A CUIDAR LA CERVECITA
El clima húmedo de la actual campaña puede favorecer la aparición de Ramularia en los lotes de cebada.
En este año tan particular desde el punto de vista económico, político, financiero y climático (año niño), siempre es útil mantener activos los conceptos de una enfermedad como la Ramulariosis o salpicado necrótico de la cebada, que seguramente nos obligará a invertir entre 20 y 30 dólares por hectárea por cada aplicación de fungicida.
Los primeros síntomas se presentan como lesiones pequeñas y muy separadas unas de otras, midiendo entre 1 y 3 milímetros de largo por 0,5 milímetros de ancho. Inicialmente, estas lesiones pueden confundirse con el comienzo de otras manchas de la cebada (mancha en red, borrosa, etc), luego crecen y se esparcen por toda la hoja dando un aspecto de salpicado denso. Las lesiones aparecen súbita y frecuentemente luego de la espigazón, y la hoja bandera suele estar totalmente necrosada mostrando un intenso salpicado necrótico. En este estadio el control ya es tardío.
El escenario actual en la región está caracterizado por la existencia del inóculo en el suelo y/o en semillas, a lo que se suma la inconveniencia de un año niño y de riesgo epidémico.
El stress que sufren las plantas (nutricional, fisiológico, etc.) parece ser un desencadenante crucial, especialmente el stress por anegamiento. Asimismo, la infección está muy relacionada con las horas de mojado foliar, frecuencia e intensidad de las lluvias. Por lo descripto anteriormente y ante la posibilidad de ocurrencia de anegamientos y abundantes lluvias (año niño) que podrían generar stress en lotes de cebada, se deberá estar muy atento, activo y preparado para proceder eventualmente al manejo de esta enfermedad.
El hongo causal, Ramularia collo-cygni, presenta varias fuentes de inóculo: semilla, rastrojo infestado, conidios dispersados por el viento, plantas de cebada voluntarias y hospedantes secundarios (gramíneas). En relación a los factores de riesgo y epidemiológicos, si bien no están del todo comprendidos, estarían relacionados con la combinación de la siembra de variedades susceptibles, monocultivo y un ciclo característicamente lluvioso especialmente en los meses de agosto y setiembre. El viento dispersa a grandes distancias las esporas pequeñas y livianas.
Se estima además que existe un componente abiótico de stress en la planta, acompañante para la expresión de la infección del hongo. La radiación y el ozono están probablemente vinculados con la enfermedad.
El salpicado necrótico o Ramulariosis posee una fase inicial de latencia muy prolongada, en la cual el hongo vive en el interior de las plantas sin expresar síntomas como endófito, y recién luego de la floración y en presencia de luz emergen súbitamente las lesiones sobre el tejido foliar. Las lluvias juegan un rol muy importante en la dispersión de las esporas y en proporcionar las horas de mojado foliar necesarias para la germinación de las esporas, penetración del hongo y establecimiento de la infección.
Tratamiento
Si existiese una epidemia de Ramularia se necesitaría un programa químico de control especial. Se trata de un enfermedad particular y de muy difícil diagnóstico y no existe la facilidad de determinar un umbral como en el caso del resto de las enfermedades foliares.
La mejor manera de detectar la Ramulariosis a tiempo es realizar un test de diagnóstico desde macollaje. Actualmente se dispone de tres test de diagnóstico posibles: el clásico morfológico, ELISA serológico y PCR Molecular. Los dos últimos son más precisos, pero más costosos y necesitan más desarrollo y difusión en Argentina. El primero puede usarse pero lleva más tiempo, hay que tomar y acondicionar bien las muestras y saber incubar.
El hongo puede esporular en hojas donde haya senescencia (más viejas) y luego salen las fructificaciones a lo largo de las nervaduras. Bajo microscopio se debe confirmar las esporas y “el cuello de cisne” del conidióforo. Una vez detectado, debe procederse a la aplicación aunque no haya síntomas, pero ante posibilidades de stress en especial por anegamiento. La falta de genotipos resistentes, la supervivencia y dispersión del patógeno determinan que la aplicación de fungicidas que incluyan en sus mezclas carboxamidas, sean la mejor opción.
Las primeras lesiones son de 1 a 3 milímetros de largo por 0,5 milímetros de ancho. PARA DETECTAR LA ENFERMEDAD A TIEMPO HAY QUE HACER UN TEST DE DIAGNOSTICO DESDE MACOLLAJE