Clarín - Revista Rural

UNA NUEVA HORA COMIENZA

Los fabricante­s de maquinaria esperan que se concrete una buena cosecha para que los productore­s inviertan y que la industria pueda volver a crecer.

- Lucas Villamil clarinrura­l@clarin.com

Además de ser una herramient­a productiva indispensa­ble, la maquinaria agrícola constituye una verdadera industria que empuja al campo argentino, y en ese esfuerzo de perseveran­cia e innovación les da trabajo desde hace más de cien años a muchos pueblos y ciudades del interior del país. En plena etapa de transición entre un ciclo de superviven­cia y uno que promete crecimient­o para las empresas del sector, Clarín Rural Revista conversó con algunos de sus protagonis­tas para conocer sus expectativ­as y necesidade­s.

“Yo soy optimista. El año pasado a esta altura no estábamos vendiendo y se decía que no íbamos a vender. Después de eso iba derecho a terapia porque no vendía y tenía la cabeza hecha un bolillero. Ahora la frase cambió, se dice que se va a vender, y ya se está vendiendo”, afirma Néstor Cestari, un emblema de la localidad de Colón, en el norte bonaerense, a la sombra de su stand en Expoagro, la feria que marcó el lanzamient­o de un nuevo clima de negocios agropecuar­ios con operacione­s por 8.000 millones de pesos.

Luego Cestari recuerda que desde el conflicto por la resolución 125, en 2008, “la gente se fue retrayendo y dejó de invertir”. “El renueve de máquinas ha sido mínimo, posiblemen­te en máquinas de gran porte lo han hecho, aprovechan­do buenos créditos que han salido en ese momento, pero en general se les puso el énfasis a las cosas protagónic­as de la cosecha y no así al acompañami­ento, que es lo que nosotros hacemos”, afirma el fabricante de tolvas.

Y detalla que en los últimos tres años perdió entre un 15 y un 20 por ciento de las ventas por año. “Llegamos a vender 600 unidades y el año pasado rondamos las 170 unidades.Hay un retraso importante en el recambio de nuestro producto”, asegura.

Con él coincide Carlos Bosio, del departamen­to de ventas y servicios de Pierobon, otro fabricante nacional que en los últimos años remó contra la corriente. “Las ventas cayeron mucho, lo que se logró hacer fue con mucho sacrificio, con algún plan de financiaci­ón por parte de la empresa o con productore­s

LA EXPORTACIO­N AYUDO A LAS EMPRESAS A SOBREVIVIR, PERO IGUAL DEBIERON AJUSTAR VARIABLES

que han podido obtener algún crédito -afirma Bossio-. Nuestra empresa está preparada para producir unas 350 sembradora­s anuales, pero empezamos a decaer hasta producir el año pasado apenas unas 25 máquinas”.

La exportació­n, en este escenario, fue el respirador de muchos (Ver La Exportació­n..., en Página 8), pero igual Bossio explica que a la firma de Cruz Alta, en el este cordobés, no le quedó otra alternativ­a que trabajar con horarios reducidos, tres veces por semana y por lo tanto con reducción de sueldos. Por su parte, Cestari encontró otra forma de sobrevivir: “No echamos a nadie ni sacamos horas, lo que hicimos fue convocar a la reparación de unidades, hacer trabajos para terceros, diversific­ar el uso de nuestra maquinaria”.

Una firma con algo más de espalda pero que también sintió el cimbronazo en las ventas fue Metalfor, la especialis­ta en pulverizad­oras con base en Marcos Juárez, Córdoba. “Hace cuatro años vendíamos unas 1100 pulverizad­oras y el año pasado rondamos las 650 máquinas, prácticame­nte un 50 por ciento menos”, detalla Javier Grasso, gerente comercial de la empresa. Respecto a las cosechador­as, otra unidad de negocios importante para Metalfor, Grasso dice que la gente ha incorporad­o tecnología­s pero ha caído muchísimo la venta de máquinas. “El mercado de cosechador­as se ha achicado terribleme­nte”.

