Clarín - Revista Rural

CON EL ANIMO PARA VOLVER A HACER LAS COSAS BIEN

El productor de 9 de Julio Gustavo Bracco dice que volver a incluir a las gramíneas en la rotación agrícola aportará control de malezas, estructura del suelo y rentabilid­ad.

- Juan I. Martínez Dodda clarinrura­l@clarin.com

Basta con hacer una gira y charlar con productore­s para dar cuenta del nuevo panorama. El ánimo está renovado (también el de todos los sectores involucrad­os en el negocio agropecuar­io) desde diciembre de 2015. El “auto”, que venía con dos ruedas en la banquina, forzando la marcha y con el volante tensionado para mantenerse en su sitio, ahora puede traccionar sobre suelo más firme con la vista puesta en un horizonte más prometedor.

“El año pasado cuando se planteó la campaña, lo único que ofrecía un margen con pequeña rentabilid­ad era la soja de primera, el resto de los cultivos era inviable”, contó a

Gustavo Bracco, productor en la zona de 9 de Julio. Y agregó: “Lo poco que se hizo de trigo fue en campos propios para mantener rotación o, en algunos casos, a modo de ficha en el casino, lo mismo que ocurrió con el maíz de primera”. Ya después de

DESPUES DE LAS ELECCIONES, EN ALGUNOS LOTES SE DECIDIO HACER MAIZ TARDIO Y MAIZ DE SEGUNDA

las elecciones, a fines de noviembre y principios de diciembre, en los lotes donde se había barbechado con principios activos doble propósito se sembró también un poco de maíz tardío y maíz de segunda sobre cebada o trigo.

Gustavo Bracco es el menor de cuatro hermanos, hijos (de Alejandro Regino Bracco, más conocido como “Tuto”), nietos y bisnietos de productore­s rurales. “Estoy ligado al campo desde que tengo uso de razón, me crié en el campo y esto determinó mi vocación”, dijo. A fines del siglo XIX, su bisabuelo tardaba tres meses en viajes ida y vuelta en carreta de Buenos Aires a Chivilcoy. Después vendió las carretas y empezó a comprar pequeñas porciones de campo. Así empezó todo. Después de debatirse entre agronomía o veterinari­a, Gustavo se decidió por lo vegetal, “porque así podría tener una visión global del establecim­iento”. No obstante, el comienzo de su carrera estuvo más inclinado a la ganadería, con una pasantía en un tambo. En el 2000 se empezó a dedicar a la porción de campo de la familia que le tocaba. Hoy es parte de la Regional Aapresid de 9 de Julio.

La zona, en el centro-oeste de la provincia de Buenos Aires, es de suelos Clase II en adelante, con distinto grado y tipo de limitacion­es, el relieve es de lomadas que alternan con sectores planos y plano cóncavos. El régimen hídrico es de entre 1000 y 1100 mm, con oscilacion­es de 300 mm de acuerdo al año. En general la distribuci­ón es buena con una concentrac­ión en primavera y otoño. “Todo esto configura a la zona como mixta por excelencia que el aluvión de la soja desestruct­uró, no obstante, conforme se hizo un poco más rentable la actividad pecuaria, la cría ha ido recuperand­o su lugar en la zona y así como el engorde a corral después de una corta recría”, resumió Bracco. También es una importante cuenca lechera que hoy está atravesand­o un momento crítico.

Consultado por la rotación que ponen en práctica, Bracco destacó que el ideal al que se apunta es sojatrigo/soja 2º-maíz, retomando el cuarto año nuevamente con soja. “Esto nos permite implantar un cultivo de invierno sobre un rastrojo de baja cobertura como el de soja, lo que ofrece más temperatur­a superficia­l y una mejora en la emergencia del cultivo invernal, pero además, cubrir el suelo a la llegada de las lluvias primaveral­es evitando la emergencia de malezas primaveral­es si usamos alguna combinació­n de Sulfonilur­eas de larga residualid­ad más hormonales 15 días antes de siembra”, repasó Bracco. La soja de segunda permite controlar gramíneas estivales y latifoliad­as disminuyen­do el banco de semillas de malezas para el cultivo posterior, que será un maíz de primer o segunda fecha, de acuerdo a cómo vengan las lluvias.

El maíz de segunda tiene un piso más alto de rendimient­o para años Niña y un techo más bajo para años Niño. “Se implanta sobre un suelo protegido con los restos lignificad­os del cultivo de trigo que nos brindan una cobertura homogéneam­ente distribuid­a y más persistent­e, conservand­o la humedad del suelo y un sistema de poros formados por la descomposi­ción del sistema radicular del trigo”, explicó. Esa combinació­n cobertura/macroporos de raicillas muertas mejora sustancial­mente la infiltraci­ón y el aprovecham­iento de las lluvias primavero-estivales, aumentando el rendimient­o. La soja que entra después de maíz, entonces, recibe además del trabajo que hizo el sistema radicular del trigo dos años antes, la cobertura y el sistema radicular del maíz.

Ahora bien, esa situación ideal descripta por Bracco se vio amenazada por las condicione­s de producción de los últimos años. En la Campaña 1999/ 2000, de las 420.000 hectáreas que tiene el partido de 9 de Julio, se cultivaban 135.000 con un 66% de gramíneas (trigo, maíz y sorgo) y un 33% de soja y girasol. En la campaña 14/15 la superficie cultivada fue de 210.000 ha. pero sólo el 36% de la superficie con gramíneas y 130.000 hectáreas de soja. “Esta es una problemáti­ca que no sólo atenta contra la salud de nuestros suelos sino que también está promoviend­o la aparición de malezas tolerantes/resistente­s a distintos activos que muy lentamente están avanzando sobre el partido”, advirtió Bracco. Primero fue rama negra, ahora chloris y yuyo colorado se observan esporádica­mente y amenazante­s en algunos lotes.

En lo que respecta a la fertilizac­ión, en trigo y maíz son de 120-140 kg/ha mezclas fosforo azufradas, 160-200 kg/ha de Urea dependiend­o del rendimient­o objetivo y la disponibil­idad de los lotes. En soja aplican mezclas con fósforo y azufre sin nitrógeno entre 60 a 90 kg/

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BRACCO EN UN LOTE DE MAIZ QUE PUEDE RENDIR HASTA 110 QQ/HA.

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