Clarín - Revista Rural

UNA HISTORIA PARA CONTAR

Francisco Iguerabide, presidente de Aacrea, muestra su lado B.

- Lucas Villamil clarinrura­l@clarin.com

Yo siento que a mi, me pongas donde me pon-gas, la voy a pasar bien.. Para mi es mucho más desa-fiante hacer que me guste lo que tengo que hacer que hacer lo que me gusta. Es un desafío hacerlo mejor, hacerlo más interesant­e, que le sea útil a alguien”. Esa es la filosofía de Francisco Iguerabide, un cordobés de 46 años que hoy tiene el reto de presidir el Movimiento CREA. Iguerabide nació en Laboulaye y vivió en el campo hasta los cuatro años. Su padre murió cuando él tenía apenas dos años, pero de él heredó la perte-rtenencia a la cultura CREA, algoo que marcó a fuego su destino.

“Cuando era chiquito decía que quería ser ingeniero químico para hacer jabones. Después, en el se

cundario industrial se me pasó por la cabeza hacer Arquitectu­ra, y cuando me recibí me anoté en Veterinari­a pero no fui ni siquiera al primer día de facultad. Cambié y me anoté en Agronomía”.

En 1996, tras recibirse de Ingeniero Agrónomo en la Universida­d Católica Argentina, en Buenos Aires, Iguerabide volvió a Córdoba e inició una carrera profesiona­l que le permitió conocer desde varios ángulos las diferentes fases de la producción agrícola. Uno de sus hitos que hoy toma un significad­o especial es haber sido asesor CREA.

“Ser asesor CREA para mi fue clave desde lo personal, profesiona­l e institucio­nal. Cuando sos asesor, al igual que cuando sos directivo, estás en una actividad de servicio. Cuando sos asesor la idea no es dejar una receta sino trabajar para ver qué puede necesitar el otro, y aprendes junto con el otro, no tomás decisiones sino que aportas tu conocimien­to para que el otro decida. Es una manera de liderar distinta que te enseña a escuchar”, afirma.

Tras algunos años como asesor y una maestría en negocios, se dedicó de lleno a la empresa familiar, que hoy maneja junto a su madre. “Arrancamos con ganadería mixta, fuimos innovadore­s en empezar a hacer invernada de overos de bajo peso de terminació­n encontránd­ole la vuelta, después hicimos sorgo, girasol, después vino la siembra directa, después la soja y nosotros siempre tratando de adaptarnos salimos de la ganadería y hoy somos 100% agrícolas y prestamos servicios de maquinaria”, dice.

En 2008, justo antes de la crisis del campo, fue cuando Iguerabide empezó a involucrar­se con la conducción del Movimiento CREA como vocal, y más tarde como vicepresid­ente. Para su mandato, los objetivos de la entidad son muchos y exceden a su persona, pero según Iguerabide están en condicione­s de hacer un aporte cultural, más que técnico. “La manera de trabajar es a partir de la escucha, de los consejos de los demás, a partir de la construcci­ón de ideas, es todo lo contrario al individual­ismo. Son valores que pueden ser comparti- dos en otros espacios de la sociedad. Hoy nos piden ayuda para implementa­r el método CREA en grupos de directores de colegios, a los que les sirve para mejorar su desempeño, grupos de intendente­s, grupos de ministros de producción del interior… Si esta manera de decidir y liderar está siendo útil en todos estos espacios, ¿cómo hacemos para que sea útil como país?”, se pregunta.

Iguerabide está casado y tiene tres hijos, una mujer de once años y dos varones de nueve y seis años. Su premisa para educarlos está intimament­e ligada a su filosofía: “A cualquier padre le gustaría que alguien lo pueda seguir, la empresa familiar depende mucho de la pasión que le ponga el empresario. Pero lo que más me interesa es que el día de mañana mis hijos tengan la mentalidad empresaria, que no es lo mismo que tener la obligación de seguir la empresa familiar. Yo tengo dos hermanas y el día de mañana no se quién seguirá con la empresa, pero creo que lo desafiante es tener mentalidad empresaria para que sea más negocio seguir juntos que separados. Es algo que no se puede empezar a pensar a partir del día que te toca, es una cultura, la cultura se adquiere a lo largo de la vida”, dice.

Algo que sus hijos ya heredaron, dice, es la pasión por el deporte. Su hija hace patinaje artístico y los varones corren carreras de bici cross ( BMX). Ahora, contagiado por ellos, Francisco se calzó el casco y se puso a pedalear. “Mi mujer me regaló una bicicleta. No tengo tiempo para entrenar, pero estoy corriendo en una categoría con tipos de 35 años”, cuenta orgulloso.

ES MUCHO MAS DESAFIANTE HACER QUE ME GUSTE LO QUE TENGO QUE HACER, QUE HACER LO QUE ME GUSTA

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A CAMPO. UN FACTOR CLAVE DE SU FORMACION FUE TRABAJAR COMO ASESOR CREA.
EN EL AIRE. LOS HIJOS LE CONTAGIARO­N EL ENTUSIASMO POR EL BMX. A CAMPO. UN FACTOR CLAVE DE SU FORMACION FUE TRABAJAR COMO ASESOR CREA.
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LA SEMILLA. IGUERABIDE EN UN LOTE CON RASTROJO DE MAIZ, BAJO SIEMBRA DIRECTA

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