de los establecimientos estadounidenses.
“Los animales siempre se mantienen a una distancia segura de los hombres y tratan de tenerlos a la vista. También se nota que los grupos tienden a moverse en n tomando conciencia sobre la importancia de contar con gente bien entrenada.
En el libro “Un antropólogo en Marte”, el famoso neurólogo Oliver Sacks cita algunas frases de Grandin que invitan a la reflexión. “Me gusta pensar que aunque no haya vida después de la muerte, en el universo queda cierta huella energética... Casi todo el mundo transmite sus genes. Yo puedo transmitir mis pensamientos o lo que escribo. Quiero realizar una contribución positiva, saber que mi vida ha tenido un sentido. Quiero ver a los niños con el mismo problema que yo, tener éxito.” sentido contrario al del operario. Por esta razón, para mover a un grupo de animales en cierta dirección, el ganadero puede caminar en la dirección contraria a la deseada en los animales”, explica la profesora.
Luego cuenta que cuando ella tenía treinta años se dio cuenta de que pensaba en imágenes, y que eso era algo que la acercaba a la psicología de los animales. “Como los animales no tienen lenguaje, almacenan sus recuerdos como fotografías en un álbum. Por ejemplo, si una vaca adquirió miedo a los impermeables amarillos cuando era ternera, todo aquello que se asemeje a un impermeable amarillo podrá atemorizarla”, dice.
Según la profesora, el manejo de la hacienda está mejorando mucho en los Estados Unidos, y una de las claves de esa mejora es que se está