Clarín - Revista Rural

EN VIEDMA, EL RIEGO ES TODO

En las áridas tierras de Viedma, José Luis Ramacciott­i aprovecha las obras hidráulica­s para poner cientos de hectáreas en producción y exportar megafardos de alfalfa al exterior.

- Dante García clarinrura­l@clarin.com

José Luis Ramacciott­i explica cómo transforma los lotes de esa árida región en vergeles superprodu­ctivos.

José Luis Ramacciott­i trabaja desde hace quince años preparando suelos en el Valle Inferior del Río Negro, posee el equipo y experienci­a necesaria para transforma­r un desierto en un vergel. La media de precipitac­iones en la zona de Viedma es de 250 milímetros anuales, pero allí los productore­s no necesitan del vital fluido para hacer crecer lo cultivos porque riegan por manto sus lotes con el agua que viene del río. Es más, las lluvias inesperada­s pueden complicar los ciclos productivo­s.

Su padre fue quien se instaló en la zona, comprando una chacra en la colonia Idevi en la década del 80. Los comienzos de la familia fueron ganaderos, en estas chacras bajo riego hacían crecer pasturas para alimentar al ganado.

Idevi debe su nombre al Instituto de Desarrollo del Valle Inferior del Río Negro, un proyecto diseñado e instrument­ado por el Estado durante los años 60 a partir del cual se llegaron a construir 188 kilómetros de canales de hormigón, 2.000 kilómetros de acequias, cuatro estaciones de bombeo eléctrico y hasta una estación experiment­al para llevar a cabo ensayos con cultivos.

El plan original del proyecto diseñó las parcelas más chicas para los cultivos hortícolas, las medianas para ganadería y las más grandes – no más de 300 has.- para agricultur­a. Hoy en día, en la zona se hace maíz, cebolla y alfalfa entre tantas cosas. “En estos terrenos preparados pueden realizarse diversos cultivos, pero los magros márgenes te van llevando a hacer lo que demanda el momento”, explica Ramacciott­i, y señala que el costo del flete para llevar la mercadería al puerto más cercano -Bahía Blanca- es muy elevado.

Ya de joven, este emprendedo­r comenzó a trabajar los campos con tractores, preparando el suelo con rastras, cinceles y vibroculti­vadores. Con el paso del tiempo pudo ir incorporan­do tecnología y ampliando los servicios, la nivelación laser le abrió muchas puertas. Hoy en día, su empresa Don Miguel S.A. se encarga de sistematiz­ar los terrenos con acceso al agua, desmontánd­olos, nivelándol­os y construyen­do el sistema de acequias para regar por manto el suelo.

Ramacciott­i explica que resulta clave el trabajo previo a la siembra de un cultivo sobre un campo nuevo. “Para que un suelo de estos se convierta en una maceta fértil se debe hacer un buen trabajo de lavado de sales, teniendo en cuenta que ciertos lugares han sido antiguamen­te fondos de laguna salitrosos, con importante presencia de greda, por lo que se debe inundar bien por unos años, drenando de vuelta el agua al río. Además se debe ir incorporan­do materia orgánica y fertilidad por medio de cultivos verdes – cebada, agropiro, etc.-, que luego son incorporad­os al suelo. Este proceso puede demandar entre 3 o 4 años. Para poder competir con otros suelos fértiles de la Argentina, el costo de puesta a punto es alto”, explica Ramacciott­i.

El trabajo de su empresa en algunos casos consiste en poner en producción un campo desde cero: desmonte, construcci­ón del sistema de riego, canales, saltos de agua, entubados, construcci­ón de lotes y hasta la preparació­n de la cama de siembra. Pero la actividad principal actualment­e es ser contratist­as de producción de alfalfa, poniendo desde la semilla hasta la cosecha y la logística. Además, produce alquilando campos vecinos.

Su esquema actual ronda las 750 hectáreas anuales de trabajo con la alfalfa, representa­das en aproximada­mente 400 hectáreas propias y el resto a porcentaje con los dueños de la tierra. “Hay que tener en cuenta que poner un campo productivo requiere mucha inversión inicial, es por eso que los esquemas asociativo­s entre el propietari­o de la tierra, productor y contratist­a funcionan muy bien” comenta Ramacciott­i.

El tema del personal no es menor. Para este tipo de trabajos se requiere personal calificado y que conozca bien el tema. El empresario explica que este fue el principal motivo por el que se dedicó a hacer el ciclo completo de la alfalfa: el hecho de mantener un plantel ocupado los 365 días del año, con la

misma gente, es muy beneficios­o y evita estar continuame­nte cambiando de operario, capacitánd­olo y perdiendo tiempo. Hoy la empresa cuenta con trabajador­es de más de 12 años de antigüedad y esto enorgullec­e a Ramacciott­i. “Llegué a tener hasta 22 empleados, 18 meses atrás”.

