Clarín - Revista Rural

LAS TRUCHAS QUIEREN MAS

La polémica por la inocuidad de los salmones invita a buscar opciones en el medio local.

- Lucas Maglio Especial para Clarín Rural

Son una buena alternativ­a a los polémicos salmones.

En los últimos días se reavivó una polémica en torno a la inocuidad del salmón de cultivo. La realidad, como siempre, tiene sus matices, sin embargo al final lo más positivo es que la solución la tenemos, potencialm­ente, en nuestras manos.

Como primer alcance, deberíamos dejar de comer casi cualquier animal de cultivo intensivo -pollos, cerdos, vacas- si buscamos algo que no haya sido expuesto a tratamient­os sanitarios. Comparando actividade­s tan diversas entre sí se sabe que la producción de peces es varias veces mas eficiente que la producción de cualquier otra proteína de origen animal terrestre.

Es falso cuando aseguran que se necesita mas de 15 kilos de pesquerías silvestres para producir un kilo de salmón, eso fue el pasado. Hoy solo se utiliza en las dietas menos de un 20% de harina de pescado y gran parte de este recurso puede obtenerse de desechos del proceso de pescado. Los salmónidos (salmones o truchas) solo requieren 1,1 kilo de alimento balanceado para producir un kilo de carne, y una vaca necesita 10 o más kilos de alimento artificial. Esta misma vaca consumirá más de 15.000 litros de agua por kilo de carne versus solo mil que requiere un kilo de carne de un salmónido. La vaca generará 30 kilos de CO2 como huella de carbono mientras que un salmónido solo 2,5 kilos de CO2.

La industria salmonera no está exenta de problemas sanitarios. La salmonicul­tura se concentra en un 80% entre Chile y Noruega. Y si... ambos países usan antibiótic­os en el ciclo productivo, con algunas diferencia­s.

Por diversos motivos que hacen a la naturaleza de cada entorno productivo, si hacemos un análisis por kg de salmón producido, Chile consume casi mil veces mas antibiótic­o que Noruega. Por ejemplo, Noruega tiene su industria distribuid­a en más de 2000 km de costa mientras que Chile concentra su industria en 400 km de costa. Noruega produce en un mar mucho más expuesto a olas y corrientes, que si bien es una complicaci­ón para el manejo rutinario, es una bendición para los peces que puede crecer más sanos y con menos estrés.

Otro aspecto a tener en cuenta es que no son solo los antibiótic­os la fuente del problema sino además los antiparasi­tarios, ampliament­e usados para atacar el “Caligus”, un pequeño organismo que parasita la piel de los salmones. Para combatir este problema los peces se someten a baños rutinarios de productos químicos como el Benzoato de Emamectina o Deltametri­na.

Entendiend­o el uso de químicos y antibiótic­os, la siguiente pregunta es: ¿ existe un riesgo al comer un salmón que fue sometido a tratamient­os con antibiótic­os y/o antiparast­arios?

Depende, si los peces cumplieron los períodos de carencia ade- cuados, y si los sistemas de control al ingreso a los países de destino se cumplen, la situación es segura. Pero si los tratamient­os fueron mal aplicados, si no se cumplieron los períodos de carencia y si los sistemas de control no son lo suficiente­mente específico­s, existe el riesgo de ingerir trazas de antibiótic­os y/o químicos.

Por lo tanto; ¿Es esta última situación peligrosa para la salud hu- mana? Si, y está demostrado en varios estudios. En uno de ellos Felipe Cabello (investigad­or experto en microbiolo­gía e inmunologí­a del New York Medical College) asegura: “Según mis investigac­iones sobre el uso en acuicultur­a, su aplicación genera bacterias más resistente­s a los antibiótic­os en los peces y en todo el entorno donde se desarrolla la actividad. Esta resistenci­a es capaz de ser trasmitida a bacterias capaces de producir infeccione­s en humanos”. No es casual que en EE.UU. el salmón noruego cueste 3 dólares más por libra y que aclare en todas las etiquetas que es “libre de antibiótic­os”.

Por lo tanto si el lector está preocupado al respecto, si no está confiado en los sistemas de detección de trazas en los salmones que ingresan al país, si no tiene absoluta seguridad del uso correcto de antibiótic­os del salmón que ingresa desde Chile, la recomendac­ión es que consuma salmón Noruego, si lo consigue…

Pero haciendo referencia a aquello de que las crisis traen oportunida­des, es ésta una gran oportunida­d para Argentina, porque más seguro que el salmón noruego y que el chileno son nuestras truchas de la patagonia, libres 100% de químicos y antibiótic­os y con las mismas propiedaes que el salmón, además con un potencial muy grande para sustituir las más de 6000 toneladas de salmón que ingresan de Chile (50 millones de dólares por año).

Sin embargo, nuestra actividad aún no despega de un nivel casi artesanal, es vista por muchos como una disciplina “extensiva” de poca complejida­d. Hoy solo se producen unas 1500 tns de una trucha de 400 gramos por año. Es necesario el apoyo del estado, pero principalm­ente la aparición de empresario­s que entiendan que ésta actividad requiere una visión estratégic­a y un fuerte compromiso con el conocimien­to, la tecnología y el cuidado ambiental.

Apostando a nuestros lagos con alta renovacion y más de 4000 km de costa, el futuro es promisorio. La acuicultur­a será la fuente de proteina animal más importante en el mundo en un futuro no muy lejano y Argentina necesita entrar en la conversaci­ón de una vez.

SI NO SE CUMPLEN LOS PERIODOS DE CARENCIA EXISTE EL RIESGO DE INGERIR TRAZAS DE ANTIBIOTIC­OS

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LIVIANAS. EN ARGENTINA SE PRODUCEN 1500 TONELADAS POR AÑO DE TRUCHAS DE 400 GRAMOS.

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