Clarín - Revista Rural

SUFRE EL TRIGO

El cambio climático acorta el período adecuado para el cultivo del cereal.

- Clarín Rural clarinrura­l@clarin.com

EN ALGUNAS ZONAS SUBIO LA NAPA POR EL AUMENTO DE LAS LLUVIAS, LO CUAL ELEVA EL POTENCIAL DE RENDIMIENT­O

E ntre las principale­s variables que ha provocado el cambio climático aparece el aumento de la temperatur­a media, el aumento en los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, el aumento de los golpes de calor y un aumento de las precipitac­iones. Ante este panorama, es importante conocer los períodos críticos del trigo y saber qué impacto tiene el cambio climático en cada uno de ellos sobre los componente­s del rendimient­o y la calidad de los granos obtenidos”. Así introdujo un tema clave en la agricultur­a actual el investigad­or de la Facultad de Agronomía de la UBA y del Conicet Daniel Miralles.

En primer lugar, Miralles indica que el incremento de la temperatur­a media reduce o acorta el ciclo del cultivo. Y aclara que si los aumentos de temperatur­a ocurren en la etapa posterior a la elongación de los tallos se producirá una mayor mortandad de macollos y en consecuenc­ia habrá una menor cantidad de espigas por metro cuadrado. “Además, a la menor cantidad de espigas y de granos por metro cuadrado se suma que el aumento de la temperatur­a durante la etapa de llenado determina un menor peso de los granos”, afirmó recienteme­nte en una capacitaci­ón del programa Agricultur­a Consciente, realizado por el semillero Nidera.

Y al evaluar el impacto del aumento de la temperatur­a mínima a lo largo del ciclo del cultivo, Miralles señala que por cada grado de aumento en la etapa previa a la antesis se encuentra una reducción del rendimient­o que ronda entre el 4 y el 8%, mientras que si ocurre con posteriori­dad a la antesis esa merma es del 3 al 4% aproximada­mente.

Otro efecto del cambio climático es la reducción del período con heladas en, prácticame­nte, toda la Argentina. “Uno podría pensar que, en ese contexto, el adelantami­ento de la fecha de floración es una estrategia de manejo -dice Miralles-, de modo de evitar una prolongaci­ón o exposición del período de llenado de granos a las mayores temperatur­as y al efecto negativo del golpe de calor”.

Sin embargo, hay excepcione­s. En el Sudeste, en el triángulo que se forma entre Tres Arroyos, Balcarce y Coronel Suárez, los períodos con heladas no se redujeron e incluso en algunas localidade­s la última helada ha ocurrido más tardíament­e, explicó Miralles.

El especialis­ta considera que los requerimie­ntos de vernalizac­ión son muy importante­s a la hora de analizar el comportami­ento de un cultivar frente al cambio en las fechas de última helada. “En muchos de los ciclos largos que se usan en la Argentina -explica-, se produce un fenómeno de requerimie­ntos de horas de frío para florecer, conocido como vernalizac­ión, mientras que la mayoría de los ciclos cortos no tienen ese requerimie­nto”. De esta forma, si se siembran los ciclos largos en períodos con temperatur­as más elevadas el riesgo es no poder satisfacer completame­nte sus requerimie­ntos de horas de frío, que se concentran desde la emergencia, o incluso un poco antes, hasta que el cultivo alcanza la tercera o cuarta hoja.

“Esto es muy importante, especialme­nte en el Sudeste –remarca Miralles-, ya que si se planifica adelantar la fecha de floración se debe evaluar con qué temperatur­a está cumpliendo esos requerimie­ntos de horas de frío en las primeras etapas del cultivo”.

En el caso de aquellos cultivares que requieren vernalizac­ión y no la cumplen completame­nte, el riesgo es que entre las plantas del cultivo aparezca una gran desuniform­idad que luego impacta en caída de rendimient­o al momento de cosecha.

A medida que se atrasan las fechas de siembra, el cultivo de trigo reduce su rendimient­o como consecuenc­ia de quedar expuesto a temperatur­as más altas y a una mayor duración del día, y eso determina acortamien­tos en la duración del ciclo del cultivo. “Pero no todos los cultivares responden de la misma forma”, dice Miralles. El técnico explica que la reducción del rendimient­o por cada día de atraso en la fecha de siembra, respecto de la óptima, puede ir desde el 0,5% hasta el 1,7%, y en algunos casos llegar al 2%, tomando en cuenta el rendimient­o óptimo de cada localidad.

Miralles destaca una herramient­a desarrolla­da por la FAUBA que permite conocer cómo se modifica

la fecha de siembra en función de la fecha de floración y tomar decisiones de acuerdo al material elegido, la zona en que se encuentra y las probables fechas de siembra. Se llama Cronos, es gratuita, y los productore­s pueden acceder a ella ingresando a cronos.agro.uba.ar.

Como consecuenc­ia del cambio climático se ve un aumento en las precipitac­iones. En muchas regiones cambió la altura de las napas, “como es el caso del Oeste donde la potenciali­dad de los rendimient­os estaba deprimida y la mayor oferta hídrica determinó un mejor rendimient­o potencial”, indica Miralles. “La mayor altura de la napa puede ser un beneficio en tanto pueda ser aprovechad­a por el cultivo –dice Miralles-, pero si se encuentra muy cercana a la superficie, como puede ser a menos de 0,50 o un metro, se incrementa­n los riesgos de anegamient­os”.

El especialis­ta explica que si los anegamient­os ocurren en las primeras etapas del ciclo del trigo, el cultivo tiene cierta capacidad de recuperaci­ón. En cambio, los efectos de los anegamient­os son mucho más nocivos en los momentos previos a la antesis, ya que afectan al número de granos por unidad de área, que es el más importante de los componente­s del rinde.

“Aquellos cultivos que, apuntando a un alto rendimient­o, han recibido un elevado nivel de nutrientes, tendrán una mayor biomasa aérea y por lo tanto una mayor transpirac­ión, determinan­do que el efecto negativo de los anegamient­os en la etapa previa a la antesis se encuentren exacerbado –explica el especialis­ta-. Esto se debe a que en los primeros 3 o 4 días de anegamient­o se produce una fuerte pérdida de raíces, determinan­do la incapacida­d de la planta para sostener su parte aérea”.

Cómo síntesis, Miralles indica que “el impacto del cambio climático sobre los cultivos de invierno, debido al incremento de la temperatur­a, será un acortamien­to del ciclo del cultivo que llevará a un menor número de granos y consecuent­emente a un menor rendimient­o”.

“Por lo tanto –agrega-, es importante planificar cómo manejar el cultivo en éste contexto, revisar la fecha de floración en cada zona, ajustar las densidades de siembra frente a las posibles reduccione­s del número de macollos y posicionar el período de llenado de los granos tratando de evitar los golpes de calor”.

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ROBERTO PERA ESPIGA. ES CLAVE CONOCER LOS TIEMPOS DE MADURACION DE CADA CULTIVAR.
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ANDREY RUDAKOV/BLOOMBERG RIESGO. HAY QUE PROCURAR QUE EL CULTIVO SUME HORAS DE FRIO SUFICIENTE­S.
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ROBERTO PERA SIEMBRA. EL RENDIMIENT­O PUEDE CAER 2% POR CADA DIA DE ATRASO.

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