En los últimos doce años se vio una fuerte inversión en la zona y apareciero­n máquinas de último modelo. “Pasamos de tractores de los años 80 a equipos de última generación”, apunta quien está equipado hoy con tres tractores John Deere, de 240 HP, tres palas de arrastre de 10 m3 con piloto automático y sistema de nivelación laser automático, más algunos tractores de menor potencia -entre 80 y 160 HP- para las otras labores con rastras, cinceles, vibroculti­vadores, escarifica­dores, subsolador­es y zanjeadore­s. Para la siembra de alfalfa utiliza una sembradora de directa que trabaja con un distanciam­iento de 11 centímetro­s.

Si bien existen otros contratist­as en la zona, Ramacciott­i asegura que Don Miguel es la única que se dedica al 100 %, con la capacidad para hacer todas las tareas del ciclo productivo de la alfalfa, generando trabajo todo el año.

Pero advierte que los bajos márgenes actuales están complicand­o muchas produccion­es. “Un maíz para grano hoy no es rentable y con la alfalfa estamos con los números muy finos, el costo del flete es altísimo, un 30% del valor del fardo de forraje”, dice, y añade que la baja ya lleva 3 años y que en algunos momentos trabaja por debajo del costo. Esto le hace perder la amortizaci­ón de los equipos y en algunos casos esquivar el mantenimie­nto de la maquinaria.

En cuanto al tecnicismo, el profesiona­l explica que para establecer un cultivo de alfalfa siembra 20 kilos de semilla por hectárea y le incorporan entre 100 a 150 kilos de fósforo a la siembra, que generalmen­te es en el mes de marzo. Se puede también sembrar en primavera, pero las malezas suelen ser un problema. La cosecha se divide entre cuatro o cinco cortes anuales, arrojando un promedio de 10 toneladas al año. Esta pastura perenne dura unos seis años, en los que se aprovecha el máximo vigor de la especie. Para la cosecha se hace un corte e hilerado del forraje, el primero ni bien entrada la primavera, que no es la de mayor calidad. Una vez cortado el material, se deja orear y se juntan un par de andanas para dar buen volumen a la enfardador­a prismática que viene a preparar los megafardos, la mejor preparació­n para la exportació­n del producto.

Para esto, Ramacciott­i cuenta con dos equipos New Holland que le brindan una capacidad de trabajo de 800 hectáreas al año. El forraje se divide por calidad, existiendo tres tipos dependiend­o del porcentaje de maleza, de hoja verde y nivel de proteína –de 18% para arriba es lo mejor-. Los precios de la campaña pasada estuvieron en 130 dólares/tn para los megafardos de mayor calidad, 110 dólares para la calidad media y 90 la más baja. Si la calidad no da para exportació­n, los fardos se ubican en el mercado interno, explica el hombre.

Para entrar en el negocio de exportació­n trabajan son la empresa Alfalfas y Forrajes de la Patagonia. La alfalfa se exporta a Arabia Saudita, España y ahora se acaba de abrir el mercado Chino. Todos los containers salen del puerto de Ba- hía Blanca. Este negocio tiene pocos años y ha atravesado mejores épocas. Hoy los números están muy finos, aunque sigue siendo la mejor opción en la zona. Ramacciott­i espera que con el cambio de políticas todo vuelva a ser como era antes.

El proyecto del IDEVI no tiene nada que envidiarle al Valle de California en cuanto al diseño del sistema de riego y drenaje, ya que todos los canales entran por pendiente en los campos sin la necesidad de bombeo. La diferencia de lo que sucedió en Norteaméri­ca es que el Estado estuvo presente, subsidiand­o en momentos clave, como en toda la etapa inicial. Aquí muchos productore­s se largaron a sembrar sin tener en cuenta el preparado de la fertilidad que debe hacerse y los resultados fueron muy malos. Muchos se fundieron y quedaron en el camino.

LA EMPRESA HACE DESMONTE, CONSTRUYE CANALES Y SISTEMAS DE RIEGO Y HASTA PREPARA LA CAMA DE SIEMBRA SIEMBRA 20 KILOS DE SEMILLA DE ALFALFA POR HECTAREA Y LE INCORPORA DE 100 A 150 KG DE FOSFORO A LA SIEMBRA

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ALFALFA. SE COSECHA EN MEGAFARDOS PARA LA EXPORTACIO­N A VARIOS PAISES.
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 ??  ?? ORGULLOSO. RAMACCIOTT­I JUNTO A UNO DE LOS CANALES QUE LLEVAN EL AGUA DEL RIO A TODOS LOS LOTES.
ORGULLOSO. RAMACCIOTT­I JUNTO A UNO DE LOS CANALES QUE LLEVAN EL AGUA DEL RIO A TODOS LOS LOTES.
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TECNO. LAS PALAS DE ARRASTRE TIENEN UN SISTEMA DE NIVELACION LASER.

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