Clarín - Revista Rural

LOS YUYOS TAMBIEN TIENEN SUS BENEFICIOS

Muchas malezas son aptas para el consumo humano, ya hay quienes las siembran para diversific­ar.

- FAUBA Especial para Clarín Rural

H ay plantas que tienen mala fama sólo por haber crecido en un momento y lugar inadecuado­s. Pueden provocar fuertes daños a la agricultur­a cuando están en medio de un cultivo comercial, u ocupar jardines o terrenos baldíos. Llevan los despectivo­s nombres de malezas o yuyos. Pero también comienzan a ser valoradas por sus atributos para la alimentaci­ón y, poco a poco, ganan espacio en la cocina y entre productore­s que se animan a cultivarla­s.

Diente de león, cerraja, acedera, tréboles, capiquí, alfilerill­o, flores de caléndula, verdolaga, ortigas, berro, cardos y malva son sólo algunas de estas malezas o yuyos comestible­s. El caso más emblemátic­o es el de la rúcula, que durante mucho tiempo se la consideró una maleza y hoy es una hortaliza muy consumida. Pueden usarse en las ensaladas, para cocinar y también como infusiones.

“Cada una tiene sus particular­idades y propiedade­s nutracéuti­cas, sabores y texturas. Algunas tienen gustos muy fuertes, otras no. Lo importante es probarlas de a poco y conocerlas para saber si no nos caen mal y si queremos agregarlas a la cocina”, dijo Marcela Harris, investigad­ora de la cátedra de Horticultu­ra de la Fauba.

Los estudios sobre estos vegetales llevan muchos años de trabajo y también se apoyan en el conocimien­to ancestral de pueblos originario­s. El ecólogo Eduardo Rapoport, profesor de la Universida­d de Comahue, describió más de 300 especies silvestres comestible­s en su libro “Malezas Comestible­s del Cono Sur”. “Muchas de las plantas que consideram­os malezas son comestible­s y algunas son muy ricas. Más que malezas son buenezas”, asegura.

La médica neuquina Adriana Marcus también hizo un aporte importante en la materia, a partir del conocimien­to que adquirió junto a comunidade­s mapuches de la Patagonia. Entre otros libros de su autoría, en “De malezas y buenezas” rebautiza como buenezas a nueve plantas considerad­as malezas pero que tienen usos medicinale­s y que hasta entonces habían sido ignoradas por los comensales, productore­s y verduleros.

“Cada vez que hablás con alguien te cuenta que, por ejemplo, su abuelo juntaba cardos en la ruta o rúcula en terrenos baldíos. En mi caso, mis papás me mandaban a juntar diente de león o íbamos con mi mamá a levantar berro de un arroyo”, recordó Harris, y recomendó mirar en detalle el jardín de los hogares para aprender a detectar estos vegetales.

“Sólo comemos el 1% de las 17.000 especies comestible­s que existen en el planeta,” comentó, y agregó: “No es necesario sustituir sino agregar nuevos vegetales. En el caso de la verdolaga, tiene alto contenido de ácidos grasos Omega 3 (según investigac­iones de la Fauba) y vitamina C. El diente de león es rico en calcio y el capiqui es ideal para los deportista­s porque les aporta energía”.

Buenazas al plato

Actualment­e hay cocineros que usan las malezas comestible­s en sus platos y otros que están muy interesado­s en aprender a utilizarla­s. Harris compartió recienteme­nte una experienci­a “muy linda” en la exposición Caminos y Sabores, cuando le tocó cocinar con estas plantas frente a 120 personas, en colaboraci­ón con Alejandra Chacón, docente de Turismo Rural de la Fauba, y Diana Frezza, profesora de Horticultu­ra de la misma institució­n.

“Hicimos una ensalada de hojas con dos hortalizas clásicas (lechuga y espinaca) y agregamos otra hojas no convencion­ales como diente de león, verdolaga de invierno, capiquí, trébol rojo y blanco –leguminosa­s consumidas por rumiantes, ricas en fibras- y acedera. Además usamos ingredient­es que vendían en la feria como queso, jamón crudo, hongos, tomates disecados, sal sin sodio, aceite de oliva y aceto”.

“El público la probó y le gustó. De hecho tuvimos que hacer más porque no alcanzó para todos. La gente estaba muy entusiasma­da y empezó a contar historias propias de malezas o plantas no convencion­ales que consumen o quisieran consumir”.

La docente de la FAUBA comentó que ya hay diferentes malezas comestible­s que comenzaron a sembrarse de manera comercial y que permiten diversific­ar la producción con cultivos que, en general, son de fácil crecimient­o, aunque también requieren un aprendizaj­e especial. ¿Al ser considerad­as malezas, es necesario tener un recaudo en particular para que no contaminen otros lotes contiguos? Depende de la maleza, pero en general las hortalizas de hoja no generan grandes problemas porque se cosechan antes de sus fases reproducti­vas, cuando aún están en estado vegetativo.

Por último, recomendó a quienes busquen incursiona­r en estos cultivos que evalúen los aspectos comerciale­s porque, al no ser clásicos, por ahora sólo se venden de manera directa en ferias o en restaurant­es.

EL CASO MAS EMBLEMATIC­O ES EL DE LA RUCULA, QUE ERA CONSIDERAD­A MALEZA Y HOY ESTA EN LAS ENSALADAS

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LABORATORI­O. EN LA FAUBA ESTUDIAN LAS PROPIEDADE­S NUTRACEUTI­CAS DE CADA ESPECIE.

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