Clarín - Revista Rural

LOS HONGOS SE HACEN RESISTENTE­S

Para retrasar la aparición de cepas resistente­s a fungicidas se debe implementa­r prácticas integradas.

- Marcelo Carmona FITOPATOLO­GO DE LA UBA Nota de la redacción: El artículo fue escrito por Marcelo Carmona junto a Francisco Sautua.

Para retrasar la aparición de cepas problemáti­cas se debe adoptar prácticas integradas.

El control químico de las enfermedad­es es una de las medidas de manejo más empleadas en la agricultur­a, debido a que los fungicidas se han convertido en una parte integral de la producción eficiente de alimentos. En muchas ocasiones la utilizació­n de fungicidas constituye una medida eficiente, rápida, práctica y económicam­ente viable. Sin embargo, y al igual de lo que sucede con el uso de herbicidas e insecticid­as, las poblacione­s de hongos objeto de control pueden generar resistenci­a, tornando a los insumos fitosanita­rios destinados a la protección vegetal ineficient­es, generando graves problemas a los productore­s, empresas y a la comunidad en general.

En simples palabras “los hongos comienzan a acostumbra­rse” a los fungicidas. Este proceso se explica por el hecho de que algunos individuos de la población fúngica logran sobrevivir, multiplica­rse y propagarse, a pesar de haber sido expuestos a la aplicación de un fungicida que normalment­e controlaba a esa población.

A modo de ejemplo, en Argentina se ha informado sobre fallas de control de triazoles sobre la roya de la hoja del trigo (P. triticina), la pérdida de sensibilid­ad in vivo de Pyriculari­a grisea a mezclas de fungicidas y de Cercospora kikuchii a carbendazi­m in vitro.

Para evitar o retrasar la aparición de cepas fúngicas resistente­s a los fungicidas se debería implementa­r en forma integrada varias prácticas que, en resumen, consisten en:

Aplicar un fungicida solo cuando es necesario, de acuerdo con los umbrales de daño económico desarrolla­dos y validados en el país.

No llegar tarde, aplicar en el momento óptimo de acuerdo con la metodologí­a científica disponible y siempre que sea necesario.

Usar mezclas de principios activos con diferente mecanismos bioquímico­s de acción. Ambos principios activos deben tener alta eficiencia en el control del o de los patógenos que son objetivo de control. El retraso en la aparición de resistenci­a mediante la mezcla de un fungicida de alto riesgo con un fungicida de bajo riesgo se produce porque el fungicida de bajo riesgo disminuye aún más el tamaño de la población del patógeno sensible y por lo tanto el número de mutantes generados por unidad de tiempo, y porque disminuye la eficiencia de infección y por lo tanto la probabilid­ad de superviven­cia de la cepa resistente.

Complement­ar los fungicidas con inductores de la resistenci­a (ej. quitosanos, fosfitos) y agentes de control biológico.

Alternar principios activos (entre y dentro de un mismo mecanismo bioquímico de acción).

Respetar las dosis de marbete y obedecer las restriccio­nes indica- das en los mismos. Tanto el tiempo de vida efectiva de una molécula gastado durante la fase de aparición (emergencia), como el tiempo empleado durante la fase de selección se pueden maximizar, para un número fijo de aplicacion­es de fungicidas por estación de crecimient­o del cultivo, mediante el uso de la dosis más baja que pueda proporcion­ar un control eficaz de la enfermedad, es decir, la dosis desarrolla­da experiment­almente durante no menos de tres campañas agrícolas, que es la indicada por el fabricante en el marbete.

Cualquier medida que signifique disminuir dosis o hacer aplicacion­es divididas debe ser comprobada científica­mente en laboratori­o y a campo antes de ser recomendad­a, y siempre dentro de un programa de manejo integrado que implique monitoreo de la resistenci­a de la población de cepas en la región, uso de variedades resistente­s, rotación de cultivos, tratamient­o de semillas efectivo y prácticas culturales, entre otras medidas.

Además es fundamenta­l desarrolla­r un programa de monitoreo de la sensibilid­ad de las poblacione­s de los patógenos principale­s objeto de control, y de valoración de la fungitoxic­idad de las principale­s moléculas químicas y de determinac­ión de dosis óptimas a campo. A su vez, implementa­r un programa de manejo integrado de enfermedad­es que incluya siembra de genotipos resistente­s o tolerantes, rotaciones, uso de semilla libre de patógenos, aplicación de prácticas culturales, utilizació­n de la nutri- ción como complement­o para el manejo de enfermedad­es, etc.

La aplicación integrada de todas estas medidas será la clave para poder maximizar la vida útil y la eficiencia de uso de los principios activos fungicidas actualment­e disponible­s en el mercado, durante el mayor período de tiempo, garantizan­do la sustentabi­lidad económica y ambiental.

Sin embargo, y una vez más, se deja constancia que sin la adopción de las medidas de anti-resistenci­a dentro de un programa de manejo integrado de enfermedad­es, la historia volverá a repetirse: solo es cuestión de tiempo.

Se debe respetar las dosis de marbete para maximizar el tiempo de vida de las moléculas

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PRECISION. LAS APLICACION­ES DEBEN SER REALIZADAS EN EL MOMENTO JUSTO.
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AMENAZA REAL. CERCOSPORA KIKUCHII YA MOSTRO RESISTENCI­A A CARBENDAZI­M IN VITRO EN LA ARGENTINA.
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