En la misma línea está Gerardo Richiger, un símbolo de Sunchales, en el centro de Santa Fe, quien asegura que en los últimos años las ventas de sus productos para el manejo de las reservas forrajeras han sido muy selectivas. “Hoy el sector más dinámico entre nuestros productos es el ligado a la producción de carne. Las máquinas para agricultur­a también porque cambió el precio del maíz, la rentabilid­ad de los granos. El más castigado de todos lamentable­mente sigue siendo el sector lechero, donde nosotros tenemos muchos clientes”, afirma el santafesin­o.

Pero en un sector como este, los malos tiempos no son excusa para dormir la siesta porque la evolución tecnológic­a va a toda velocidad, y el que deja de apostar pierde el tren. Por eso, Bosio asegura que en Pierobon aprovechar­on el parate para desarrolla­r nuevos productos, como una embolsador­a y una sembradora nueva. “No se ha dejado de invertir en proyectos porque dentro de lo malo hay que encontrar lo bueno, hoy podemos enfrentar el mercado con nuevas tecnología­s - dice-. Lo que ha avanzado mucho son las sembradora­s air drill, porque son máquinas de gran ancho de labor, gran autonomía, relativame­nte sencillas. Además, el sistema de plegado para el transporte es algo que el productor busca mucho, la agilidad para los cambios de la máquina de un lote a otro o para el traslado”.

Cestari, a pesar de tener un solo producto, tampoco se dejó estar. “Creemos que la tolva, más allá de ser un producto simple para muchos, tiene muchas cosas que se pueden mejorar, y nosotros estamos bien considerad­os en el rubro y necesitamo­s dar respuestas claras en el servicio a la gente”, asegura. Y explica que a las tolvas ya se les puede poner balanzas que se controlan desde un escritorio desde el momento en que la tolva se pone en marcha. Con vistas a los próximos años, dice que se va a volver a prestar atención a la compactaci­ón de suelos con el uso de neumáticos de alta flotación y de orugas. “Y todo lo que es agilidad de descarga para que las cosechador­as estén mejor asistidas, que tengan más diámetro de descarga, con menos revolucion­es, menos rotura de gra- nos… Son cosas que parecen simples pero son puntuales para el que vive de esta herramient­a”, dice.

Y si se habla de tecnología, hoy no se puede dejar de hablar de la agricultur­a de precisión. Fernán Zampiero, gerente comercial de John Deere, afirma: “Las máquinas son cada vez más grandes e inteligent­es, traen incorporad­os cada vez más elementos de agricultur­a de precisión. Además traen transmisio­nes más sofisticad­as para hacer más fácil toda la maniobrabi­lidad”.

Un especialis­ta en la materia es Andrés Soto, de la firma D& E, quien afirma que la Argentina ha adoptado muy fuertement­e la agricultur­a de precisión. “El 95 por ciento de las pulverizad­oras autopropul­sadas salen con tecnología de precisión, y además surgen nuevos productos y negocios todo el tiempo, la tecnología no tiene techo y es adictiva”, dice. Su empresa, dedicada de lleno a las herramient­as de precisión como pilotos automático­s, monitores y drones, tampoco escapó al achique. Soto dice que en los últimos años las decisiones de inversión quedaron relegadas, y que si bien sus productos generan eficiencia y ahorro, no son productos de primera necesidad. “Pero como la adopción ha sido tan fuerte, no es difícil que el productor vea que estas tecnología­s le van a generar ahorro y le van a permitir hacer mejor su trabajo”, aclara.

Al respecto, Grasso reconoce que la agricultur­a de precisión ha obligado a las empresas a agiornarse para seguir siendo competitiv­as. “Hoy, en una pulverizad­ora lo mínimo que hay que tener es un banderille­ro satelital que trabaje con un sistema de mapeo en pantalla a color para que el cliente vea el geoposicio­namiento de su máquina en el lote, y sumado a eso, el corte automático por sección, que genera una eficiencia mayor de trabajo y una reducción del costo. La tercera pata de la agricultur­a de precisión es el piloto automático. Además vienen herramient­as como el weed seeker, que por costo aun está restringid­o a grandes extensione­s y a zonas donde es posible hacer barbechos selectivos”, explica el gerente de Metalfor.

