TODA UNA VIDA AL SERVICIO DE LAS COSECHAS ARGENTINAS
El contratista Fredy Simone cuenta cómo evolucionó su empresa adaptándose a la demanda de la producción, la evolución tecnológica y hasta la necesidad de sus empleados.
Con tan solo doce años, Fredy Simone ya se subía a la cosechadora de su padre. Hoy tiene 44 y no perdió la pasión por los fierros: “Cada vez que me compro una máquina vuelvo a la alegría de la infancia” señala.
Junto a un primo suyo, Simone acompañó desde joven a su padre Alberto en el negocio de sembrar y cosechar campos a porcentaje. Nunca tuvieron tierra propia y los fierros fueron siempre todo el haber de esta familia de inmigrantes italianos radicada en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires.
Hacia fines de los ochenta y con 16 años, el joven Fredy ya se movía hasta Tandil para cosechar trigo, y ya para el año 1990 los Simone se hicieron de la segunda máquina. Poco después, en el 93, tuvieron grandes pérdidas por las inundaciones (cuando ya sembraban bastante superficie) y decidieron dejar de sembrar a porcentaje para cobrar por tarifa y pasar a ser 100 por ciento contratistas.
Para el año 2003, cuando venían creciendo mucho en trabajo y reco-
“HACERNOS DE UN PLANTEL SOLIDO DE SOCIOS NOS BRINDA MAYOR FORTALEZA”, AFIRMA EL CONTRATISTA
rrido por el país, los Simone empezaron a sumar máquinas a medias con sus empleados más históricos, para despreocuparse un poco por el mantenimiento y movimiento de los fierros y dedicarse más a la parte administrativa, sin relegar trabajo.
“Era un estrés físico y mental andar viajando por todo el país” detalla Simone. “Muchos me tratan de loco por hacer esto de ir a medias con los empleados, pero nosotros lo vimos como una forma de continuidad y hoy no nos arrepentimos, tenemos cuatro cosechadoras bajo esta modalidad. En su momento nos sirvió para meter de lleno en el negocio a algunos empleados que tenían otros trabajos en el año y que solo como maquinistas no les alcanzaba. Hacernos de un plantel sólido de socios nos da fortaleza”, asegura.
Hasta el año 2008 fue todo crecimiento para los Simone. Llegaron a tener hasta ocho máquinas propias y algunas más en porcen- taje con empleados. Cosechaban 20.000 hectáreas por año, entre fina y gruesa, yendo desde Tucumán hasta Tandil. Pero luego, la caída del área dedicada a los cereales -tanto trigo como maíz- hizo que el trabajo se concentrase en pocos meses.
“Hubo un año seco que trabajamos solo dos meses nomás con la soja y 15 días con el trigo, no había forma de sobrevivir así”, explica Fredy, que como tantos se vio perjudicado por el monocultivo de soja. Y fue allí donde tuvo que rediseñar el parque de maquinaria y comenzó a comprar sembradoras para poder trabajar durante el mayor tiempo posible al año. Tuvo también una pulverizadora de arrastre pero dice que no se compatibiliza con la cosecha. “La fumigada es buen negocio pero se pisa con la cosechadora y nosotros somos cosecheros de alma”.
Hoy, en total cuentan con un circo de 6 sembradoras y 6 cosechadoras. Y esperan para este año una gran campaña triguera que traccione mucho trabajo. “Vamos a terminar sembrando más del doble de fina que el año pasado y eso nos da mucha alegría, vamos a tener un diciembre con mucho trabajo, gracias a Dios” expresa Simone, quien valora mucho el movimiento que se genera cuando se hacen cultivos en el invierno: “Es increíble como resucitan los pueblos de campaña, más empleados. Este año el sudeste va a ser digno de ver cuando se ponga verde, nos vamos a acordar del 2008”, dice. Luego afirma que también ve que se hará más maíz y eso los mantendrá muy ocupados durante todo el 2017.
Los Simone tratan de mantener siempre a los mismos clientes, de los cuales hay muchos que son históricos. Pero aclaran que muchas veces surgen problemas porque estos suelen salir a buscar precio y ahí ellos pierden, porque existen otros que toman los trabajos por valores menores. “Hoy no se tiene en cuenta la calidad de gente y de equipos. Pero este año, por suerte, muchos se dieron cuenta de la imprudencia que cometen al no contratar las máquinas con tiempo, porque terminaron saliendo a bus- car máquinas a las rotondas, se fijan en los centavos y terminan perdiendo pesos” sentencia el contratista.
Simone además es presidente de la Cámara Bonaerense de Contratistas Rurales y allí trata de inculcar a sus colegas. “Les decimos que no pueden salir a rematar los trabajos porque perdemos todos”. En cuanto a la tecnología, pregona que no dejen la eficiencia de lado avalando precios injustos. “Yo, por ejemplo, todavía no incorporé Draper porque lo cobran muy caro, evalúo mucho las herramientas y no adquiero nada que no me rinda, y eso lo trato de inculcar” dice.
Luego remarca que “el Gobierno tiene que rever urgente lo que salen las máquinas agrícolas en Argentina”. “Como en ningún lugar del mundo, según tengo entendido, y esto no puede seguir así. Yo me compre una máquina hace cinco años que hoy vale el doble, imposible de mantener la tecnología de esta forma, porque además lo que cobramos en dólares fue cada vez menos” dice Simone.
El contratista ve que se nivela para abajo porque no le pagan más al que más equipado está, sino menos al que no tiene la última tecnología. “Por eso, si no la incorporás te terminás quedando afuera, y eso es lo