YERBA, CORDERO, SALAME... EL PAIS TIENE MUCHO PARA DAR
Los sellos de denominación geográfica constituyen una excelente oportunidad para agregar valor a los productos argentinos y posicionarlos en los mercados internacionales.
ABOGADA, PROFESORA EN LA U. AUSTRAL Y LA UCA 17.000 productores registrados que en conjunto producen más de 700.000 toneladas de hoja verde por año. La producción de yerba mate molida y empaquetada está concentrada e integrada verticalmente por pequeños productores, secadores y molinos. Argentina es el principal productor y exportador de yerba mate en el mundo; y tiene la mayor superficie cultivada respecto de los otros productores: Brasil y Paraguay.
Los sellos de calidad que hacen referencia al origen de la producción, en este caso Argentina, destacan productos que se consideran únicos por el lugar donde se producen y por la forma de elaboración que respeta las costumbres propias de la cultura del lugar que se conserva a través de generaciones. Las características de la región, la historia, la cultura, y el vínculo de los productores con el territorio hacen que estos alimentos sean diferentes. Esa diferenciación otorga beneficios a los productores porque jerarquiza su producción, y también a los consumidores que acceden a un producto de calidad garantizada.
Bajo el nombre genérico de “denominaciones geográficas” existen distintas categorías de sellos que identifican los productos por su lugar de origen: por un lado, las Indicaciones de Procedencia (IP), que no garantizan la calidad del producto, sino que solo informan el lugar del que provienen; y por el otro, las Indicaciones Geográficas (IG) y Denominaciones de Origen (DO) que además refieren a una calidad específica. Estas dos últimas están reguladas en nuestro país para productos agrícolas y alimentarios.