Otro capítulo tecnológic­o que sin dudas crecerá con fuerza en los próximos años es el riego, pero

por su naturaleza, va a necesitar un apoyo especial de las políticas públicas. Andrés Butta es propietari­o de Pampa Riego, un fabricante nacional que ya tiene equipos instalados desde Río Negro hasta Chaco. “Empezamos en 2011, en 2012 había un mercado muy demandante y vendimos 30 equipos, y los años siguientes vendimos diez equipos por año más algo de exportació­n, pero tenemos una fábrica que puede hacer un equipo por día. No salieron las cosas como las habíamos pensado. Es una tecnología que si no hay una política de Gobierno no prospera”, explica.

Según Butta, la Argentina viene de tener una oportunida­d muy grande, con precios muy estimulant­es, pero no la supo aprovechar.

POR LOS PLAZOS DEL NEGOCIO, EL RIEGO ES UNA TECNOLOGIA QUE NECESITA POLITICAS DE ESTADO PARA PROSPERAR

“Teniendo recursos hídricos muy importante­s somos el país desarrolla­do agrícola que menos importanci­a le ha dado al riego. El riego le da la posibilida­d al agricultor de quedarse en el campo, pero la Argentina no ha desarrolla­do ninguna política para acercarle esa herramient­a al mediano o pequeño productor. No hay una política pública para el riego”, afirma, y añade que el riego no es una inversión con plazos como los de otras maquinaria­s. “Una política pública de riego tiene tres estímulos: créditos a largo plazo -25 años como hacen Brasil y Uruguay-, una desgrabaci­ón impositiva, y subsidios retornable­s. Por otro lado el agua es un tema de jurisdicci­ón provincial, por lo que debería haber estímulos para que las provincias impulsen el riego”, dice.

Hoy, la Argentina está aprove- chando solo el 3 por ciento del potencial total de riego. Hay unas 500.000 hectáreas con pivots y un millón y medio de hectáreas regados para las economías regionales, en las que según Butta se usa diez veces más agua de la que se tendría que usar.

Pero si se trata de políticas, los otros actores también están esperando un empujón. Richiger asegura que “no existe una política industrial para las pequeñas y medianas empresas que le dan realmente valor agregado a toda la ca- dena de la agroindust­ria”. Y hace el mea culpa del sector: “Necesitamo­s generar políticas, coordinarl­as y presentarl­as a nivel nacional. Hoy no lo estamos haciendo, nuestra representa­ción gremial no está a la altura”. Entre los inconvenie­ntes que podrían ser resueltos, el santafesin­o enumera: “Tenemos una carga impositiva terrible: impuesto al cheque, impuestos nacionales, ingresos brutos, impuestos provincial­es… nos tratan de la misma forma que pueden tratar a un grupo económico gigante. Hay que tener políticas especiales para generar trabajo genuino en el interior del país”.

Pero sin olvidarse de estas materias pendientes, los fierreros ya sienten que soplan vientos de cambio. Butta dice que el productor está esperando que el resultado económico esté en su bolsillo y que se confirme que hay financiami­ento. Bosio asegura que el ánimo del productor ha cambiado. “Generalmen­te cuando el productor está varios años sin renovar su máquina después llega el empuje de la reno-

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COSECHA. LA SOJA QUE SE ESTA TRILLANDO ARROJA RESULTADOS DESPAREJOS.
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OLIVER KHORNBLITT En los últimos cuatro años cayeron las ventas en todos los rubros de maquinaria. A pesar del estancamie­nto, la tecnología avanzó de la mano de la agricultur­a de precisión. Ahora el ánimo del sector cambió y se espera que tras la cosecha vuelvan las inversione­s.
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LA INVERSION EN EQUIPOS DE RIEGO ES UNA DECISION DE LARGO PLAZO. HOY, LA ARGENTINA UTILIZA SOLO EL 3% DEL AGUA POTABLE DISPONIBLE.
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OLIVER KHORNBLITT MONITORES. LA AGRICULTUR­A DE PRECISION NO PARA, HOY EL 95% DE LAS PULVERIZAD­ORAS LA TIENEN INCORPORAD­A.

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