UNA VUELTA DE TUERCA VIT PARA EL NEGOCIO LECHERO
Desde la santafesina Firmat, en plena zona agrícola, el tambero Eduardo García Maritano y u encontraron una buena estrategia para la comercialización de leche fundando una consignata
Para muchos, no es un tambo modelo, es verdad, pero me deja plata”. A modo de carta de presentación, Eduardo García Maritano describe con pocas palabras cómo siente el negocio de producir leche. Luego de pasar por distintos eslabones de la cadena láctea, que le permitió conocer la realidad delante y detrás del mostrador, el ingeniero agrónomo no duda: “Los tamberos tenemos que buscar la salida para dejar de ser entregadores de leche y quedar a merced de lo que nos decidan pagar”. Así, actualmente con un grupo de seis tambos seca parte de su producción para manejar mejor el momento y precio de venta.
Enamorado de la vida rural desde chico, cuando visitaba el campo de “los Maritano” en San Genaro (Santa Fe), cuando terminó el secundario Eduardo decidió estudiar algo que ligue su vida profesional a la naturaleza. Estudió agronomía y cuando se recibió, en 1982, empezó su derrotero como en la empresa familiar Marzol, en Iriarte (Buenos Aires), después como jefe
“ESTE PAIS TENDRIA QUE SER LIDER EN PRODUCCION DE LECHE, CON MAS GENTE VIVIENDO DEL TAMBO”, AFIRMA
de equipo zonal del DATP de La Serenísima (“Mi maestría en lechería”), fue asesor CREA y de Cambio Rural en la zona de San Gregorio, y de 2000 a 2004 fue seleccionado como Gerente de Compra de Materia Prima de Molfino Hnos – La Paulina (“Mi Doctorado”).
“En 2004 volví a la producción privada con el convencimiento de que a la producción de leche le faltaba un aditamento para pasar a ser empresario”, relató García Maritano. Y explicó: “El productor es el que hace todo hasta la tranquera y entrega su leche, el empresario es el que produce, vende y cobra”.
El tambo que lleva adelante en sociedad con siete amigos hace 16 años, actualmente tiene 450 vacas en ordeñe en un campo alquilado en Miguel Torres sur, a 10 km. de Firmat (en el sur de Santa Fe), una zona donde la competencia por el uso de la tierra con la agricultura de punta es fuerte.
Es un tambo semi estacionado en sus pariciones, de vacas jersey y frizio neocelandés de 550 kilos, con servicios de invierno. “No es una vaca muy grande pero muy funcional, longeva, de no mucha producción individual (16-17 litros por día y 5500-6000 litros por lactancia) pero alto contenido de sólidos”, explicó García Maritano. Además, tienen la ventaja de ser capaces de recomponer estado corporal con pasto, con una enorme capacidad de cosecha de forraje.
García Maritano describió su sistema como “muy simple”, con producción de leche sobre forraje, suplemento de silaje de sorgo forrajero y un aporte de grano para soportar los primeros tramos de lactancia. “El impacto del grano dentro del presupuesto no pasa del 15%, cuando hoy en promedio los tambos usan 30-40% de su cheque en granos”, comparó.
Tiene características poco comu- nes comparadas con otros tambos. Apuestan a una mínima inversión en activos específicos, no hay plazoleta de encierro, tampoco mixers y la mínima cantidad de maquinaria, porque “en un mercado como el que rige en Argentina, donde no hay sistemas de referencia para saber bajo qué condiciones se va a vender la leche, es de alto riesgo desembolsar enormes inversiones”. En este sentido, la fórmula para sobrevivir es “tener un bajo punto de equilibrio”.
García Maritano advirtió otra cuestión al analizar el negocio: “Hoy muchos productores cuantifican si les va bien o mal a partir de cuántos litros de leche obtienen por vaca, pero eso no te dice nada del nivel de rentabilidad o el margen que tienen, los litros no dicen nada del negocio”. E hizo otra diferenciación: “Es necesario saber qué resultado económico necesito de mi establecimiento lechero, para