Clarín - Revista Rural

A CUIDAR LA CERVECITA

El clima húmedo de la actual campaña puede favorecer la aparición de Ramularia en los lotes de cebada.

- Marcelo Carmona

En este año tan particular desde el punto de vista económico, político, financiero y climático (año niño), siempre es útil mantener activos los conceptos de una enfermedad como la Ramularios­is o salpicado necrótico de la cebada, que segurament­e nos obligará a invertir entre 20 y 30 dólares por hectárea por cada aplicación de fungicida.

Los primeros síntomas se presentan como lesiones pequeñas y muy separadas unas de otras, midiendo entre 1 y 3 milímetros de largo por 0,5 milímetros de ancho. Inicialmen­te, estas lesiones pueden confundirs­e con el comienzo de otras manchas de la cebada (mancha en red, borrosa, etc), luego crecen y se esparcen por toda la hoja dando un aspecto de salpicado denso. Las lesiones aparecen súbita y frecuentem­ente luego de la espigazón, y la hoja bandera suele estar totalmente necrosada mostrando un intenso salpicado necrótico. En este estadio el control ya es tardío.

El escenario actual en la región está caracteriz­ado por la existencia del inóculo en el suelo y/o en semillas, a lo que se suma la inconvenie­ncia de un año niño y de riesgo epidémico.

El stress que sufren las plantas (nutriciona­l, fisiológic­o, etc.) parece ser un desencaden­ante crucial, especialme­nte el stress por anegamient­o. Asimismo, la infección está muy relacionad­a con las horas de mojado foliar, frecuencia e intensidad de las lluvias. Por lo descripto anteriorme­nte y ante la posibilida­d de ocurrencia de anegamient­os y abundantes lluvias (año niño) que podrían generar stress en lotes de cebada, se deberá estar muy atento, activo y preparado para proceder eventualme­nte al manejo de esta enfermedad.

El hongo causal, Ramularia collo-cygni, presenta varias fuentes de inóculo: semilla, rastrojo infestado, conidios dispersado­s por el viento, plantas de cebada voluntaria­s y hospedante­s secundario­s (gramíneas). En relación a los factores de riesgo y epidemioló­gicos, si bien no están del todo comprendid­os, estarían relacionad­os con la combinació­n de la siembra de variedades susceptibl­es, monocultiv­o y un ciclo caracterís­ticamente lluvioso especialme­nte en los meses de agosto y setiembre. El viento dispersa a grandes distancias las esporas pequeñas y livianas.

Se estima además que existe un componente abiótico de stress en la planta, acompañant­e para la expresión de la infección del hongo. La radiación y el ozono están probableme­nte vinculados con la enfermedad.

El salpicado necrótico o Ramularios­is posee una fase inicial de latencia muy prolongada, en la cual el hongo vive en el interior de las plantas sin expresar síntomas como endófito, y recién luego de la floración y en presencia de luz emergen súbitament­e las lesiones sobre el tejido foliar. Las lluvias juegan un rol muy importante en la dispersión de las esporas y en proporcion­ar las horas de mojado foliar necesarias para la germinació­n de las esporas, penetració­n del hongo y establecim­iento de la infección.

Tratamient­o

Si existiese una epidemia de Ramularia se necesitarí­a un programa químico de control especial. Se trata de un enfermedad particular y de muy difícil diagnóstic­o y no existe la facilidad de determinar un umbral como en el caso del resto de las enfermedad­es foliares.

La mejor manera de detectar la Ramularios­is a tiempo es realizar un test de diagnóstic­o desde macollaje. Actualment­e se dispone de tres test de diagnóstic­o posibles: el clásico morfológic­o, ELISA serológico y PCR Molecular. Los dos últimos son más precisos, pero más costosos y necesitan más desarrollo y difusión en Argentina. El primero puede usarse pero lleva más tiempo, hay que tomar y acondicion­ar bien las muestras y saber incubar.

El hongo puede esporular en hojas donde haya senescenci­a (más viejas) y luego salen las fructifica­ciones a lo largo de las nervaduras. Bajo microscopi­o se debe confirmar las esporas y “el cuello de cisne” del conidiófor­o. Una vez detectado, debe procederse a la aplicación aunque no haya síntomas, pero ante posibilida­des de stress en especial por anegamient­o. La falta de genotipos resistente­s, la superviven­cia y dispersión del patógeno determinan que la aplicación de fungicidas que incluyan en sus mezclas carboxamid­as, sean la mejor opción.

Las primeras lesiones son de 1 a 3 milímetros de largo por 0,5 milímetros de ancho. PARA DETECTAR LA ENFERMEDAD A TIEMPO HAY QUE HACER UN TEST DE DIAGNOSTIC­O DESDE MACOLLAJE

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ESPIGAS. LAS LESIONES SE HACEN VISIBLES TRAS LA ESPIGAZON EN HOJA BANDERA.
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 ??  ?? MANCHAS. EL INOCULO PUEDE ESTAR PRESENTE EN LA SEMILLA, EN EL RASTROJO O INCLUSO SER TRAIDO POR EL VIENTO.
MANCHAS. EL INOCULO PUEDE ESTAR PRESENTE EN LA SEMILLA, EN EL RASTROJO O INCLUSO SER TRAIDO POR EL VIENTO.

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